En el mundo se han descripto 45 especies de coronavirus. El primero se encontró en 1965, pero estos virus se han vuelto populares por la pandemia que provocó el coronavirus SARS-COV-2 a partir de diciembre de 2019, y hay miles de investigadores intentando comprender la enfermedad, sus secuelas y las vacunas que ya han demostrado alta eficacia y seguridad. En Estados Unidos, se demostró por primera vez que tanto las vacunas que se desarrollaron contra el COVID-19 como haber tenido la infección por el coronavirus circulante en el mundo pueden proporcionar una amplia inmunidad contra otros coronavirus similares.
La investigación fue liderada por el científico colombiano Pablo Peñaloza MacMaster, quien investiga en la Universidad de Medicina Northwestern, de los Estados Unidos. El hallazgo construye una base para las vacunas universales contra los coronavirus que podrían resultar útiles ante futuras epidemias.
“Hasta nuestro estudio, lo que no estaba claro es, si uno se expone a un coronavirus, puede tener protección cruzada frente a otros coronavirus. Y hemos demostrado que sí la tiene”, afirmó Peñaloza-MacMaster, que es profesor adjunto de microbiología e inmunología de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad de Medicina Northwestern. Los resultados se han publicado recientemente en la revista Journal of Clinical Investigation.
Se los llama coronavirus por la corona de puntas que se ve alrededor de la superficie del virus. Hoy se sabe que los coronavirus pueden infectar aves y mamíferos y producir una serie de enfermedades respiratorias y digestivas. También pueden infectar al ser humano, y causar desde los resfríos comunes hasta enfermedades más graves.
En la actualidad, se identifican tres principales familias de coronavirus que causan enfermedades humanas. Una familia es la del Sarbecovirus, que incluye al virus SARS-CoV-1, que responsable del brote de Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) de 2003. Allí también se incluye al SARS-CoV-2, que causa el COVID-19. Otra familia es la de los Embecovirus, que incluye el OC43, a menudo responsable del resfriado común.
La tercera familia de los coronavirus es la de los Merbecovirus, que incluye al virus responsable del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), notificado por primera vez en 2012. El MERS puede infectar a humanos, murciélagos y camellos y generó una epidemia que afectó a personas de 21 países hasta 2015.
El equipo del científico colombiano se puso a estudiar qué pasaba con las vacunas y la protección contra los diferentes coronavirus. Encontraron que el plasma de seres humanos vacunados contra el SARS-CoV-2 produjo anticuerpos de reacción cruzada (que proporcionaron protección) contra el SARS-CoV-1 y el coronavirus del resfriado común (OC43).
El estudio también descubrió que los ratones inmunizados con una vacuna contra el SARS-CoV-1 desarrollada en 2004 generaban respuestas inmunitarias que los protegían de la exposición intranasal del SARS-CoV-2. Por último, el estudio descubrió que las infecciones previas por coronavirus pueden proteger contra infecciones posteriores por otros coronavirus.
Los ratones que habían sido inmunizados con las vacunas COVID-19 y que posteriormente fueron expuestos al coronavirus del resfriado común (HCoV-OC43, que es diferente de la secuencia del SARS) estaban parcialmente protegidos contra el resfriado común, pero la protección era mucho menos sólida, según el estudio.
Según los científicos, la explicación para comprender ese resultado es que tanto el SARS-CoV-1 como el SARS-CoV-2 son genéticamente similares -como primos entre sí-, mientras que el coronavirus del resfriado común es más divergente del SARS-CoV-2. “Mientras el coronavirus tenga un parentesco superior al 70%, los ratones estaban protegidos”, dijo Peñaloza MacMaster. “Si estuvieran expuestos a una familia de coronavirus muy diferente, las vacunas podrían conferir menos protección”.
¿Habrá alguna vez una vacuna universal contra los coronavirus? Teniendo en cuenta lo diferente que es cada familia de coronavirus, la respuesta es “probablemente no”, dijeron los autores del estudio. Sin embargo, se puede encontrar un camino para desarrollar una vacuna para cada familia de coronavirus (Sarbecovirus, Embecovirus y Merbecovirus), dijeron.
“Nuestro estudio nos ayuda a reevaluar el concepto de una vacuna universal contra el coronavirus”, señaló Penaloza-MacMaster. “Es probable que no haya ninguna, pero podríamos acabar con una vacuna genérica para cada una de las principales familias de coronavirus, por ejemplo una vacuna universal contra el Sarbecovirus para el SARS-CoV-1, el SARS-CoV-2 y otros coronavirus relacionados con el SARS; o una universal contra el Embecovirus para el HCoV-OC43 y el HKU1 que causan resfriados comunes”.
