La científica Sarah Gilbert, de la Universidad de Oxford, lideró el desarrollo y los ensayos de la vacuna universal contra la gripe en 2011. Pasó a ser una celebridad mundial con su liderazgo en el desarrollo de la vacuna contra el COVID-19 que estuvo disponible en diciembre pasado y fue comercializada por la empresa AstraZeneca, que ya entregó más de 1.500 millones de dosis en el planeta. Pero la investigadora no descansa. Ya está enfocada en crear vacunas para 12 enfermedades que han empezado a golpear a diferentes regiones del mundo recientemente.
La profesora Gilbert, trabaja en el Instituto Jenner, y pone su energía en una nueva generación de vacunas. Antes del COVID-19, había trabajado contra la gripe. Pero con la vacuna contra el coronavirus, se desarrolló una nueva plataforma que podrá servir para los inoculantes contra otras enfermedades.
La vacuna creada por Gilbert y su equipo el año pasado utilizó una versión debilitada de un virus del resfrío común (adenovirus), que causa infecciones en chimpancés y contiene el material genético de la proteína espiga del SARS-CoV-2. Luego de la vacunación, el sistema inmunitario queda preparado para neutralizar el virus SARS-CoV-2 en caso de una infección. Después de la vacunación, se produce la proteína de pico de superficie, preparando al sistema inmunitario para atacar el virus SARS-CoV-2 si luego infecta el cuerpo. El adenovirus recombinante (ChAdOx1) se eligió para generar una fuerte respuesta inmune, a partir de una dosis única y no se replica, por lo que no puede causar una infección en el individuo vacunado.
Según informa el sitio oficial del Instituto donde trabaja Gilbert, su equipo está concentrado en dar respuestas a 12 enfermedades emergentes y reemergentes que se consideran prioritarias por la morbilidad y la mortalidad que generan en el mundo. Una de ellas es el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés), que es causado por otro coronavirus.
En 2012, el MERS se aisló por primera vez en un paciente de Arabia Saudita de 60 años que presentaba una neumonía aguda e insuficiencia renal grave. Desde 2012 a julio de 2017 se habían reportado 2.040 casos. Afectó más a hombres que a mujeres, y tuvo una tasa de mortalidad de aproximadamente el 30 %, que es superior a la del COVID-19.
También hay estudios para hacer una vacuna contra la fiebre de Lassa, que es una infección por arenavirus, a menudo mortal, que aparece con mayor frecuencia en África Occidental. Puede comprometer múltiples sistemas. También la mirada está puesta en la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, una enfermedad muy extendida causada por un virus transmitido por garrapatas. Este virus causa graves brotes de fiebre hemorrágica viral, con una tasa de letalidad que alcanza hasta el 40%. Es endémica en África, los Balcanes, Oriente Medio y Asia.
Además, el equipo de Gilbert tiene interés en vacunas contra enfermedades que afectan más en América Latina, como el Zika, dengue y Chikunguña, que son transmitidas por mosquitos. En el caso del Zika, el virus fue aislado por primera vez en 1947 en el bosque de Zika, en Uganda, África. Desde entonces, se ha encontrado principalmente en África y ha generado brotes pequeños y esporádicos también en Asia.
El 3 de marzo de 2014, Chile notificó a la OPS/OMS la transmisión autóctona de fiebre por virus del Zika en la isla de Pascua. En mayo de 2015, las autoridades de salud pública de Brasil confirmaron la transmisión de virus del Zika en el nordeste del país, y en julio del mismo año se detectó en ese país su asociación al síndrome de Guillain-Barré. A partir de entonces hubo una epidemia en diferentes países de América Latina, según la Organización Panamericana de la Salud.
Además, el grupo de investigación de Gilbert está abocado a encontrar soluciones para Nipah, Ébola, Fiebre del valle del Rift, Hantavirus (que se transmite por el contacto con roedores), Peste, virus de Marburgo, y Fiebre Q.
También la empresa estadounidense Moderna, que desarrolló otra de las vacunas contra el COVID-19, está considerando usar su plataforma para hacer una vacuna contra el virus Nipah, que mata hasta las tres cuartas partes de las personas infectadas. Para Gilbert, los grandes desafíos para el desarrollo de las nuevas vacunas será conseguir que sean estables y más dinero para sostener las investigaciones.
En el caso del virus Nipah, se trata de una infección reemergente. El primer brote se detectó por primera vez en Kampung Sungai Nipah, Malasia, en 1998. En esta ocasión el huésped intermediario fue el cerdo. En Bangladesh, en 2004, las personas afectadas contrajeron la infección tras consumir savia de palma datilera contaminada por murciélagos. Según la OMS, el virus Nipah es un virus zoonótico que puede ser transmitido principalmente de animales a personas y por comida contaminada con el patógeno. También hay evidencia de transmisión persona a persona.
En torno de la evolución del virus del COVID-19, Gilbert dijo recientemente que ya no tenía muchos más sitios a los que ir y evolucionar, de esta forma, aunque siga siendo igual de contagioso. “Normalmente vemos que los virus se vuelven menos virulentos a medida que circulan más fácilmente y no hay razón para pensar que tendremos una versión más virulenta de SARS-CoV-2″, dijo en un seminario de la Royal Society of Medicine.
Gilbert destacó que “ya vivimos con 4 coronavirus humanos diferentes en los que realmente nunca pensamos mucho y, finalmente, el SARS-CoV-2 se convertirá en uno de ellos. Es solo una cuestión de cuánto tiempo nos tomará llegar hasta allí y qué medidas tendremos que tomar para controlarlo mientras tanto”, dijo.
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