Desde el comienzo de la pandemia por COVID-19 los niños nunca fueron considerados entre los grupos de riesgo, a excepción de aquellos que padecen alguna enfermedad de base que pone a sus sistemas inmunes en “desventaja” frente al de sus pares.
Ahora, la ciencia aporta cada vez más datos para confirmar lo que en la práctica se observaba: los menores se contagian del coronavirus igual que los adultos pero presentan menos síntomas.
Es más, un estudio publicado recientemente en la revista JAMA Pediatrics de la Asociación Médica Estadounidense arrojó que sólo la mitad de los niños que contrajeron el virus tenían un caso sintomático, en comparación con el 88% de los adultos.
Así las cosas, los niños y los adultos tienen riesgos similares de infectarse por el SARS-CoV-2, pero existe una proporción “mucho mayor” de niños infectados que no muestran síntomas del virus.
El estudio dirigido por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), en colaboración con investigadores de la Universidad de Salud de Utah (EEUU), la Universidad de Columbia y el Laboratorio de Virología de Marshfield se suma al creciente cuerpo de evidencia acerca de que los niños y adolescentes generalmente están más seguros ante el virus que los mayores y tienen un bajo riesgo de complicaciones graves o la muerte.
Christina Porucznik es profesora de Salud Pública en la Universidad de Utah, y dirigió la investigación de 189 familias de ese lugar, y resaltó que “a menudo parecía que los niños no estaban enfermos porque no tenían ningún síntomas”.
En concreto, el estudio, denominado C-HEaRT, analizó 310 hogares con uno o más niños de 0 a 17 años en Utah y en Nueva York, lo que supuso un total de 1.236 participantes que reportaban sus test de PCR semanales y completaban cuestionarios sobre síntomas también todas las semanas.
Se observó a cada persona durante 17 semanas y el informe incluyó un total de 21.465 personas-semanas de tiempo de vigilancia. Los resultados fueron recolectados desde septiembre de 2020 hasta abril de 2021, antes de que surgiera la variante Delta en los EEUU, y las conclusiones determinaron que los niños y adultos tenían tasas similares de infección, aunque la mitad de los niños eran asintomáticos.
Además, se vio que en los hogares con una o más personas infectadas, el riesgo promedio general de infección fue del 52%. Los investigadores indican que seguirán realizando estudios para conocer si las diferencias en densidad de viviendas, el momento de aparición de la variante Delta u otros factores contribuyeron a las diferencias en las tasas de transmisión en los hogares en Utah y Nueva York.
Los autores reconocieron en la publicación que “se necesitan más datos sobre el riesgo de infección por SARS-CoV-2 en niños en comparación con adultos para informar las estrategias de prevención y comunicación de riesgos de COVID-19, incluidas las políticas de vacunación de COVID-19 para niños”.
Los resultados subrayan, para Porucznik, la necesidad de realizar pruebas de vigilancia y de que los niños continúen con las medidas de seguridad de salud pública para proteger a las personas que los rodean.
Estudios anteriores ya habían dado cuenta que las personas menores de 18 años representaron menos del 2% de las hospitalizaciones debido a COVID-19 en los EEUU: un total de 3.649 niños entre marzo de 2020 y fines de agosto de 2021. Algunos niños se enferman gravemente y más de 420 murieron en ese país, pero la mayoría de las personas con enfermedades graves fueron adultos, una tendencia que se confirma en muchas partes del mundo.
Esto hace que el SARS-CoV-2 sea anómalo. Para la mayoría de los otros virus, desde la influenza hasta el virus sincitial respiratorio, los niños pequeños y los adultos mayores suelen ser los más vulnerables. Sin embargo, con el COVID-19, el extremo más joven de esa curva se corta en gran medida. Es “absolutamente extraordinario”, advirtió Kawsar Talaat, médico de enfermedades infecciosas de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg en Baltimore, Maryland. “Uno de los pocos aspectos positivos de esta pandemia es que los niños están relativamente a salvo”.
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