Ni la cumbre del G20 ni la de Glasgow esquivaron el tiempo sociohistórico en el que acontecieron: la pandemia de COVID-19 aún no ha terminado y lideró la agenda y los debates más calientes.
La peste global originada por el virus SARS-COV-2 fue intervenida por los “más” que dejó el escenario que se avizora como el pospandémico: más de 5 millones de muertos, el impacto de la pandemia mental, el trabajo mancomunado de la ciencia mundial para crear cada vez más vacunas contra el COVID-19 en menos de un año -solo en 2021 se produjeron 12 mil millones de dosis-. Y también por los “menos”: la escasez de las vacunas y la profunda desigualdad en la distribución y el acceso en el globo de estos hallazgos científicos. Dos temas centrales que aborda en su quehacer cotidiano al frente de GAVI -la alianza mundial de vacunación- don José Manuel Barroso.
Barroso es hoy uno de los hombres más estratégicos en este mundo pandémico, por su inmensa tarea de velar por el reparto mundial de vacunas contra el COVID-19; y por tener a su alcance soluciones globales necesarias para poner fin a esta pandemia y prevenir futuras. Desde Roma - y en el marco de la pasada cumbre del G20 - José Manuel Barroso en su carácter de presidente del consejo de administración de la alianza internacional de vacunación GAVI, y como ex presidente de la Comisión Europea y ex primer ministro de Portugal, atendió las preguntas de Infobae.
Para Barroso el despliegue mundial de vacunación contra el COVID-19 fue -sin duda- el más grande de la historia. Aún así, admitió que “se podría haber logrado mucho más” en el combate contra la pandemia y calificó de “inadmisible” que apenas el 20% de la población de los países con menores ingresos cuente hasta ahora con una dosis contra el 80% de los países ricos.
La organización GAVI impulsa el acceso mundial equitativo a las vacunas COVID-19 y, al mismo tiempo, garantiza que los servicios vitales de inmunización de rutina continúen durante la pandemia. Creada en el año 2000, y con sede en Ginebra y en Washington, la integran sectores públicos y privados y está conformada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), UNICEF, el Banco Mundial, gobiernos de países en desarrollo, donantes de vacunas, industrias farmacéuticas, agencias técnicas y de investigación y entidades filantrópicas como la fundación Bill y Melinda Gates.
Con el mecanismo de una mamushka rusa, GAVI a su vez forma parte del mecanismo COVAX, otra alianza de sectores públicos y privados creada en abril de 2020, cuando comenzaba la pandemia por COVID-19, para específicamente permitir el acceso equitativo de las vacunas contra el nuevo coronavirus. COVAX a su vez está formada por la Coalición para las Innovaciones en Preparativos ante Epidemias (CEPI), la OMS, UNICEF, y GAVI.
Para Barroso, COVAX es “el único mecanismo global actual construido para asegurar el acceso equitativo a las vacunas” y por lo tanto necesita las herramientas para que los inoculantes estén accesibles en los países con economías en desarrollo. Para eso se debe contar “con dosis en mayores cantidades” provenientes tanto de los acuerdos firmados por el organismo “como por las vacunas que los países de mayores recursos han prometido donar”, señaló.
Las pandemias, remarcó Barroso a Infobae, son una “amenaza a la seguridad global” y los países deben trabajar para evitar que se repita algo similar a lo que atraviesa el mundo hoy. La próxima cepa podría venir de cualquier parte. Por eso las naciones más ricas del mundo necesitan estar a la altura , y ayudar a derrotar al COVID en todos lados”, expresó.
-A dos años de la pandemia global por el virus SARS-COV- 2, ¿cómo analiza en el tiempo esta especie de “efecto pinza” que para la gestión de la pandemia del nuevo coronavirus provocó primero escasez de las vacunas y luego desigualdad en el acceso?
-Juan Manuel Barroso: Hace un año, nadie sabía cuándo o siquiera si sería posible desarrollar una vacuna segura y efectiva contra el COVID-19. Y ni pensábamos en las 20 que hoy están disponibles. Podemos decir que existen algunas razones para celebrar. Desde que COVAX efectuó sus primeras entregas internacionales en febrero 2021 ha distribuido más de 411 millones de dosis a 145 países. Únicamente China, India y Estados Unidos han distribuido más. Este primer paso es la entrega de vacunas más grande y compleja que se haya encarado en la historia le dio esperanzas a millones de personas, y echó sólidos cimientos para la forma en que responderemos a futuras pandemias.
