Un equipo de investigadores de los Estados Unidos encontró huellas que indicarían que miembros de las comunidades indígenas de América del Sur arribaron y residieron con estadías cortas en las Islas Malvinas mucho antes que el marinero inglés John Strong en 1690. Los resultados de la investigación se publicaron hoy en la prestigiosa revista Science Advances de la Asociación Estadounidense para el Avance de las Ciencias.
Hasta ahora, se ha sostenido que exploradores europeos habían sido los primeros en pisar las islas Malvinas. Sin embargo, los resultados de un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Maine, liderados por la investigadora Kit Hamley, indican lo contrario: sostienen que hubo presencia humana antes de la llegada de los europeos.
En diálogo con Infobae, hoy la científica Hamley dijo: “Aunque no podemos estar seguros, consideramos que el pueblo indígena que más probablemente haya visitado las Malvinas fue el pueblo yagán, cuyas comunidades descendientes aún están presentes tanto en Chile como en Argentina”. Y agregó: “Los relatos etnográficos de los yaganes en la época sugieren que los mamíferos marinos y las aves marinas, principalmente los pingüinos, eran sus principales fuentes de alimento. Eran cazadores marítimos muy hábiles que habrían tenido la capacidad de navegar hasta las Malvinas”.
Al visitar en diferentes expediciones y hacer excavaciones en las Islas Malvinas, Hamley y sus colegas encontraron huesos de animales, registros de carbón vegetal y otras pruebas de las islas Malvinas y las examinaron en busca de indicios de actividad humana mediante la datación por radiocarbono y otras técnicas de laboratorio. Una huella de la actividad humana antes de la llegada de los europeos -según los investigadores- procede de un registro de carbón vegetal de 8.000 años de antigüedad recogido en una columna de turbera de la isla Nueva.
Según los investigadores, el registro mostraba indicios de un marcado aumento de la actividad de combustión en el año 150 de la era cristiana, y más picos abruptos y significativos de combustión en los años 1410 y 1770 de la era cristiana, el último de los cuales se corresponde con el asentamiento europeo inicial.
Los investigadores también recogieron muestras de lobos marinos y pingüinos en la Isla Nueva, cerca del lugar donde un propietario descubrió una punta de proyectil de piedra que coincide con la tecnología que los indígenas de América del Sur han utilizado durante los últimos 1.000 años. Los huesos estaban amontonados en montones en un sitio. La ubicación, el volumen y el tipo de huesos indican que los montículos fueron probablemente ensamblados por humanos, según los investigadores estadounidenses.
¿Por qué las comunidades indígenas no se habrían quedado a habitar las Islas Malvinas de manera permanente?, preguntó Infobae. “Hasta la fecha, ha aparecido muy poco material cultural en las Islas Malvinas. Esto que sugiere que es poco probable que los indígenas sudamericanos vivieran allí durante largos períodos de tiempo. Cuanto más grande sea la población humana y más larga la duración de la ocupación, más artefactos se esperaría que dejaran. Esta es una cuestión que ciertamente necesita un examen más profundo, pero nuestro estudio apoya la idea de que la visita indígena fue probablemente breve y por un pequeño número de personas”, contestó Hamley.
Para tener más respuestas, los investigadores ya están planificando los próximos pasos. “Nuestro siguiente paso en esta investigación es ponernos en contacto con las comunidades descendientes de los yaganes para comprobar su interés en trabajar juntos para crear una asociación que permita seguir explorando estas líneas de investigación. Las comunidades indígenas son las verdaderas poseedoras del conocimiento del pasado y creemos que la colaboración reforzaría enormemente la comprensión de estos y otros acontecimientos anteriores”, dijo Hamley a Infobae.
En marzo pasado, el Gobierno de Tierra del Fuego había anunciado que se inscribió a la Comunidad Indígena Yagan Paiakoala de Ushuaia. A partir de ese momento, la provincia pasó a tener dos pueblos originarios -los Selk’nam y los Yaganes- reconocidos por el Estado nacional.
En 1833, la ocupación británica de las islas Malvinas fue durante operación militar del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. En 1982 el conflicto desencadenó la guerra entre ambos países. Y la Argentina mantiene aún su reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas ante Naciones Unidas. Al respecto, la científica aclaró: “No soy investigadora en ciencias políticas y el período del que hablamos en nuestro trabajo es anterior a estos acontecimientos, e incluso a los países implicados en esas disputas. Lo que creo que es realmente emocionante de este hallazgo es que habla de nuestra historia humana más amplia, y del ingenio de los pueblos indígenas, que fueron los primeros exploradores en el lugar”.
