El tabaquismo y la depresión son dos factores que pueden ir de la mano, y ambos se consideran características de riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Un grupo de expertos de la Universidad de Lausana en Suiza se centró en cómo mejora la vida de las personas que se alejan del tabaco tras sufrir un infarto de miocardio.
La investigación logró determinar que los fumadores que sufren depresión en el momento de atravesar un infarto y que posteriormente dejan de fumar tienen más probabilidades de mejorar su estado de ánimo que los que continúan con el hábito. Esta conclusión fue obtenida por primera vez en un documento científico realizado en una población de relevancia y con datos cruzados de diferentes especialidades involucradas.
El objetivo principal del estudio fue analizar si los pacientes de infarto de miocardio que sufren depresión y dejan de fumar presentan alguna mejoría en su salud mental respecto a los que siguen fumando tras atravesar esta dolencia cardiopática.
Los expertos seleccionaron a 1.822 pacientes que sufrían síndrome coronario agudo. Este síndrome coronario agudo incluyó tanto los infartos como la angina inestable. Mediante un cuestionario, los profesionales evaluaron el estado de tabaquismo tanto en el momento de la hospitalización por síndrome coronario agudo, como un año después de enfermar.
De los participantes, un total de 1.076 personas eran no fumadores en el momento de la hospitalización y lo seguían siendo un año después. Por lo tanto, los autores dividieron a los 746 que sí consumían tabaco en fumadores continuos, 392 pacientes que fumaban en el momento de la hospitalización y un año después, y pacientes que dejaron de fumar, 354 pacientes que dejaron de hacerlo durante el año posterior al evento cardíaco.
Por otro lado, se evaluó la depresión y el uso de fármacos antidepresivos mediante la escala de la dolencia del Centro de Estudios Epidemiológicos (CES-D). De este modo, los participantes fueron clasificados como depresivos o no tanto al inicio, como al año. Al comienzo, 411 pacientes registraban síntomas de depresión, mientras que 1411 no. Al año, 461 pacientes habían caído en depresión y 1361 no lo habían hecho.
Además, los investigadores también analizaron las asociaciones entre el tabaquismo y la depresión tras ajustar la edad, el sexo, el índice de masa corporal, la educación, el estado civil, la actividad física, el consumo de alcohol, la diabetes, los antecedentes de enfermedades cardiovasculares, la asistencia a la rehabilitación cardíaca y las dosis altas de estatinas al alta de todos los participantes.
Así, este análisis se realizó en los 411 fumadores que estaban depresivos en el momento de la hospitalización. Uno de los objetivos de los investigadores fue examinar si los que dejaron de fumar al año siguiente tenían más probabilidades de mejorar sus síntomas depresivos en comparación con los que siguieron fumando.
Los resultados concluyeron que, en comparación con los fumadores que continuaron con el hábito en el año siguiente del evento cardíaco, los que dejaron de fumar tenían más probabilidades de mejorar sus síntomas depresivos y de ser clasificados como no depresivos.
Con estos datos, Kristina Krasieva, especialista de la Universidad de Lausana, en Suiza, y autora principal del estudio, insistió en que “existen diversas investigaciones que han demostrado que dejar de fumar se asocia con beneficios para la salud mental”. Al mismo tiempo, aseguró que este estudio “amplía este patrón a los supervivientes de ataques cardíacos”, por lo que esperan que los resultados animen a los fumadores que han sufrido un infarto a dejar el hábito.
“Es alentador que una persona no se deprima más cuando se le pide que deje de fumar. Creo que eso es quizás lo que alguien supondría y las conclusiones alientan a intentarlo”, agregó Steen Dalby Kristensen, profesional del Hospital de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, quien moderó la conferencia de prensa donde se presentaron los resultados.
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