Consultado por Infobae, el doctor Mariano Pérez Filgueira, de la Sociedad Argentina de Virología y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), comentó sobre el estudio en Estados Unidos: “Se trata de una investigación interesante al centrarse en las diferentes familias de coronavirus, incluyendo los de alta y baja patogenecidad. Existe un cierto grado de reactividad cruzada de los anticuerpos a partir de una vacuna que se desarrolló para un determinado virus”. Además, el experto dijo que la reactividad cruzada puede asociarse a diferentes proteínas de los virus. “Desde el punto de vista de la inmunidad celular, es más común que haya reactividad cruzada que la inmunidad de anticuerpos. Porque se toleran diferencias menores entre los virus y las vacunas o la inmunidad por haber tenido la infección igualmente dan protección contra otras especies de coronavirus”.
En el estudio publicado, Peñaloza MacMaster colaboró con el doctor Igor Koralnik, médico de la misma universidad y jefe de enfermedades neuroinfecciosas y neurología global en Feinberg, y con Lavanya Visvabharathy, investigadora postdoctoral asociada en manifestaciones neurológicas de COVID-19 en Feinberg, para evaluar las respuestas inmunitarias en seres humanos que recibieron vacunas contra el SARS-CoV-2, así como en pacientes de COVID-19 ingresados en el Hospital Northwestern Memorial.
“Descubrimos que estos individuos desarrollaron respuestas de anticuerpos que neutralizaron un coronavirus del resfriado común, el HCoV-OC43″, dijo Peñaloza MacMaster. “Ahora estamos midiendo cuánto dura esta protección cruzada”.
Después de analizar el estudio realizado en Estados Unidos, la doctora Alejandra Capozzo, investigadora en virología del Conicet, señaló en diálogo con Infobae que hay respuesta inmune cruzada porque hay epítopes que son iguales entre diferentes coronavirus que tienen porciones de algunas proteínas que están conservadas. Este es el concepto de inmunidad cruzada que no quiere decir que sea inmunidad protectora. Siempre vale la pena investigar la posibilidad de inmunidad cruzada, ya que además el repertorio de inmunidad específica se va ampliando a medida que el individuo entra en contacto con diferentes virus y vacunas que tienen los epítopes”.
En el estudio publicado, miden protección en ratones, y la protección inmunológica heteróloga a través de infecciones experimentales en un momento temprano después de la vacunación o después de la infección, señaló la doctora Capozzo. Un desafío pendiente, según la investigadora, será saber “qué pasa en el tiempo, cuánto se sostiene esa protección y qué tan trasladable es esta información a lo que sucede en los seres humanos u otros animales susceptibles a la infección por coronavirus”.
Los resultados que publicaron en la revista The Journal of Clinical Investigation se alcanzaron con la experiencia ganada por otras investigación. Antes de la pandemia de COVID-19, Peñaloza MacMaster había estudiado las vacunas contra el VIH durante una década. Esas vacunas aún están en desarrollo y en ensayos clínicos. Los conocimientos sobre cómo muta el virus del VIH llevaron al científico a cuestionar la reactividad cruzada de las vacunas contra los coronavirus.
“Una de las razones por las que no tenemos una vacuna eficaz contra el VIH es porque es difícil desarrollar anticuerpos de reactividad cruzada”, dijo Penaloza-MacMaster. “Así que pensamos: ‘¿Y si abordamos el problema de la variabilidad de los coronavirus (que es fundamental para desarrollar vacunas universales contra los coronavirus) del mismo modo que estamos abordando el desarrollo de la vacuna contra el VIH?” Junto con el científico también colaboraron Tanushree Dangi y Nicole Palacio, coautoras del trabajo.
Recientemente, el reconocido médico infectólogo Pedro Cahn, había explicado a Infobae sobre las diferencias en el desarrollo de vacunas contra VIH y el COVID-19. “Si bien se trata de dos virus diferentes, se había aprendido mucho a partir de la pandemia del VIH. En el caso del coronavirus, afecta diferentes células del organismo y puede causar neumonías, entre otros trastornos. El sistema inmune puede responder ante la infección por el coronavirus y la persona tiene más chances de sobrevivir. En cambio, el VIH entra en las células del sistema inmune y por eso afecta la respuesta que el organismo puede realizar para defenderse. Esta gran diferencia hizo que las vacunas contra el COVID-19 fueran más fáciles de lograr que una vacuna efectiva para la infección por el VIH”, aseveró.
La Fundación Huésped, que es presidida por Cahn, es uno de los centros de investigación clínica donde se está llevando a cabo el estudio Mosaico, que evalúa la eficacia y la seguridad de una potencial vacuna preventiva del VIH. También ese ensayo se realiza con voluntarios de los Estados Unidos, Perú, Brasil, México, Italia, y Polonia. Ya está en fase 3, y según Cahn los resultados estarán disponibles en 2023.
SEGUIR LEYENDO: