En el caso de la diabetes, Argentina no presenta hoy un panorama muy alentador: según los datos de la 4ta encuesta Nacional de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud , 1 de cada 10 personas son diabéticas, y la peor noticia es que solo 4 de esas 10 conocen la condición que padecen. Y el 12,7% de la población mayor de 18 años tiene diabetes.
El aumento de la diabetes en el mundo en general - y la Argentina no escapa a estas reglas- afecta a 450 millones de personas y se asocia a un estilo de vida que favorece el sedentarismo, la falta de actividad física; y una alimentación basada en calorías, grasas e hidratos de carbono que provocan aumento de peso y obesidad, a lo que se suma el estrés. De alguna manera la vida moderna conspira contra la condición de cualquier paciente diabético.
La diabetes aparece porque el páncreas no sintetiza la cantidad de insulina que el cuerpo necesita, la elabora de una menor calidad o no es capaz de utilizarla con eficacia. Y la principal función de la insulina -la hormona producida en el páncreas -es mantener los valores de glucosa en sangre en niveles adecuados.
Dentro del amplio panorama de la diabetes, entendida como una enfermedad crónica, existen un tipo de episodios que son importantes atender: las hipoglucemias nocturnas, que ocurren cuando los niveles de glucosa en sangre bajan “sustancialmente” durante las horas de sueño hasta ser iguales o menores a 70 mg/decilitro de sangre.
Para tratar estos “ataques” nocturnos y repentinos la ciencia ofrece en la actualidad un hallazgo a través de la llamada insulina glargina, una versión artificial de la insulina humana de acción prolongada y que se produce en el laboratorio. La insulina glargina actuará reemplazando a la insulina que produce normalmente el cuerpo y ayudará “a pasar” el azúcar de la sangre a otros tejidos del cuerpo, que se usan para obtener energía.
La insulina glargina -al ser producida de manera sintética en el laboratorio se presenta como microcristales- y se puede usar para tratar la diabetes tipo 1 -cuando el cuerpo no produce insulina y, por lo tanto, no puede controlar la cantidad de azúcar en la sangre-; y también para tratar a las personas con diabetes tipo 2 -cuando el cuerpo no usa la insulina normalmente y, por lo tanto, no puede controlar la cantidad de azúcar en la sangre- que necesitan insulina para controlar la diabetes.
En personas con diabetes tipo 1, la insulina glargina debe usarse con otro tipo de insulina (una insulina de acción corta). Y en los personas con diabetes tipo 2, la insulina glargina también puede usarse con otro tipo de insulina o con medicamento(s) oral(es) para la diabetes.
La buena noticia es que ahora la insulina glargina se elabora como un medicamento biosimilar en la Argentina (Laboratorio Denver Bio) en formato de lapicera prellenada descartable, que permite la aplicación de las unidades indicadas con una máxima precisión. Este análogo de la insulina humana recombinante de acción prolongada ofrece una cobertura de insulina basal de 24 horas, disminuyendo el riesgo de hipoglucemias, sobre todo las hipoglucemias que ocurren durante la noche.
En diálogo con Infobae la doctora Solange Houssay, nieta del emblemático médico y Premio Nobel argentino en Medicina (1947) Bernardo Houssay, y médica de planta de la Unidad Nutrición y Diabetes del Hospital Ramos Mejía y miembro de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) amplió el alcance de este nuevo tratamiento: “Durante el reposo nocturno, los síntomas de alerta y de alarma del organismo ante una hipoglucemia disminuyen considerablemente, y son suficientes para despertar al paciente. Por la ausencia de síntomas de alarma y la infrecuente medición de la glucemia capilar durante la noche, la hipoglucemia nocturna casi nunca se detecta y puede ser prolongada (mayor a 120 minutos) con riesgo de arritmias cardíacas, convulsiones y aún muerte cerebral o estado vegetativo persistente. Los resultados de estudios con monitoreo continuo de glucosa indican que ocurren episodios de hipoglucemia en el 50% de los adultos y en la mayoría de los pacientes pediátricos (80 %) tratados con insulina”, precisó Houssay.
Las personas con diabetes tipo 1 tienen además una menor habilidad para prevenir hipoglucemias. Y esto es consecuencia de que la insulina debe ser inyectada y no ve descender sus niveles en sangre ante el descenso de valores de glucosa, cómo ocurre naturalmente. Las personas con diabetes tipo 2 necesitan insulina luego de un tiempo más prolongado desde el comienzo de la diabetes, cuando ya no producen insulina propia y debe administrarse externamente, cómo ocurre en la diabetes tipo 1.
Para Houssay, “la insulina glargina es una solución innovadora que ya está disponible en Argentina. Permite controlar los valores de glucosa a largo de las 24 horas del día en forma pareja, y continua, liberándose lentamente desde el sitio de aplicación (debajo de la piel del abdomen), reduciendo el riesgo de hipoglucemias en comparación con las insulinas tradicionales. En particular evita las hipoglucemias nocturnas”.