Hamley es investigadora graduada de la Fundación Nacional de Ciencias del Instituto de Cambio Climático de la Universidad de Maine. Una de las puntas iniciales del hallazgo fue una inquietud que ha preocupado hasta el mismo naturalista Charles Darwin en el siglo XIX. En las Islas Malvinas, existió un zorro, el guará, que se extinguió, y muchos se han preguntado cómo había llegado esa especie al lugar tan austral. Se lo considera un mamífero nativo que residía en las islas Malvinas en el momento de la llegada de los europeos. La caza posterior acabó con la especie en 1856, y pasó a ser el primer cánido extinto del registro histórico de la humanidad. También lo llaman zorro-lobo malvinense.
Hamley ahora plantea la hipótesis de que los humanos podrían haber introducido la especie en el archipiélago antes del asentamiento europeo. Muchos rechazaron antes esta teoría por falta de pruebas científicas, pero los últimos hallazgos del equipo de Hamley reabren esa posibilidad. “Es posible que los indígenas sudamericanos hayan domesticado al guará, como hicieron con otros zorros y cánidos, y los hayan llevado a las islas durante sus viajes y estancias de corta duración”, señaló.
Durante una expedición a las Islas Malvinas en 2018, Hamley y sus colegas encontraron tres muestras de huesos de guará en la granja de Spring Point. La datación por carbono y el análisis isotópico revelaron que los animales cuyos huesos se analizaron tenían una dieta basada en el mar que consistía principalmente en depredadores marinos de alto nivel” como los leones marinos y las focas de piel, una dieta similar a la de los sudamericanos indigenistas marinos en la prehistoria, según los investigadores. Aunque estos hallazgos podrían reflejar la búsqueda de comida en la costa, podrían ejemplificar los alimentos que sus potenciales homólogos humanos se procuraban y comían.
“Por el momento, no se han identificado huesos fósiles de guará en Sudamérica”, informó la científica a Infobae. “Sin embargo, también hay un poco de debate sobre si el guará y el Dusicyon avus eran realmente especies separadas y no sólo poblaciones distintas de la misma especie”, agregó. El Dusicyon avus es otra especie de cánido cuyos restos fósiles se han encontrado en el actual territorio de Argentina, Uruguay y Brasil y se lo considera extinguido.
“La fecha de extinción de D. avus se ha adelantado recientemente a hace sólo unos cientos de años, lo que sugiere que su historia de interacción con los humanos fue mucho más larga de lo que se pensaba, incluso durante el período de tiempo en el que nos centramos en nuestro artículo”. Se han encontrado fósiles del pariente continental más cercano del guará, el Dusicyon avus, en muchos contextos arqueológicos, incluido un yacimiento Loma de los Muertos, en la actual provincia de Río Negro, Argentina.
En este yacimiento argentino, un individuo joven de ese animal data de aproximadamente 2.900 años antes de Cristo y fue enterrado de la misma manera que los enterramientos humanos cercanos. “Esto demostró que los zorros se habían integrado en la sociedad más allá de ser un carroñero de campamento. Es otro punto que necesita más investigación para aclarar la relación entre D. avus y el guará, y para identificar los contextos arqueológicos específicos en los que aparece D. avus”, resaltó la investigadora.
Hamley realizó su investigación durante tres expediciones a las Islas Malvinas en 2014, 2016 y 2018. Durante el viaje de 2016, participó en un programa través del cual los científicos dan a los estudiantes secundarios un vistazo a su trabajo a través de actualizaciones de la expedición en vivo, chats de Twitter y videos.
“A medida que el mundo se calienta, esperamos que nuestra creciente comprensión de la historia precolonial de las Malvinas ayude a los responsables de la toma de decisiones a equilibrar las necesidades de la vida silvestre y de las personas, que dependen del ecoturismo, la pesca y otras industrias”, dijo Jacquelyn Gill, investigadora en paleoecología de la Fundación Nacional de Ciencias de EE.UU. en un comunicado, y coautora del trabajo. “Apenas estamos empezando a reconstruir el papel que desempeñaba la gente en las Malvinas antes del asentamiento europeo. Debido a los siglos de colonialismo en el continente, se perdió gran parte del conocimiento oral sobre este período. La ciencia occidental necesita actualizarse, y esperamos que los trabajos futuros se realicen en colaboración con los indígenas actuales de la región; sus antepasados fueron los primeros expertos aquí”, comentó Gill.
“Los resultados de la investigación publicada en Science Advances liderada por Hamley son valiosos porque permiten comparar los cambios ambientales en las Islas Malvinas y la Patagonia continental durante los últimos 10.000 años. Hubo otras investigaciones previas hace más de 20 años. Ahora, están creando un registro independiente. Hoy es importante preguntarse cómo llegó ese carbón vegetal a las turberas de las Islas Malvinas. En el trabajo publicado, se considera al carbón como indicio de la actividad humana, pero también podría haber otras causas de su presencia en el lugar que también son consideradas por los investigadores de Estados Unidos. Considero que aún se necesitarán encontrar más pruebas directas sobre la ocupación de comunidades indígenas al archipiélago previa a la de los europeos, comentó a Infobae María José Figuerero, investigadora del Instituto de Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
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