En comparación con las respuestas globales a pandemias anteriores como la de H1N1 y VIH/SIDA, este logro no debiera tomarse a la ligera, aunque COVAX podría haber logrado mucho más de lo que alcanzó a hacer.
Hay que decirlo: el mundo no estaba preparado para una pandemia y esto se refleja en los desafíos que ha enfrentado COVAX. Para el momento en que llegó la financiación inicial, los países ricos ya habían cerrado la provisión temprana de vacunas. La prohibición a las exportaciones que afectaron a proveedores clave, junto a las dificultades por las que pasaron muchos fabricantes -para poder producir a gran escala y en los niveles requeridos- minaron la capacidad de COVAX para acceder rápidamente a las dosis.
-¿Cómo interpreta el otro problema que hoy tiene el mundo que asiste a otra paradoja: países con sobreabundancia de vacunas (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, por ejemplo), que no pueden perforar el 50% de vacunados con 2 dosis... y aparece la hoy llamada pandemia de los no vacunados?
-La necesidad de vacunar al mundo no sólo se basa en argumentos morales, además, el último cálculo del costo de la lentitud en las entregas alcanza 2,3 mil millones de dólares, ya que el comercio y el turismo no pueden reanudar su actividad por completo hasta tanto las inyecciones lleguen a otras regiones del mundo. Un ejemplo es África, donde el 8,3% de la población ha recibido al menos una primera dosis. ¿Cómo podría África recuperarse de la pandemia antes de que todas sus poblaciones de riesgo estén cubiertas?
-¿Cuál es el rol de GAVI y COVAX para optimizar la desigualdad en el acceso a las vacunas COVID-19 que aún hoy plantea el mapa mundial (también ocurre con otras enfermedades convertidas en endémicas como influenza, dengue, zika, hantavirus, ébola, entre otras y según zona/región?
-Nuestro trabajo se centra en entregar a los países las herramientas que necesitan para luchar contra la pandemia. Y eso significa ante todo, dosis. Hemos firmado acuerdos por más de 4 mil millones de dosis gracias a los fondos que recaudamos, un total de 10 mil millones de dólares, y también hemos recibido la promesa de varios países de donar un total de 1,3 mil millones de dosis adicionales. Estamos trabajando para enviar todas las dosis posibles a los países en este momento.
Sin embargo, nuestro apoyo no se remite a las dosis porque también ayudamos a los países a prepararse para la distribución masiva de vacunas. Este es el despliegue de vacunación más grande de la historia, y los sistemas de salud tienen que estar equipados adecuadamente para poder trabajar mientras siguen asegurando la vacunación de rutina para los niños y los adultos, además de todos los demás servicios de salud que la gente necesita.
En una enérgica carta que GAVI dirigió a los líderes del G20, el CEO de GAVI Seth Berkley planteó que COVAX necesita las vacunas que ha comprado, ahora. COVAX no se formó como mecanismo de liquidación de donaciones. Los países que avanzaron lo suficiente en sus programas nacionales debieran intercambiar su lugar en la fila de espera de los fabricantes ante COVAX, para que puedan utilizarse esas vacunas buscando proteger a la gente más vulnerable del mundo. Hay que poner presión en los fabricantes para que sean transparentes en sus programas de producción, asegurando que no se quite prioridad a COVAX en favor de los negociados bilaterales.
-¿Qué aprendizajes dejó la pandemia por SARS-COV-2 que servirán para enfrentar la próxima pandemia?
-Una de las lecciones más importantes de esta pandemia fue tomar conciencia de que los brotes de enfermedades infeccionas no sólo representan riesgos para la salud, sino también para la seguridad global. El COVID-19 ha mostrado que ante la enorme pérdida de vidas, de la disrupción en la forma de trabajar y ganarse el pan, y por la devastación a largo plazo de la economía global, las pandemias tienen la aterradora capacidad de minar muy rápidamente la estabilidad global y, en última instancia, nuestra forma de vida.
Los líderes del G20 han mirado el futuro con la idea de crear nuevos esfuerzos globales y mecanismos de financiación, para que estemos preparados ante las pandemias y podamos saber que nunca más vamos a enfrentar una en la escala que estamos viendo hoy. Esta pandemia también representa una forma nueva de crisis globalizada, causada y exacerbada por un mundo moderno cada vez más interconectado.
Necesitamos soluciones que ningún gobierno por sí solo puede brindar, como la colaboración científica, sistemas de salud resilientes, e inversión a largo plazo en redes de salud globales. Con las pandemias, no va a funcionar el mostrarse fuertes, ni actuar en pos de la auto-preservación nacionalista. Es sólo con la colaboración global, la estrategia multilateral, y la compasión por encima de todo, que podremos prevenir o acabar con este tipo de desastres globales.
