Anna Kemp nació en Inglaterra, y vivió más de 30 años en España. El año pasado tuvo el COVID-19, y después empezó a tener varias dificultades. “Me falta agilidad mental. Me siento como si me estuviera comunicando a través de un vaso de cristal”, dijo. La mujer participó con su testimonio y su imagen en una muestra sobre las secuelas del COVID-19 que se hizo en España para advertir el problema el año pasado.
Ahora, la investigación científica está brindando más detalles sobre qué les pasa a los pacientes que enfrentan síntomas como la neblina mental tras el COVID-19. Se encontró en los Estados Unidos que las tasas de disfunción cognitiva o niebla mental tiene un promedio de duración de 7,6 meses después de que los pacientes han tenido la enfermedad COVID-19.
La niebla mental consiste en tener dificultad en la concentración, la memoria y falta de claridad en los pensamientos. Puede producirse por tomar algunos medicamentos o por el efecto del jet lag después de muchas horas de vuelos en avión. Pero la enfermedad de COVID-19 también puede generar niebla mental con síntomas específicos.
La investigación fue realizada por científicos de la Escuela de Medicina Icahn del Sistema de Salud Mount Sinai, en Nueva York, Estados Unidos. Fue publicada en la revista JAMA Network Open. Se encontró que casi una cuarta parte de los pacientes que tuvieron COVID-19 experimentaron algunos problemas de memoria. Aunque los pacientes que habían necesitado hospitalización eran más propensos a padecer la llamada “niebla mental” después de la infección, el estudio también identificó que hubo algunos pacientes ambulatorios que sufrieron el deterioro cognitivo.
El problema de la “niebla mental” puede persistir durante meses en los pacientes de COVID-19, incluso en algunos que no fueron hospitalizados. “En este estudio, encontramos una frecuencia relativamente alta de deterioro cognitivo varios meses después de que los pacientes enfermaran por COVID-19. Las deficiencias en el funcionamiento ejecutivo, la velocidad de procesamiento, la fluidez de las categorías, la codificación de la memoria y el recuerdo fueron predominantes entre los pacientes hospitalizados”, escribieron en el estudio Jacqueline Becker y sus colegas de Nueva York.
“Este patrón es coherente con los primeros informes que describen un síndrome disejecutivo después del COVID-19 y tiene implicaciones considerables para los resultados ocupacionales, psicológicos y funcionales”, señalaron los investigadores. El trabajo incluyó datos desde abril de 2020 hasta mayo de 2021 sobre 740 pacientes con COVID-19 sin antecedentes de demencia.
La edad media de los pacientes era de 49 años. Se evaluó el funcionamiento cognitivo de cada paciente y los investigadores analizaron la frecuencia del deterioro cognitivo entre ellos. Tras el análisis de los datos, los investigadores encontraron que el 15% e los pacientes mostraba déficits en la fluidez al hablar; el 16% en un conjunto de habilidades mentales llamado funcionamiento ejecutivo; el 18% mostraba déficits en la velocidad de procesamiento cognitivo; el 20% en la capacidad de procesar categorías o listas; el 23% en el recuerdo de la memoria y el 24% en la codificación de la memoria, entre otras deficiencias.
Los investigadores observaron que los pacientes hospitalizados eran más propensos a presentar deficiencias en la atención, el funcionamiento ejecutivo, la fluidez de las categorías y la memoria. Por ejemplo, en lo que respecta a la memoria, los investigadores descubrieron que el 39% de los pacientes hospitalizados presentaba un deterioro en esa área, en comparación con el 12% de los pacientes que no fueron internados. En lo que respecta a la codificación de la memoria, los datos mostraron que el 37% de los pacientes hospitalizados presentaba deficiencias, en comparación con el 16% de los pacientes ambulatorios.
Los autores reconocieron la posibilidad de un sesgo en la muestra, porque los pacientes habían acudido al Sistema de Salud del Monte Sinaí porque ya estaban experimentando síntomas. Pero igualmente destacaron el impacto que puede tener el síndrome del Post COVID o COVID Prolongado en la salud mental de las personas que tienen la infección.
“La asociación del COVID-19 con el funcionamiento ejecutivo plantea cuestiones clave en relación con el tratamiento a largo plazo de los pacientes”, escribieron los investigadores. “Se necesitan más estudios para identificar los factores de riesgo y los mecanismos subyacentes a la disfunción cognitiva, así como las opciones de rehabilitación”, sostuvieron los investigadores como un llamado a la comunidad científica para que se realicen más estudios sobre el problema de la neblina mental.
En abril, otra investigación publicada en la revista Lancet Psychiatry había señalado que hasta 1 de cada 3 personas con COVID-19 presentaba síntomas neurológicos o de salud mental a más largo plazo. “Aunque la mayoría de las personas con COVID-19 mejoran a las pocas semanas de la enfermedad, algunas personas experimentan condiciones posteriores al COVID”, señalan los Centros para el Control y la Prevención de las enfermedades (CDC) de los Estados Unidos en su sitio web.
“Las afecciones posteriores al COVID son una amplia gama de problemas de salud nuevos, recurrentes o continuos que las personas pueden experimentar cuatro o más semanas después de haberse infectado por primera vez con el virus que causa el COVID-19″, explicaron los CDC a la comunidad.
“La niebla mental es un término popular. El trastorno existía antes del COVID-19 por otros factores. En el caso del COVID-19, tiene un perfil específico, y puede persistir más de 7 meses después de haber tenido la infección por el coronavirus”, aseguró en diálogo con Infobae Ricardo Allegri, investigador del Conicet y jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría de Fleni. En esta institución dedicada a la investigación y a la atención de pacientes de Argentina se hizo un relevamiento sobre los síntomas.
Se seleccionaron 45 pacientes con “niebla mental” y 45 de controles sanos. “En general, el impacto no es tanto sobre la memoria, sino sobre la atención”, dijo Allegri. En este estudio en Argentina, se encontró que el 30% de los pacientes que habían tenido el coronavirus tenía problemas de atención y el 25% expresó tener afectada su capacidad para resolver problemas de la vida diaria.
Ante el desarrollo de los síntomas de niebla mental, cada persona afectada “debería hacer una consulta médica y una evaluación cognitiva. Según el diagnóstico, se puede hacer rehabilitación específica”, especificó el doctor Allegri. Además, la alimentación saludable -la dieta mediterránea-, la actividad social con otras personas, y la actividad física también son claves para recuperarse de la niebla mental.
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