Riesgo cardiovascular
Consultada por Infobae la doctora Graciela Fuente, médica nutricionista especializada en Diabetes, consultora de la Unidad de Nutrición del Hospital Carlos Durand y ex presidenta de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) remarcó, “todas las hipoglucemias, no solamente las nocturnas, pueden llegar a aumentar el riesgo cardiovascular, especialmente en aquellas personas que tienen patología previa, como por ejemplo arritmias cardíacas. Como consecuencia se puede llegar a la muerte súbita por arritmia maligna”.
“La educación terapéutica del paciente diabético es la medida de prevención más importante, ya que le permite al paciente ser consciente de la necesidad de ser adherente al tratamiento con respecto a la medicación, a la alimentación y la intensidad y frecuencia de la actividad física. Además, el automonitoreo glucémico es fundamental, ya que permite conocer el nivel de glucosa capilar (a través del pinchazo en el dedo, o por medio de los sistemas de control continuo) del paciente, especialmente si ha tenido episodios de hipoglucemia nocturnas”, precisó Fuente.
Así como el descubrimiento de la insulina en 1921, hace 100 años, por los científicos Frederick Banting y Charles Best en 1921 fue un hecho trascendente que abrió el camino para una continuada secuencia de avances farmacéuticos y tecnológicos. Al respecto, la doctora Fuente precisó que “la aparición de la insulina biosimilar inició otra era que permitió a los médicos aprender de esta nueva insulina y de las que vendrán posteriormente. Siempre buscando el mejor tratamiento para las personas con diabetes tipo 1, que dependen de esta hormona para vivir y para aquellas con diabetes tipo 2, que requieren de este tratamiento inyectable para mejorar su control glucémico”.
“Logrando un buen control, hoy se puede vivir con diabetes y tener la misma expectativa de vida que la de una persona sin diabetes. De todos modos, sigue siendo valioso que lleguen más y mejores alternativas que optimicen el tratamiento”, sostuvo a Infobae el doctor León Litwak, médico endocrinólogo especializado en diabetes, y ex presidente de la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD)
Según la doctora Solange Houssay, “en la población de adultos mayores, contar con insulinas de última generación seguras y efectivas -como la insulina glargina- es clave. En este grupo de pacientes, los síntomas de alerta de hipoglucemia se inician a valores más bajos y las alteraciones conductuales y cognitivas a valores de glucosa más altos en comparación con los jóvenes. Este hecho comprime el intervalo de tiempo entre los síntomas de aviso de hipoglucemia y el desarrollo de alteraciones de la conducta y la conciencia, que se desarrollan en forma casi simultánea y el efecto protector del aviso sintomático se pierde”, señaló.
“En la medida que la persona con diabetes va haciéndose mayor en edad y con una duración de su enfermedad más prolongada, se van produciendo cambios en su sistema nervioso autónomo que es el responsable de dar la alarma de la caída de los niveles de glucemia con síntomas como sudoración, temblor, taquicardia, nerviosismo, con lo cual se encuentran más expuestos a sufrir hipoglucemias más graves. Esta situación es la que se conoce como “falta de percepción de la hipoglucemia”, explicó Fuente.
El mantener la diabetes lo mejor controlada posible a lo largo del tiempo, con la medicación adecuada permite que el paciente mantenga su sistema de alarma mejor preservado. En el caso concreto de percibir algún síntoma que el paciente o la persona que esté con él, considere que pueda estar relacionado con el nivel de glucemia, es muy importante constatar el valor de la misma y si esto no fuera posible, dar a ingerir un líquido azucarado lo más rápido posible, para iniciar el ascenso de la glucemia.
Consultada por Infobae, la presidenta de la Sociedad Argentina de Diabetes, la doctora Silvia Gorban de Lapertosa, recordó que el 62% de los argentinos tiene sobrepeso u obesidad. “Si un adolescente tiene sobrepeso y manchas de color negro en el cuello o en las axilas debería hacerse el análisis de sangre en ayunas para detectar a tiempo el nivel de glucemia alterado. De esta manera, se podría detectar casos de diabetes más tempranamente en personas con factores de riesgo como sobrepeso, obesidad y sedentarismo”, sostuvo la médica, quien es también profesora titular de la cátedra de nutrición y educación para la salud de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste, en Corrientes.
Para los próximos años, los principales objetivos alrededor de la diebates sobre los cuales se está trabajando son: a) el desarrollo de tratamientos menos complejos y reducir el miedo a las complicaciones a corto y largo plazo; b) nuevas herramientas digitales para reducir errores y simplificar el tratamiento; c) comprensión de las causas que originan la diabetes para avanzar en su prevención y cura; y d) continuar trabajando en el acceso a la atención y a la información.
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