-¿Cree usted que una de las claves para esas soluciones futuras es la suspensión o protección de las patentes de las vacunas o medicamentos?
-Recibimos con alegría todo esfuerzo que ayude a aumentar la provisión global de vacunas contra el COVID-19, pero el compartir la propiedad intelectual de las vacunas es sólo una parte de la solución. Algunas vacunas contra el COVID-19 pueden implicar el uso de cientos de componentes: 50.000 pasos para la producción en cada caso, y al menos 70 controles de calidad. Renunciar a la propiedad intelectual no ayudará con eso, porque hace falta transferir conocimiento también.
Lo que enfrentamos hoy es una necesidad urgente de aumentar la provisión global. La demanda global de vacunas contra el COVID-19 es varias veces mayor a la provisión total anual global de todas las vacunas. Eso significa que necesitamos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para aumentar la producción, lo cual significa alentar a los fabricantes a compartir no sólo su propiedad intelectual con otros fabricantes, sino fundamentalmente a compartir el conocimiento técnico, vital en la producción de vacunas.
-¿Cómo analiza el rol de los antivacunas y cuál es su verdadero impacto en la eficaz gestión de la pandemia?
- La información equivocada que alimenta la duda a menudo se comparte con las familias, los amigos, y hasta hay políticos, líderes religiosos o expertos médicos [que dudan, por lo que la acción en el nivel de la comunidad es parte esencial de nuestra tarea. Los socios in situ de COVAX, que incluyen a los gobiernos y a UNICEF, trabajan estrechamente con líderes locales y religiosos y con movilizadores en las comunidades para brindar información y las herramientas de comunicación necesarias para responder cualquier pregunta o duda de la gente en cuanto a las vacunas.
GAVI se ha unido a la Alianza de Respuesta Infodémica de África (AIRA, en inglés) y trabajamos con nuestros socios centrales, la OMS y UNICEF, para contrarrestar la información errónea sobre las vacunas contra el COVID-19, y complementar los esfuerzos por crear conciencia sobre salud pública, por comprometer a las comunidades y por generar demanda.
-El loable trabajo mancomunado que emprendió la ciencia mundial para contar en menos de 1 año con vacunas para detener el avance del virus. ¿Qué se puede capitalizar de eso? ¿Cómo incentivar la transferencia tecnológica, los presupuestos y la formación científica con criterio global, sin que el mapa quede dividido entre países con acceso y otros plenamente desfavorecidos?
-Hemos aprendido muchísimo de esta pandemia. Sabemos que tenemos que trabajar juntos, todos los países, las organizaciones multilaterales, la sociedad civil, y la industria para luchar contra el COVID-19. Nadie está a salvo hasta tanto todos estén a salvo.
Con el COVID-19 construimos COVAX como solución global. Al hacer que haya vacunas disponibles en forma equitativa para todos los rincones del mundo, COVAX no sólo está salvando millones de vidas protegiendo cientos de millones más, sino que además ofrece un camino de salida de esta pandemia y hacia la recuperación económica que es más efectivo, también en cuanto a costos, que cualquier forma de estímulo fiscal o monetario. Para cumplir nuestros objetivos por completo hace falta un verdadero cambio de mentalidad hacia la globalización de los recursos que tenemos: las vacunas. Los gobiernos del G20 tienen el poder de guiar en este camino, poniendo fin al acopio de vacunas y a la prohibición de exportarlas, y donando más dosis a COVAX, además de asegurar que las recibamos más rápido.
La infraestructura de salud global se ha fortalecido, lo que significa que debiéramos ser capaces de responder más rápido y con más fuerzas ante futuras amenazas. Pero sabemos que no todas las pandemias serán iguales, y que cada una requerirá de respuestas que les serán únicas, convocando a distintos componentes del paisaje de la salud global.
Siempre existe la tentación de construir una nueva burocracia. Lo que necesitamos es un fortalecimiento integral de la capacidad en materia de salud global para que podamos activar rápido el mismo tipo de red que creamos para COVAX, al tiempo de aprovechar y recaudar más recursos financieros, logísticos y humanos para evitar que los países más pobres queden atrás. Hemos hecho las cosas mejor con el COVID-19 que con cualquier otra crisis de salud del pasado, pero la inequidad actual global en cuanto a las vacunas nos muestra que necesitamos hacer más, y más rápido la próxima vez.
SEGUIR LEYENDO: