El informe se publicó en la revista Canadian Medical Association Journal (CMAJ) y comprobó que los niños y los jóvenes sin enfermedades preexistentes tienen un riesgo bajo de padecer cuadros graves de COVID-19. Para llegar a los resultados, se observaron datos de 264 niños y jóvenes con infección por SARS-CoV-2 hospitalizados en todo el territorio canadiense del 25 de marzo al 31 de diciembre de 2020, y de la investigación participaron más de 2.800 pediatras.
Es importante aclarar que el periodo abarcado en el estudio es anterior a que la variante Delta se convirtiera en dominante en Canadá.
Por la intensidad con la que las infecciones virales suelen atacar a la población pediátrica, los autores esperaban inicialmente que los niños y los jóvenes tuvieran un mayor riesgo de padecer una enfermedad grave, sin embargo el resultado fue distinto. “Nuestro estudio mostró que la gravedad de la enfermedad causada por la infección por SARS-CoV-2 fue diferente en los niños que en los adultos en la primera parte de la pandemia de COVID-19 en Canadá”, señaló el doctor Shaun Morris, coautor, médico infectólogo y profesor asociado del Departamento de Pediatría de la Universidad de Toronto.
Según detalló el estudio, entre los 264 ingresos hospitalarios de niños con infección por SARS-CoV-2 durante el período de estudio de 9 meses, el 56,8% de las internaciones se relacionaron con COVID-19 y el 37,9% fueron infecciones incidentales. Los lactantes (37,3%) y los adolescentes (29,6%) representaron la mayoría de los casos.
Los síntomas más comunes de los 150 niños y jóvenes ingresados principalmente por COVID-19 fueron fiebre (70%), vómitos (35%) y tos (34%). La mitad (50%) de los niños y jóvenes hospitalizados por COVID-19 fueron enfermos graves, el 21% de los pacientes fueron ingresados en la unidad de terapia intensiva y el 13% requirieron asistencia respiratoria o cardíaca, más allá del oxígeno de bajo flujo. Los niños y jóvenes con enfermedad grave fueron más propensos a tener una condición de salud subyacente, como la obesidad, y condiciones neurológicas y respiratorias distintas del asma. Casi la mitad de los que padecían una enfermedad grave tenían al menos una comorbilidad.
“Aunque recientemente se ha demostrado que los niños tienen la mayor seroprevalencia de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 entre todos los grupos de edad en Canadá, el número relativamente pequeño de ingresos hospitalarios pediátricos pone de manifiesto que los niños tienen una infección menos grave que los adultos aunque puedan infectarse con más frecuencia”, describió la doctora Fatima Kakkar, coautora y médica de enfermedades infecciosas del Centre Hospitalier Universitaire Sainte-Justine y profesora asociada del Departamento de Pediatría de la Universidad de Montreal (Quebec).
Los bebés y los adolescentes tuvieron mayores tasas de hospitalización que los niños en edad escolar. Los investigadores sugirieron que esto responde a que en el caso de los bebés las precauciones sanitarias son mayores y es más factible que sean trasladados a un centro de salud para un monitoreo constante. En el caso de los adolescentes, las mayores tasas de internación podrían tener relación con un mayor riesgo de infección y las posibilidades de desarrollar una enfermedad más grave.
Las muertes en niños por COVID-19 fueron muy escasas, en consonancia con los estudios publicados anteriormente. “Los resultados de este estudio sirven para informar a los padres y a los responsables políticos de que la enfermedad aguda grave en niños fue poco frecuente durante el periodo de estudio. Es importante señalar que estos resultados del estudio reflejan la carga de la enfermedad antes de la variante Delta”, explicaron los autores.
Si bien hay evidencia científica sobre la mayor capacidad de propagación y de infección de la variante Delta del coronavirus, aún no se sabe si causa una enfermedad más grave en los niños o en los jóvenes.
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