El Reglamento Sanitario Internacional que guía el trabajo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 2005 no está diseñado para hacer frente a crisis de la envergadura de la desatada por el COVID-19, según apuntó Jaouad Mahjour, subdirector de preparación para emergencias de la organización.
En este contexto, los países miembros de la OMS intentan buscar estrategias para luchar mejor contra una próxima pandemia.
Es que la crisis sanitaria generada por el SARS-CoV-2 es la más visible expresión de un peligro que está siempre presente y del que muchos científicos llevaban ya años advirtiendo, y tiene que ver con que son muchas las enfermedades que tienen el potencial de expandirse por todos los rincones del mundo y causar enormes daños.
Así, durante el 42º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y el 37º Congreso de la Sociedad Gallega de Medicina Interna (SOGAMI), que se celebró entre los días 24 al 26 de noviembre en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Galicia, España, los participantes en la mesa redonda Enfermedades emergentes e importadas pusieron de manifiesto algunas de las enfermedades con mayor potencial pandémico y los factores que incrementan el riesgo de que surjan brotes y de expansión geográfica.
En los últimos años, la OMS declaró en cuatro ocasiones el estado de emergencia internacional, en todos los casos por enfermedades provocadas por virus. A saber, los brotes de ébola en 2014 y 2019, el de zika en 2016 y el del SARS-CoV-2 en 2020, según explica una nota de prensa de la SEMI. Estos son ejemplos de virus emergentes y reemergentes que llegan a suponer un peligro a nivel mundial. Antes de ellos, los brotes de SARS, MERS y gripe H1N1 habían encendido las alarmas internacionales.
El peligro del cambio climático y los viajes internacionales
Aunque la humanidad ya vivió epidemias y pandemias muchas veces en su historia, en estos casos fue determinante la influencia, por una parte, de los viajes internacionales (que hacen mucho más fácil y rápida la extensión de un brote a distintas áreas geográficas) y, por otra, del cambio climático (que favorece la aparición de casos endémicos de enfermedades en áreas que previamente no eran favorables a las mismas).
Ante este panorama, los especialistas reunidos en España advirtieron de la importancia de familiarizarse con esta clase de enfermedades con potencial epidémico, a fin de lograr la detección a tiempo y de poder tomar las medidas oportunas.
Atención con las micosis y parasitosis, otras amenazas emergentes
Más allá de las enfermedades víricas, las causadas por otros tipos de organismos, como diversos tipos de parásitos, como nematodos o protistas o las micosis (enfermedades causadas por hongos) también son un motivo de creciente preocupación a medida que avanzan el cambio climático y los fenómenos asociados a la globalización.
En lo que a las micosis atañe, los internistas señalaron que existen más de 100.000 especies diferentes de hongos, pero sólo unas 20 causan el 90% de las micosis en el ser humano, con una incidencia muy variable según la especie y para determinadas áreas geográficas.
Las micosis, además, pueden ser endémicas, (con una mayor capacidad infectiva) o pueden ser oportunistas; esto es, aunque las posibilidades de infección son menores en las personas sanas, atacan a pacientes inmunodeprimidos, a menudo por tratamientos como la quimioterapia, los corticoesteroides, fármacos biológicos, enfermedades críticas en UCI o el VIH.
En cuanto a las parasitosis, según los expertos, el aumento de su movilidad geográfica se debe en parte a las migraciones, ya que las personas inmigrantes pueden ser portadores asintomáticos sin saberlo y este tipo de enfermedades puede transmitirse y reactivarse en caso de inmunosupresión.
En la misma línea, destacaron algunas enfermedades como el Chagas, que padece sin saberlo un 11% de los adultos en Latinoamérica o la estrongiloidiasis (presente en un 12% de adultos de este continente).
Las garrapatas, ¿un problema latente?
En la mesa redonda de la SEMI, asimismo, los expertos pusieron de manifiesto el aumento de enfermedades en Europa transmitidas por garrapatas, un pequeño arácnido hematófago. Hace sólo 30 años, afirman, en el viejo continente sólo se conocían dos enfermedades que se transmitieran por esta vía: la fiebre botonosa mediterránea y la babesiosis. En la actualidad se detectaron ya al menos 13 de estas zoonosis, sin contar con infecciones importadas.
Tal como advirtieron los internistas, este tipo de enfermedades no suelen estar notificadas, dado que muchas no son de declaración obligatoria y porque cada año se producen miles de picaduras, que son indoloras y pasan inadvertidas para la mitad de las personas. A eso se suma que a veces el periodo de incubación es muy largo y puede ser muy difícil diagnosticar estas afecciones si no se tiene presente la picadura.
Por ello, todos los años se producen cientos de casos de borreliosis o enfermedad de Lyme, de infecciones por Rickettsia, DEBONEL, y fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, a veces fatal.
Uno de los factores que en la mirada de los especialistas explica este aumento de casos es que las garrapatas son muy sensibles al cambio climático, el cual disminuye su mortalidad, favorece su expansión geográfica (al posibilitarles vivir en lugares que antes eran climáticamente hostiles) y aumentan su agresividad.
Al respecto, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, se mostró partidario de un tratado internacional para evitar el círculo vicioso de “no hacemos nada y luego nos entra el pánico”.
“El caos causado por esta pandemia sólo pone de manifiesto por qué el mundo necesita un acuerdo internacional a toda prueba que establezca las normas”, dijo en los últimos días.
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