Simulaciones por ordenador del flujo de aire dentro de un baño público muestran que los aerosoles infecciosos en las zonas muertas pueden permanecer hasta 10 veces más tiempo que en el resto de la habitación. Estas zonas muertas de aire atrapado se encuentran con frecuencia en las esquinas de una habitación o alrededor de los muebles, según publican investigadores en la revista Physics of Fluids.
Tras casi dos años completos de la pandemia de COVID-19, ya se sabe que el virus se propaga principalmente a través de la transmisión aérea viajando dentro de diminutas gotas microscópicas o aerosoles expulsados de nuestra boca cuando hablamos, gritamos, cantamos, tosemos o estornudamos. Luego flota en el aire, donde puede ser inhalado y transmitido.
Esto inspiró a investigadores de la India a explorar cómo podemos entender mejor y diseñar el flujo de aire para mitigar la transmisión del COVID-19. Para ello, utilizaron sus conocimientos sobre el flujo de aire alrededor de los aviones y los motores para adaptar el flujo de aire dentro de los espacios interiores.
Los baños generan aerosoles y están presentes en oficinas, restaurantes, escuelas, aviones, trenes y otros espacios públicos. Se han identificado como una fuente potencial de transmisión de infecciones en zonas densamente pobladas de la India.
“Exploramos una pequeña instalación para una sola persona, utilizada por muchas, una tras otra -señala Krishnendu Sinha, profesor de ingeniería aeroespacial en el Instituto Indio de Tecnología de Bombay-. Tengo un lavabo similar en mi casa, lo que facilitó su estudio. La movilidad estaba restringida y los laboratorios estaban cerrados, pero esto nos permitió seguir estudiando durante el cierre”.
Los investigadores descubrieron que las posibilidades de infección son significativamente mayores en una zona muerta. “Sorprendentemente, pueden estar cerca de una puerta o una ventana, o justo al lado de donde un aire acondicionado está soplando el aire -advierte-. Cabría esperar que fueran zonas seguras, pero no lo son”.
Las simulaciones por ordenador muestran que “el aire fluye en rutas tortuosas, como un vórtice -añade Vivek Kumar, coautor del estudio-. Lo ideal sería que el aire se extrajera continuamente de cada parte de la habitación y se sustituyera por aire fresco. Esto no es fácil de hacer cuando el aire recircula en una zona muerta”, reconoce.
Los mayores interrogantes en torno al flujo de aire se centran en cómo ventilar los espacios interiores para minimizar la propagación de infecciones, es decir, dónde deben colocarse los ventiladores y los conductos de ventilación, cuántos instalar o qué cantidad de aire debe pasar por ellos.
“En la actualidad, el diseño de la ventilación suele basarse en los cambios de aire por hora (ACH) -explica Sinha-. Estos cálculos de diseño suponen que el aire fresco llega a todos los rincones de la sala de manera uniforme. Gracias a las simulaciones por ordenador y a los experimentos realizados en un lavabo real, sabemos que esto no ocurre”.
“El ACH puede ser 10 veces menor en las zonas muertas -continúa-. Para diseñar sistemas de ventilación que sean más eficaces contra el virus, tenemos que colocar los conductos y ventiladores en función de la circulación del aire dentro de la habitación. Aumentar a ciegas el volumen de aire por los conductos existentes no resolverá el problema”.
Anteriormente, un estudio dirigido por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, demostró que las personas infectadas con el virus que causa el COVID-19 exhalan virus infecciosos en su aliento, y que las personas infectadas con la variante Alpha (la cepa dominante que circulaba en el momento en que se inició este estudio) ponen entre 43 y 100 veces más virus en el aire que las personas infectadas con las cepas originales.
Incluso, los investigadores también descubrieron que las telas holgadas y las mascarillas quirúrgicas reducían la cantidad de virus que entraba en el aire alrededor de las personas infectadas en aproximadamente la mitad, según publicaron en la revista Clinical Infectious Diseases.
“Nuestro último estudio proporciona una prueba más de la importancia de la transmisión por el aire. Sabemos que la variante Delta que circula ahora es aún más contagiosa que la variante Alfa. Nuestra investigación indica que las variantes siguen mejorando en su viaje por el aire, por lo que debemos proporcionar una mejor ventilación y usar máscaras ajustadas, además de la vacunación, para ayudar a detener la propagación del virus”, precisó el doctor Donald Milton, profesor de salud ambiental en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Maryland (UMD SPH).
La cantidad de virus en el aire procedente de las infecciones de la variante Alpha era 18 veces más de lo que podría explicarse por las mayores cantidades de virus en los hisopos nasales y la saliva. Uno de los autores principales, el estudiante de doctorado Jianyu Lai, precisó que ya se sabía que el virus en la saliva y los hisopos nasales aumentaba en las infecciones. “El virus de la nariz y la boca podría transmitirse mediante la pulverización de grandes gotas cerca de una persona infectada. Pero nuestro estudio muestra que el virus en los aerosoles exhalados aumenta aún más”, resaltó. Estos importantes aumentos del virus en el aire de las infecciones por Alpha se produjeron antes de la llegada de la variante Delta e indican que el virus está evolucionando para viajar mejor por el aire.
Con información de Europa Press
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