Titanoboa: cómo era la serpiente prehistórica de 15 metros y 1.200 kilos

La especie, perteneciente a la familia de las boas, habitó en el Caribe colombiano hace 60 millones de años

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No envenenaban a sus presas sino que, tal como lo hacen las actuales boas constrictor, las asfixiaban
No envenenaban a sus presas sino que, tal como lo hacen las actuales boas constrictor, las asfixiaban

Paleontólogos del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales de EEUU halló hace 19 años en Colombia los restos fósiles de una serpiente que luego, con el transcurso de las investigaciones, fue catalogada como la más grande de esa especie de las que se tenga registro. El ejemplar data de hace unos 60 millones de años y midió unos 15 metros de largo, con un paso aproximado de 1.200 kilos.

Los estudios continuaron durante años y los especialistas lograron determinar que la especie no envenenaban a sus presas sino que, tal como lo hacen las actuales boas constrictor, las asfixiaban con una presión estimada en el equivalente al peso por pulgada cuadrada que ejerce el puente de Brooklyn.

Se trata de la serpiente más grande encontrada hasta la actualidad, ya que superó en tamaño a la que anteriormente tuvo esa característica, la Gigantophis.

Fue bautizada como Titanoboa cerrejonensis por su tamaño enorme y el lugar donde fueron hallados sus restos, que es la mina de carbón del Cerrejón, en Colombia, una de las minas a cielo abierto más grande del mundo.

Podía devorar cocodrilos de un solo bocado, sin hacer bulto, y su apariencia física se asemejaba a lo que hoy sería una boa constrictor
Podía devorar cocodrilos de un solo bocado, sin hacer bulto, y su apariencia física se asemejaba a lo que hoy sería una boa constrictor

Con hasta 15 metros de longitud y un peso aproximado de 1,2 toneladas, la Titanoboa cerrejonensis es reconocida por ser la especie de serpiente más grande de la que haya registro hasta la fecha. Sus restos fósiles fueron encontrados hace algunos años en la mina de carbón del Cerrejón, en el departamento colombiano de La Guajira.

En un artículo de National Geographic en Español divulgado recientemente se explicó que esos ejemplares vivieron hace 60 millones de años en los ríos y pantanos de Colombia. Producto de su envergadura, esta era capaz de devorar cocodrilos de un solo bocado, sin hacer bulto, y su apariencia física se asemejaba a lo que hoy sería una boa constrictor.

Según los especialistas, una comida habitual para la Titanoboa eran los cocodrilos, aunque estimaban que por su tamaño lo hacía sin provocarse una inflamación. Actualmente, las serpientes más grandes también devoran cocodrilos. Los paleontólogos hallaron restos de ambas especies en el mismo sitio arqueológico, lo que avala que ese era parte de su alimento. Los especialistas estimaron en un principio que la Titanoboa fue un superpredador del ecosistema del Paleoceno en que vivió, pero luego se encontraron evidencias de que este animal habría comido principalmente peces, una característica que haría única a Titanoboa entre todos los boidos.

Cerrejón era una densa jungla con el doble de precipitaciones al año que el Amazonas, con una humedad agobiante y animales y plantas que doblaban en tamaño a los conocidos hoy
Cerrejón era una densa jungla con el doble de precipitaciones al año que el Amazonas, con una humedad agobiante y animales y plantas que doblaban en tamaño a los conocidos hoy

“En medio del yacimiento de carbón, un grupo de paleontólogos encontró evidencia de plantas fosilizadas en el sitio en 2002, el primer indicio de que hace unos 58 millones de años, Cerrejón era una densa jungla con el doble de precipitaciones al año que el Amazonas, con una humedad agobiante y animales y plantas que doblaban en tamaño a los conocidos hoy”, sostuvo el portal.

El tamaño de las serpientes, como la de todos los animales de sangre fría, depende de la temperatura ambiente en la que habita. Por eso se estima que la Titanoboa necesitó vivir en una temperatura media anual de entre 30 y 34 grados para poder sobrevivir.

En la mina de carbón donde fue encontrada, una de las más grandes a cielo abierto en el mundo, los paleontólogos del Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales también hallaron restos de tortugas y cocodrilos gigantes, junto a algunas plantas antiguas. Esto permitió identificar cambios en los patrones climáticos del país, pues, lo que actualmente es una región árida, hace millones de años fue un bosque húmedo tropical donde vivían esta clase de especies, con temperaturas que oscilaban entre 30 y 34 grados celsius para sobrevivir.

A raíz de los particulares hallazgos, en 2007 se aceleraron las búsquedas, y todos los restos se mostraron por primera vez en el Museo de Ciencias Naturales de Florida, en Gainesville
A raíz de los particulares hallazgos, en 2007 se aceleraron las búsquedas, y todos los restos se mostraron por primera vez en el Museo de Ciencias Naturales de Florida, en Gainesville

A raíz de los particulares hallazgos, en 2007 se aceleraron las búsquedas, y todos los restos se mostraron por primera vez en el Museo de Ciencias Naturales de Florida, en Gainesville. En un principio, cuando los huesos exhumados de la mina del Cerrejón fueron vistos, los especialistas notaron que el tamaño del ejemplar no era normal, pues lo compararon con el esqueleto de una anaconda, la cual, en el mejor de los casos, no supera los cinco metros de longitud.

El ser identificada como una pariente lejana de las boas, no asesinaba a sus presas con veneno, sino que, sacando provecho de su tamaño, las asfixiaba con una fuerza de constricción de más de 180 kilos por pulgada cuadrada: un peso superior al puente de Brooklyn, en Nueva York. Algunos años después, y gracias a que se encontraron las vértebras, costillas y cráneos de varios ejemplares, se hizo una reconstrucción precisa.

Ejemplar reconstruido de la Titanoboa expuesto en el Grand Central, Nueva York
Ejemplar reconstruido de la Titanoboa expuesto en el Grand Central, Nueva York

EL HALLAZGO DE UN COLMILLO DE MASTODONTE EN NORTE DE SANTANDER:

El corregimiento de Agualinda, ubicado a media hora de la capital de Norte de Santander, Cúcuta, se caracteriza por su gran importancia arqueológica. Allí se encuentra un Museo Arqueológico y Paleontológico, y esta vocación se ratificó con el impresionante hallazgo de un colmillo de mastodonte de la Era Cuaternaria, en septiembre pasado.

La Secretaría de Cultura de Agualinda atribuyó el descubrimiento a Camilo Andrés Rodríguez, un niño de 12 años, quien, junto a su abuelo, Gonzalo Roa, rastreaba una de sus cabras. La información de las autoridades dio a conocer que el fósil cuenta con una longitud de 1,86 mts y ya se encuentra ubicado en el museo de la población.

El Señor Gonzalo Roa y su nieto Camilo Andres Rodriguez. Alcaldía de Agualinda quienes hallaron un colmillo de mastodonte de la Era Cuaternaria en la misma zona donde apareció la boa prehistórica
El Señor Gonzalo Roa y su nieto Camilo Andres Rodriguez. Alcaldía de Agualinda quienes hallaron un colmillo de mastodonte de la Era Cuaternaria en la misma zona donde apareció la boa prehistórica

“Hace tiempo lo vimos y le avisamos a la presidenta de la Junta de Acción Comunal, que en ese momento se había sometido a una operación. El niño me decía: vamos nosotros y lo sacamos, pero no nos atrevimos porque no sabíamos cómo sacar eso. Hasta que finalmente este domingo un grupo de vecinos fue a traerlo”, indicó Roa en su momento al diario La Opinión.

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