La contaminación del aire generalmente contribuye a varios problemas de salud en los pulmones e incluso en el cerebro. Sin embargo, un nuevo estudio encuentra que las partículas tóxicas en el aire también pueden ser un desencadenante para los trastornos cardíacos.
El estudio, realizado en la región de Lombardía en Italia, reveló una relación dosis-respuesta entre el número de casos de paro cardíaco y los niveles de contaminantes del aire. Los hallazgos identifican contaminantes específicos por primera vez, arrojando nueva luz sobre cómo este fenómeno impacta el corazón.
“Estudiamos siete contaminantes comunes y descubrimos que a medida que aumentaba la concentración de cada uno, se incrementaba el riesgo de paro cardíaco -explicó la autora principal del estudio, Francesca R. Gentile, de la Fundación Policlínico San Matteo-. Los hallazgos sugieren que la calidad del aire debe incorporarse en modelos predictivos para ayudar a los sistemas de salud a planificar los requisitos de los servicios”.
Estos contaminantes incluyen partículas diminutas llamadas PM10 y PM2.5 y gases como dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre, monóxido de carbono y benceno. Los investigadores indicaron que “las partículas diminutas ingresan al torrente sanguíneo desde los pulmones, lo que puede provocar enfermedades cardiovasculares, cáncer, demencia y otras enfermedades”.
“Las relaciones observadas entre las concentraciones de contaminantes individuales y la probabilidad de un paro cardíaco podrían usarse en el futuro para predecir la incidencia de esta condición potencialmente mortal en áreas geográficas específicas”, detalló Gentile.
Los resultados fueron obtenidos a través de una revisión clínica de más de 1,5 millones de personas residentes en áreas urbanas y rurales en Pavía, Lodi, Cremona y Mantua en 2019. El equipo a cargo de Gentile recopiló información sobre la incidencia diaria de paro cardíaco del registro de salud Lombardia Care, que compararon con los datos de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente (ARPA) sobre los productos químicos. El estudio encuentró más casos de enfermedad cardíaca que lo habitual cuando las concentraciones de contaminantes son significativamente más altas.
¿El frío es factor de riesgo?
El fenómeno se aplicó a todos los contaminantes del estudio, después de tener en cuenta los cambios de temperatura diarios promedio. Los investigadores incluyeron el ozono, un gas de efecto invernadero, que también contribuyó a un aumento en el riesgo de paro cardíaco. El riesgo también aumentó cuando las temperaturas bajaron. Los estudios demuestran que el clima frío aumenta el riesgo de paro cardíaco.
En total, se registraron 1.582 paros cardíacos extrahospitalarios durante el análisis llevado a cabo por un año, un promedio de 0,3 casos por cada 100.000 habitantes al día. Las concentraciones de PM10, PM2.5, dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono, benceno y dióxido de azufre fueron significativamente más altas en los días con una incidencia de paro cardíaco por encima de la mediana, en comparación con los días en que la incidencia estuvo por debajo de la mediana. En el análisis inicial, el ozono mostró una contratendencia, estando en una concentración significativamente mayor en el período de baja incidencia.
“Esperamos que el monitoreo de contaminantes del aire pueda mejorar la eficiencia de los servicios de salud al incluirse en los modelos de pronóstico de ambulancias y los sistemas de alerta. Además de ser una amenaza para el ecosistema, se acumula evidencia de que el aire sucio debe considerarse un factor modificable que contribuye a las enfermedades cardiovasculares, adviertieron los autores del estudio.
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