Una nueva investigación liderada por un grupo de científicos de la Universidad de Cambridge arribó a la conclusión de que la probabilidad de que se desarrolle un tumor en el estómago o el hígado aumenta en un 13% por cada unidad adicional de índice de masa corporal (IMC), según los nuevos hallazgos.
Los investigadores también indican que el riesgo de cáncer de esófago aumenta en un 10% y el cáncer de páncreas un 6%. La obesidad es un factor importante en los cuatro tipos de cáncer, y perder peso puede prevenirlos, según los datos del estudio.
“El mensaje clave para el público debe centrarse menos en el tamaño físico, sobre el cual las personas a menudo pueden hacer poco, y más en controlar la cantidad de grasa que transportan”, dice la coautora del estudio, Amy Mason, estadística de la Universidad de la Universidad de Cambridge.
El estudio se centró en 367.561 personas mayores obtenidas de la base de datos biomédica del Reino Unido, el UK Biobank. Los datos de salud de los participantes se han rastreado desde 2006, cuando se mapeó su ADN. Los investigadores identificaron un vínculo entre las enfermedades y los genes que predisponen a un individuo a un IMC más alto.
El cálculo del IMC divide el peso de un adulto en kilogramos por su altura en metros al cuadrado. Un IMC superior a 25 se considera sobrepeso y un IMC superior a 30 indica obesidad.
“Es bien sabido que estar excedido de peso está relacionado con un mayor riesgo de cáncer -aportó el coautor del estudio, Stephen Burgess, también de Cambridge-. Pero lo que no se sabía es si el aumento del riesgo es un resultado inevitable, o si es causado por un componente específico de la obesidad que los sujetos pueden cambiar”.
Las acumulación de grasa abdominal pueden provocar cánceres digestivos causados por ingerir demasiados carcinógenos en los alimentos procesados. “La grasa también podría desencadenar inflamación en el tracto digestivo”, según palabra de los investigadores en el documento.
Según la investigación, cada unidad de aumento en el IMC aumenta el riesgo de cáncer de útero en un 10%, el cáncer de pulmón en un 8% y el riesgo de cáncer de ovario y cuello uterino en un 4%. Curiosamente, redujo el riesgo de cáncer de mama en un 1%. El estudio también encuentra que disminuyó el riesgo de cáncer de próstata en los hombres en un 3%. Los vínculos entre la obesidad y las formas específicas que puede tomar la enfermedad de acuerdo al sexo los científicos lo asocian tentativamente aún, a la producción de hormonas reproductivas en el tejido graso.
“Este resultado tiene importantes implicaciones clínicas -analizó el autor principal del estudio, Mathew Vithayathil, gastroenterólogo del Imperial College de Londres-. Si bien nuestra investigación respalda un papel causal de la obesidad en la conducción y la protección contra ciertos cánceres, sugiere efectos diferenciales del IMC que deben explorarse más a fondo. En lugar de presentar la obesidad como un factor de riesgo de cáncer genérico, un mensaje de salud pública más matizado con respecto a la obesidad como factor de riesgo de cánceres del sistema digestivo puede ser más apropiado”.
Los últimos hallazgos son más específicos que las investigaciones anteriores que han relacionado el aumento del tamaño corporal con la enfermedad. Indican que la grasa también influye en otros tipos de cáncer, pero no en todos, además de ser consecuencia importante de los del tracto digestivo.
El equipo internacional, que incluye a expertos de la Universidad de Bristol en Inglaterra y el Instituto Karolinska de Suecia, también comparó genes que influyen en la masa grasa y la libre de grasa de un individuo. La primera es la parte del peso de un individuo atribuible a la grasa; el último es el peso de un sujeto excluyendo la grasa corporal. El mayor riesgo de varios cánceres digestivos se atribuyó principalmente a una mayor masa de grasa.
La comparación de genes en lugar de la altura o el peso medidos directamente evitó errores como la causalidad inversa, en la que los pacientes a menudo pierden peso debido al cáncer o al tratamiento, lo que puede distorsionar el vínculo entre el tamaño corporal y el riesgo de cáncer.
“Los genes son fijos de por vida -aclaró Vithayathil-. No se ven afectados por la presencia de cáncer ni por ningún otro factor de riesgo que pueda dar lugar a una correlación que no sea representativa de la verdadera relación causal entre el tamaño corporal y el riesgo de cáncer. Nuestros resultados muestran que la evidencia del IMC como factor de riesgo causal de cáncer es mixta. Encontramos que el IMC tiene un papel causal constante en el aumento del riesgo de cánceres del sistema digestivo y un papel para los cánceres específicos. Por el contrario, el aumento de la altura parece tener un efecto de aumento constante del riesgo en los cánceres generales y específicos”, concluyó.
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