El mundo entero parece estar hablando de la crisis climática, gracias a los meses de clima intempestuoso y a los nuevos datos científicos que demuestran que hay que actuar más rápido de lo que pensábamos para evitar las peores consecuencias. La Cumbre de Clima de las Naciones Unidas en Glasgow dio inicio a dos semanas de intensas negociaciones diplomáticas entre casi 200 países sobre cómo combatir el desafío común del calentamiento global.
El mundo va camino de alcanzar unos niveles de calentamiento global desastrosos, muy por encima de los límites establecidos en el acuerdo climático de París y de la opinión científica generalizada. El Climate Action Tracker (CAT), la coalición de análisis climático más respetada del mundo, presentó su informe anual en la cumbre de medio ambiente de Glasgow, la COP26, en el que asegura que si tenemos en cuenta los objetivos de corto plazo que se fijaron los países más contaminantes de la Tierra, antes de fin de siglo tendremos un devastador aumento global de la temperatura de 2,4 grados centígrados con respecto a los niveles previos a la industrialización.
Esto significaría el derritimiento de los hielos en los polos, el aumento de los mares que inundarán todas las zonas costeras y harán desaparecer islas, sequías extendidas y tormentas de gran magnitud que harán muy difícil la vida en el planeta.
Los negociadores buscan soluciones a cuestiones pendientes desde el Acuerdo Climático de París de 2015 e impulsan sus esfuerzos para impedir que las temperaturas globales suban más de 1,5°C este siglo en comparación con las era preindustrial. Aun así, todos los nuevos compromisos nacionales de recortar emisiones de carbono tendrían un efecto mínimo en el calentamiento, que seguiría encaminado a +2,7°C, o como mucho a +2,1°C, según la última estimación de la ONU, publicada el días atrás en la COP26.
En su informe anual de referencia, publicado en octubre, antes de la conferencia sobre el clima de Glasgow, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señalaba que sumando todos los compromisos nacionales el planeta se dirigía hacia un calentamiento “catastrófico” de +2,7°C, o de +2,2°C si se agregan los objetivos de neutralidad de anunciados por varios países. Y advirtió que los países deben reducir sus emisiones siete veces más rápido para limitar el calentamiento a +1,5ºC.
Durante la primera semana de la COP26, o justo antes, 33 países anunciaron nuevos compromisos, entre ellos Brasil, Argentina e India -cuarto mayor emisor mundial- que aspira a la neutralidad de carbono para 2070. Pero todas estas promesas sólo cambian marginalmente el resultado final que, según las cifras publicadas el martes por el PNUMA, seguiría siendo “muy similar”.
Según sus cálculos actualizados, la Tierra seguiría dirigiéndose hacia +2,7°C a finales de este siglo, muy lejos del objetivo del Acuerdo de París de 2015, consistente en limitar el aumento de la temperatura media global por debajo de +2°C, y si es posible a +1,5°C, respecto a la era preindustrial.
Los compromisos que han realizado hasta ahora los países signatarios caen por debajo de los recortes necesarios, y eso incluye a América Latina. Si se añaden los nuevos compromisos de neutralidad de carbono, que incluyen acciones como la reforestación para compensar las emisiones, el calentamiento podría limitarse a +2,1°C, es decir 0,1°C mejor que la estimación anterior. Sin embargo, algunos de los grandes emisores, como Estados Unidos y la Unión Europea -segundo y tercero mundial respectivamente-, tienen planes relativamente exhaustivos sobre cómo lograr cero emisiones netas en 2050. Otros, principalmente China -primer emisor de gases de efecto invernadero- no han publicado detalles sobre cómo piensan hacerlo.
“Dada la falta de transparencia de las promesas, la ausencia de un mecanismo de información y verificación, y el hecho de que muy pocas de las promesas para 2030 ponen a los países claramente en la senda de la neutralidad de carbono, sigue siendo incierto que se logren estos objetivos de neutralidad de carbono”, señaló el PNUMA.
