Un amplio estudio realizado por un equipo científico del Instituto de Salud Carlos III de España determinó que los pacientes con COVID-19 que no produjeron anticuerpos contra la proteína S tienen un riesgo mayor de morir.
Se trata de un estudio que refuerza la importancia de la vacunación para protager a quienes, ante una infección natural, no han producido suficientes anticuerpos.
Los investigadores concluyeron que los pacientes que no han producido anticuerpos contra la proteína “S”, la proteína presente en la superficie del coronavirus que facilita su unión y entrada a las células, en el momento de ingresar en las unidades de cuidados intensivos tienen hasta 7 veces más probabilidades de morir durante los primeros 30 días después de su ingreso.
El estudio, cuyas conclusiones se publicaron en la revista científica Journal of Internal Medicine, es fruto del trabajo que ha realizado un equipo de investigadores en el marco de un proyecto financiado por el Instituto de Salud Carlos III a través del Fondo COVID-19 de España.
Ese déficit en la producción de anticuerpos se ha asociado también con un escape de antígenos y del material genético del virus a la sangre, lo que se traduce asimismo en un mayor riesgo de muerte, informó el Instituto de Salud Carlos III en un comunicado.
“Los anticuerpos anti-S son, por tanto, fundamentales para controlar la replicación del SARS-CoV-2 en los pacientes COVID-19 críticos”, aseveró el investigador principal, Antoni Torres, y el microbiólogo José María Eiros apuntó que ese “escape” de material del virus a la sangre es un marcador de mal pronóstico.
Se trata de uno de los estudios más grandes hasta la fecha dedicados a analizar los anticuerpos en pacientes críticos con COVID-19.
En una muestra de 92 enfermos, el estudio revela que el 40% de los pacientes críticos presentan niveles insuficientes de anticuerpos “anti-S” en el momento de ingresar en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), mientras que hasta un 13% tiene una ausencia completa de estos anticuerpos.
La cuantificación de anticuerpos podría por lo tanto ayudar a identificar qué pacientes se beneficiarían de los tratamientos con anticuerpos monoclonales dirigidos contra esta proteína (la “S”).
Los tratamientos conocidos como anticuerpos monoclonales están hechos para actuar como células inmunes y combatir infecciones.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó el pasado 24 de septiembre el uso combinado de los fármacos casirivimab e imdevimab, para tratar casos no graves de coronavirus en riesgo de hospitalización. El innovador tratamiento había sido autorizado de urgencia en Estados Unidos por la FDA a fines de noviembre pasado.
Los hallazgos del equipo científico español remarcan la especial importancia de la vacunación para proteger a los que, ante una infección con el virus natural, no son capaces de producir anticuerpos, según explicaron los inmunólogos Jesús Bermejo y David Kelvin, investigadores del proyecto Ciberes-UCI-COVID y de la Dalhousie University (Canadá), respectivamente.
Plantean además estos hallazgos varias opciones de interés para estudios posteriores, según el Instituto de Salud Carlos III. Por un lado, medir los niveles de anticuerpos después del ingreso en la UCI podría servir para personalizar el tratamiento con anticuerpos exógenos dirigidos contra la proteína “S” del virus.
Los hallazgos de este trabajo plantean, a su vez, varias opciones de interés para estudios posteriores. Por un lado, medir los niveles de anticuerpos anti-SARS-CoV-2, después del ingreso en la UCI, podría contribuir a personalizar el tratamiento con anticuerpos exógenos dirigidos contra la proteína S del virus. Además, cuantificar la carga de ARN viral en el plasma podría ser útil para identificar qué pacientes con COVID-19 tienen un mayor riesgo de fallecimiento. Por otro, perfilar la antigenemia (detección de antígenos) podría también contribuir a identificar antes qué personas pueden tener un peor pronóstico.
Cuantificar la carga viral en el plasma podría ser útil para identificar qué pacientes tienen un mayor riesgo de fallecimiento. Frente a toda infección viral, el sistema inmune adaptativo genera un repertorio de anticuerpos específicos contra el virus. Estos anticuerpos son de distinto tipo (IgM, IgG e IgA) y están dirigidos a diversos blancos o epitopes del patógeno.
Dentro de los anticuerpos generados, existe una variedad denominada anticuerpos neutralizantes, que tienen la capacidad de impedir que el virus infecte la célula. Esos anticuerpos bloquean regiones del virus necesarias para la infección, cumpliendo un rol fundamental en frenar la propagación viral. De esta forma, los anticuerpos dirigidos contra la proteína spike son los de mayor capacidad neutralizante ya que bloquean la unión del virus al receptor celular. Los anticuerpos neutralizantes son uno de los pilares de las terapias inmunes pasivas, como es el uso de anticuerpos monoclonales, plasma de individuos convalecientes, sueros hiper-inmunes o inmunoglobulinas purificadas, precisó el grupo COVIDAR, en un trabajo sobre la estandarización de protocolos para cuantificar anticuerpos de tipo IgG específicos contra SARS-CoV-2.
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