La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia: se calcula que representa entre un 60% y un 70% de los casos. La investigación y el desarrollo de mejores tratamientos para frenar, desacelerar o incluso prevenir ha pasado a ser en el mundo una búsqueda clave porque se pronosticó que para el año 2030 el número de personas con Alzheimer podría alcanzar a 65 millones. Para 2050, podría superar los 100 millones.
Ahora, un equipo de investigadores del Reino Unido y Alemania han dado un paso adelante en el desarrollo de un nuevo enfoque para prevenir el avance de la enfermedad. Si bien es un estudio que se hizo en ratones, consideran que puede ser un camino promisorio: vacunar contra la enfermedad de Alzheimer. La investigación se publicó en la revista Molecular Psychiatry.
Se trata de un trabajo en colaboración entre investigadores del Centro Médico Universitario de Gotinga, Alemania, con la Universidad de Leicester y la organización benéfica de investigación médica LifeArc del Reino Unido. Presentaron resultados tanto de un tratamiento basado en anticuerpos como de vacuna basada en proteínas que redujeron los síntomas del Alzheimer en modelos de ratón de la enfermedad.
La nueva investigación se suma a un largo camino para desentrañar el trastorno. En 1906, el doctor Alois Alzheimer observó cambios en el tejido cerebral de una mujer que había muerto de una enfermedad mental inusual. Sus síntomas incluían pérdida de memoria, problemas de lenguaje y un comportamiento imprevisible. Después de su muerte, Alzheimer examinó su cerebro y encontró muchos cúmulos anormales (ahora llamados placas amiloides) y haces de fibras enredadas (ahora llamados ovillos neurofibrilares o tau).
Esas placas y ovillos en el cerebro se siguen considerando entre las principales características de la enfermedad de Alzheimer. Otra característica es la pérdida de conexiones entre las neuronas del cerebro. Las neuronas transmiten mensajes entre diferentes partes del cerebro, y del cerebro a los músculos y órganos del cuerpo. Los cambios en el cerebro pueden comenzar una década o más antes de que aparezcan los síntomas.
Durante una etapa temprana de la enfermedad de Alzheimer, se producen cambios tóxicos en el cerebro, como las acumulaciones anormales de proteínas que forman placas amiloides y ovillos tau. Las neuronas antes sanas dejan de funcionar, pierden las conexiones con otras neuronas y mueren. Se cree que también hay muchos otros cambios cerebrales complejos que desempeñan un papel en el avance de la enfermedad de Alzheimer.
En el caso de los investigadores del Reino Unido y Alemania, que publicaron hoy en Molecular Psychiatry, abordaron la enfermedad desde una perspectiva diferente. En lugar de centrarse en la proteína beta amiloide de las placas cerebrales, que son asociadas a la enfermedad de Alzheimer, el anticuerpo y la vacuna que el equipo de científicos empezaron a desarrollar se dirigen a una forma soluble diferente de la proteína, que se considera altamente tóxica.
La proteína beta amiloide existe naturalmente en forma de moléculas muy flexibles, similares a cuerdas, en solución, que pueden unirse para formar fibras y placas. En la enfermedad de Alzheimer, una gran proporción de esas moléculas en forma de cadena se acortan o “truncan”, y algunos científicos piensan que esas formas son clave para el desarrollo y la progresión de la enfermedad.
El profesor Thomas Bayer, del Centro Médico Universitario de Göttingen, dijo: “En los ensayos clínicos, ninguno de los posibles tratamientos que disuelven las placas amiloides en el cerebro ha demostrado tener mucho éxito en cuanto a la reducción de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer. Algunos incluso han mostrado efectos secundarios negativos. Así que nos decidimos por un enfoque diferente. Identificamos un anticuerpo en ratones que neutralizaría las formas truncadas de beta amiloide soluble, pero no se uniría ni a las formas normales de la proteína ni a las placas”.
La doctora Preeti Bakrania y sus colegas de LifeArc adaptaron el anticuerpo para que el sistema inmune humano no lo reconociera como extraño y lo aceptara. Cuando el grupo de investigación de Leicester observó cómo y dónde se unía este anticuerpo “humanizado” -que llaman TAP01_04-, a la forma truncada de beta amiloide, el equipo se llevó una sorpresa. Observaron que la proteína beta amiloide estaba plegada sobre sí misma, en una estructura en forma de horquilla.