Si bien el llamado de atención es generalizado, hay regiones que están peor paradas que otras. Tal es el caso de Latinoamérica, cuyas principales economías han presentado metas para 2030 que están muy por debajo de los recortes necesarios. Si bien la participación fue menor que en años anteriores en medio de la pandemia, los líderes latinoamericanos utilizaron su tiempo en el Reino Unido para anunciar nuevos compromisos.
Como parte del Acuerdo de París sobre el cambio climático, los países deben construir una hoja de ruta para llegar a mediados de siglo con economías descarbonizadas. Para Colombia, esto significaría acciones en un conjunto de áreas estratégicas, que incluyen: consumo y producción sostenibles, transición justa, desarrollo rural, ciudades resilientes, fuentes de energía diversificadas y movilidad sostenible.
“No tenemos tiempo que perder. Colombia representa el 0,6% de las emisiones mundiales, pero también es uno de los países más amenazados. Año tras año estamos viendo los efectos de la crisis climática “, dijo el presidente Iván Duque. “Queremos ser neutrales en carbono en 2050. No podemos esperar a que el resto del mundo actúe, tenemos que empezar de inmediato”.
Hasta el momento, Costa Rica ha sido el único país latinoamericano que ha presentado una estrategia de descarbonización y ha comenzado a actuar. Colombia ahora está siguiendo el mismo camino y más anuncios podrían llegar más adelante en la COP26.
En la COP, Argentina oficializó una mejora del 2% en su objetivo de mitigación. El presidente Fernández aseguró que el país está trabajando para erradicar la deforestación y aumentar la movilidad eléctrica. Dijo que Argentina apoya al resto del mundo con su llamado “capital natural” y pidió más financiamiento climático y reducción de la deuda, proponiendo canjes de deuda por clima y pago por servicios de los ecosistemas.
Fernández también firmó un acuerdo mientras estaba en COP por una inversión de USD 8 mil millones en una planta de hidrógeno verde que se ubicará en la provincia de Río Negro en la Patagonia. El proyecto estaría a cargo de la empresa australiana Fortescue, y la construcción comenzaría el próximo año. Esto se hace eco de planes similares de hidrógeno verde en Chile y Uruguay.
Si bien las propuestas más recientes presentadas por el gobierno argentino son un paso en la dirección correcta, Argentina completa el trío de países latinoamericanos que forman parte del G20, es decir, de las 20 economías más grandes del mundo, y también allí el PNUMA estima que, al ritmo de emisiones actuales, los niveles de gases de efecto invernadero en 2030 superarán los de 2010.
Al igual que sus vecinos al norte y al sur, Perú también está entre los países más vulnerables de la región -y del mundo- al cambio climático. El país presentó su nueva NDC en diciembre de 2020, que pone como meta limitar a unos 123 MtCO2e sus emisiones para 2030. Esto representa una mejora del 6% con respecto a sus planes originales, pero aun así los especialistas estiman que la meta se queda corta para alcanzar el límite de 1,5 °C.
Los expertos también observan que el país latinoamericano, uno de los más golpeados económicamente por la pandemia de COVID-19, podría verse perjudicado por un acuerdo que firmó con Suiza para que este país financie un recorte de emisiones en territorio peruano, que sería contabilizado como un recorte de emisiones suizo.
Está claro, Brasil tiene la clave para aumentar o disminuir las emisiones de gases que contribuyen al cambio climático. Es el país de América Latina con la mayor extensión de biodiversidad -un 60% del total de Sudamérica-, acompañado de los vecinos que comparten el Amazonas (Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador). El gobierno de Jair Bolsonaro aumentó considerablemente la contaminación a través de la deforestación. De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Pesquisa Espacial brasileño, las motosierras derribaron un 74% más de árboles en los primeros mil días tras la asunción de Bolsonaro el 1 de enero de 2019, comparado con los mil días anteriores a su investidura. Desde entonces se incrementa día a día. Como consecuencia, en los dos últimos años, el sur de la Amazonía sufrió una de las peores sequías en 50 años, afectando a Paraguay, Argentina, Bolivia y Uruguay.
Los recursos naturales de América Latina en la agenda de la COP26
También en la COP26, un grupo de más de 100 países firmaron una declaración para detener toda la deforestación en 2030, y los países desarrollados prometieron fondos para respaldar el compromiso. La lista de signatarios incluye a Argentina, Costa Rica, Ecuador, México, Perú, Colombia, Chile y Brasil, cuyas tasas de deforestación se han disparado en los últimos años.
Los bosques son un aliado clave en la lucha contra el cambio climático, ya que eliminan las emisiones de la atmósfera, impidiendo que calienten el planeta. Aún así, este amortiguador climático crucial está desapareciendo rápidamente. La deforestación aumentó un 12% de 2019 a 2020, con 12,2 millones de hectáreas de cobertura arbórea perdidas, según Global Forest Watch.
“Si bien la Declaración de Glasgow tiene una impresionante variedad de signatarios de países ricos en bosques, grandes mercados de consumidores y centros financieros, corre el riesgo de ser una reiteración de compromisos fallidos anteriores si carece de fuerza”, dijo Jo Blackman, Jefe de Política Forestal y Incidencia en Global Witness, en un comunicado.
El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, anunció una nueva área marina protegida (AMP) de 60.000 kilómetros cuadrados alrededor de la megabiodiversidad de las Islas Galápagos, que se financiará mediante un canje de deuda por naturaleza. Duque también anunció nuevas AMP para Colombia, con 160.000 kilómetros cuadrados adicionales de área protegida.
Junto con Ecuador, Panamá, Colombia y Costa Rica acordaron en la COP26 unir sus reservas marinas para formar un área interconectada que servirá como uno de los focos de biodiversidad oceánica más ricos del mundo. Será un corredor libre de pesca de más de 500.000 kilómetros cuadrados, en una de las rutas migratorias más importantes del mundo para muchas especies.
“Será un laboratorio vivo para realizar investigaciones científicas”, dijo Lasso en conferencia de prensa COP26. “Actualmente estamos revisando propuestas para financiar la nueva AMP en Galápagos con un canje de deuda por naturaleza. Será el más grande de todos los tiempos. Pero tendremos cuidado en cómo lo llevamos a cabo para maximizar los beneficios ambientales para la reserva marina “.
Mercados de carbono
Aunque el Acuerdo de París se firmó en 2015, no todos los aspectos se ultimaron por completo debido a los numerosos desacuerdos entre países. El más complicado ha sido, con mucho, la creación de un nuevo mercado mundial de carbono. Bajo París, los países deben establecer un sistema de comercio de carbono para ayudar a descarbonizar la economía, conocido como Artículo 6.
Este mercado permitiría a los países financiar proyectos que reduzcan las emisiones en otros países y contabilizar las emisiones evitadas para sus propios objetivos climáticos. Pero sin reglas contables transparentes y sólidas, tiene el potencial de socavar el objetivo de calentamiento de 1,5ºC, una preocupación expresada por varios países.
Al asistir a los primeros días de la COP, el presidente de Bolivia, Luis Arce, dijo que hay incertidumbres y falta de información sobre cómo funcionaría un mercado global de carbono. Los intentos anteriores de establecer mercados nacionales de carbono en América Latina han resultado en un fracaso, según Arce. Hizo un llamado a los países desarrollados para que den un paso adelante y acepten su responsabilidad por la crisis climática.
“Los países desarrollados perderán toda su credibilidad si no se logra nada concreto en esta cumbre”, subrayó. “Estamos proponiendo reemplazar los mercados de carbono con mecanismos de acción directa a través de los cuales los países desarrollados pueden financiar proyectos de mitigación y adaptación climática. De lo contrario, continuaremos reproduciendo el sistema capitalista“.
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