El profesor Mark Carr, del Instituto de Biología Estructural y Química de la Universidad de Leicester, explicó: “Esta estructura nunca se había visto antes en el amiloide beta. Sin embargo, el descubrimiento de una estructura tan definida permitió al equipo diseñar esta región de la proteína para estabilizar la forma de horquilla y unirse al anticuerpo de la misma manera. Nuestra idea era que esta forma manipulada de beta amiloide podría utilizarse como vacuna, para provocar que el sistema inmunitario de alguien produjera anticuerpos del tipo TAP01_04″.
Cuando el equipo probó la proteína beta amiloide modificada en ratones, descubrió que los ratones que recibieron esta “vacuna” produjeron anticuerpos del tipo TAP01. A continuación, el grupo de Gotinga probó tanto el anticuerpo “humanizado” como la vacuna de beta amiloide modificada, denominada TAPAS, en dos modelos de ratón diferentes de la enfermedad de Alzheimer. Basándose en técnicas de imagen similares a las utilizadas para diagnosticar el Alzheimer en seres humanos, descubrieron que tanto el anticuerpo como la vacuna ayudaban a restablecer la función neuronal, aumentar el metabolismo de la glucosa en el cerebro, restaurar la pérdida de memoria y -aunque no estaban directamente dirigidos- reducir la formación de placas de beta amiloide.
La doctora Bakrania aclaró: “El anticuerpo humanizado TAP01_04 y la vacuna TAPAS son muy diferentes de los anticuerpos o vacunas anteriores para la enfermedad de Alzheimer que se han probado en ensayos clínicos, porque se dirigen a una forma diferente de la proteína. Esto los hace realmente prometedores como tratamiento potencial de la enfermedad, ya sea como anticuerpo terapéutico o como vacuna. Los resultados obtenidos hasta ahora son muy interesantes y demuestran la experiencia científica del equipo. Si el tratamiento tiene éxito, podría transformar la vida de muchos pacientes”.
En tanto, el profesor Carr añadió: “Aunque la ciencia se encuentra todavía en una fase inicial, si estos resultados se reprodujeran en ensayos clínicos con humanos, podrían ser transformadores. Abre la posibilidad no sólo de tratar el Alzheimer una vez detectados los síntomas, sino también de vacunar potencialmente contra la enfermedad antes de que aparezcan los síntomas”. Los investigadores buscan ahora un socio comercial para llevar el anticuerpo terapéutico y la vacuna a los ensayos clínicos en voluntarios humanos.
“Se trata de un descubrimiento novedoso que describe una nueva ruta para inmunización activa y pasiva contra la enfermedad de Alzheimer. Actúa sobre un epítope en el N terminal del Beta amiloide responsable de la neurodegeneración. Así el desarrollo de una nueva vacuna contra esta nueva ruta podría proteger preventivamente contra el desarrollo de esta enfermedad”, sostuvo Ricardo Allegri, investigador en neurociencias del Conicet y jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría de Fleni al ser consultado hoy por Infobae. “Es un paso adelante con respecto a los tratamientos disponibles y los que están en desarrollo”, agregó.
“Este trabajo presenta una nueva estrategia de inmunización pasiva orientada a modular la cascada amiloide. Aunque no deja de ser interesante, genera la sensación de déjà vu, ya que muchos otros productos con el mismo propósito también fueron exitosos en modelos animales pero fracasaron en demostrar eficacia en los seres humanos”. opinó al ser entrevistado por Infobae el médico especialista en psiquiatría y demencias, Pablo Richly, quien es director del Centro de Salud Cerebral (CESAL) y miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.
En cuanto al impacto del logro científico, Richly agregó: “Todo avance científico es bienvenido, pero no hay que perder de vista la diferencia entre investigación básica y clínica. Este es un clásico artículo en el que debe dejarse en claro que es solo en ratones”, opinó al ser entrevistado por Infobae el médico especialista en psiquiatría y demencias, Pablo Richly, quien es director del Centro de Salud Cerebral (CESAL) y miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.
En tanto, el doctor Raúl Arizaga, ex presidente del Grupo de Investigación de Demencias de la Federación Mundial de Neurología, recordó en diálogo con Infobae: “Se han hecho muchos intentos para desarrollar una vacuna contra Alzheimer en el pasado. La mayoría de esos intentos se dirigían al momento en que la enfermedad que ya había producido depósitos de proteínas amiloide. Esos candidatos vacunales no funcionaron tanto en animales como en seres humanos. El problema es que el depósito de proteínas es una consecuencia del trastorno y aún desconocemos bien cuáles son los mecanismos que dan origen a la enfermedad. El nuevo trabajo realizado en el Reino Unido y Alemania me parece una buena noticia, pero no creo que sea la solución total en prevención. Faltan los ensayos clínicos en seres humanos”.
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