Secuelas post COVID-19: cuál es el mejor tratamiento para recuperar el olfato

Dejar de percibir olores es una de las consecuencias de las infecciones virales como la del SARS-CoV-2. Cuáles son las otras alteraciones olfativas y cómo tratarlas

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La mayoría de los pacientes
La mayoría de los pacientes recuperan el olfato dos a tres meses después de tener el alta por COVID (Getty Images)

Las alteraciones del olfato, causadas por procesos infecciosos de la vía aérea superior de origen viral, fueron descriptas por primera vez por el doctor Robert Henkin en 1975. El virus asociado con mayor frecuencia a estos cuadros fue el virus influenza, causante de la gripe.

Hasta la llegada de la pandemia por el nuevo coronavirus, el virus influenza era el responsable de entre el 15 y el 30% de los cuadros de anosmia posviral. La anosmia es la pérdida brusca y súbita del olfato. Antes de la circulación del SARS-CoV-2, el 5% de la población mundial tenía anosmia y entre 16 a 20% presentaba otras alteraciones del olfato, como las disosmias y las hiposmias. En este contexto de pandemia de COVID-19, la realidad es muy diferente.

¿Cómo funciona el mecanismo del olfato? El epitelio olfatorio se encuentra formado por tres tipos celulares, se localiza en la pituitaria amarilla a nivel de los cornetes superiores de las fosas nasales, y ocupa alrededor de 2,5 a 5 cm2. Se trata de un neuroepitelio cuyas células basales tienen capacidad de regenerarse como células epiteliales y neuronales luego de una lesión. La célula olfatoria, también llamada primera neurona de la vía olfatoria, emite dendritas terminadas en cilios que contienen los receptores olfatorios. Los axones olfatorios forman fascículos que están envueltos por una vaina de mielina y constituyen el nervio olfatorio o primer par craneal. Este nervio llega al lóbulo anterior del cerebro y hace sinapsis con el bulbo olfatorio.

La anosmia es la pérdida
La anosmia es la pérdida brusca y súbita del olfato (iStock/ Getty)

También es importante recordar que algunas ramas del quinto par craneal, el nervio trigémino, tienen la capacidad de detectar compuestos astringentes (químicos) en concentraciones altas. Es así que algunas personas con pérdida total del olfato (anosmia) pueden conservar la capacidad de detectar sustancias que estimulan al nervio trigémino, como el amoníaco y el vinagre.

Las alteraciones cuantitativas, relacionadas con la intensidad con la que se huele, son las anosmias y las hiposmias; las alteraciones cualitativas del olfato se relacionan con la incapacidad de identificar correctamente los olores y se conocen con el nombre de disosmias.

Dentro de las disosmias se distinguen:

- Parosmias: el estímulo odorífero está presente, pero hay una alteración en la percepción de ese olor.

- Fantosmias: el paciente percibe un olor que en realidad, no está presente en el ambiente en que se encuentra.

- Heterosmias: ante la presencia de distintos olores, el paciente distingue siempre un solo olor.

Las alteraciones del olfato suelen traer asociadas alteraciones del sabor porque el olfato es responsable del 80% del sabor. En general, esto impide elaborar la sensación subjetiva que da una comida o una bebida.

¿Cómo se estudia la función olfatoria? Se evalúa mediante pruebas en las que el paciente debe oler distintos olores, con el objetivo de determinar el tipo de alteración que presenta. En todo el mundo existen diferentes tests, muchos de ellos también permiten evaluar la función trigeminal con sustancias pungentes. Además, también se puede estudiar el gusto, con sustancias repartidas en diferentes lugares de la lengua, para descartar cualquier alteración o corroborar su existencia.

Es importante utilizar olores que
Es importante utilizar olores que evoquen recuerdos de lugares, situaciones y personas en el tratamiento de recuperacion del olfato (Getty Images) (

Anosmia

La anosmia como síntoma aislado debe hacer pensar en la presencia de tumores como, por ejemplo, meningiomas o tumores del propio epitelio olfatorio, que se conocen con el nombre de estesioneuroblastomas. Otras causas son los traumatismos craneoencefálicos con o sin pérdida de conocimiento y las infecciones virales. Se desconocen otras causas de pérdida total del olfato de manera abrupta. La intensidad y duración de estas disfunciones olfatorias posvirales son muy variables y se dan en función de la capacidad y del ritmo de regeneración del neuroepitelio.

En el contexto de la pandemia de COVID-19, se ha observado todo un abanico de alteraciones olfatorias en las personas afectadas. Las personas con anosmia suelen estar muy angustiadas y frustradas. Necesitan ser escuchadas y tener una respuesta ante su alteración. Por este motivo, es muy importante brindarles una explicación adecuada acerca de lo acontecido y los pasos a seguir. Muchas consultan con un retraso de meses porque creyeron que el problema iba a solucionarse de manera espontánea con el correr del tiempo.

El tratamiento para las alteraciones del olfato

El tratamiento incluye la administración de fármacos neurorregeneradores, antioxidantes y complejos vitamínicos, y la rehabilitación olfatoria. Desde hace varias décadas, existen evidencias de que el entrenamiento con sustancias odoríferas ha demostrado ser útil. La experiencia o entrenamiento con olores especiales pueden mejorar la función olfatoria. Se realiza mediante ejercicios en los que las personas prestan atención a las características distintivas o categóricas de un estímulo; esto conduce a una representación perceptiva mejor definida.

El entrenamiento del olfato refuerza la asociación y la discriminación precisa, el rol activo del paciente en el ejercicio cerebral es clave para estimular la neuroplasticidad y volver a reconocer los olores. Antes de la práctica médica se debe realizar un detallado interrogatorio, y sobre la base de esos datos, evaluar cómo está afectado el olfato y sus implicancias en el paciente.

El tratamiento consiste en dos
El tratamiento consiste en dos o tres sesiones de pocos minutos por día, hasta tratar de obtener las características distintivas o categóricas del estímulo( Getty Images)

Es necesario un protocolo individualizado según cada caso. Por ejemplo, si la persona se encuentra muy ansiosa con respecto a ciertas costumbres como tomar café, y nota que no lo puede oler ni saborear, y eso le trae consecuencias en lo anímico, se debe trabajar sobre esa primera fase si es posible. En el caso de que existan las distorsiones descriptas, estas se deben eliminar e intentar recuperar, a través de recuerdos, los olores que los pacientes consideren prioritarios.

Para ello, se realizan dos o tres sesiones de pocos minutos por día, hasta tratar de obtener las características distintivas o categóricas del estímulo, esto permite llegar a una representación perceptiva o mejor definida. Los olores deben ser significativos para la persona y se debe prestar especial atención al proceso de introducción o retirada de unos olores u otros.

Siempre es importante la valoración previa del estado cognitivo de la persona con anosmia, su capacidad funcional y la situación emocional, entre otros factores. De a poco, se van ampliando los aprendizajes para que se puedan generalizar en actividades cotidianas, durante las comidas, el trabajo, la higiene personal y del hogar, para hacer avances en la recuperación.

Estos aprendizajes también ayudan a derribar mitos: los sommeliers, los enólogos y los perfumistas no tienen un olfato superior al resto, simplemente lo han entrenado y han aprendido a aprovecharlo al máximo.

En 2009, Thomas Hummel y su equipo describieron que la exposición repetida a cuatro olores distintos (rosa, eucalipto, clavo de olor y limón) durante tres meses en pacientes con hiposmia de distinto origen: luego de un traumatismo de cráneo, luego de una infección viral o de origen desconocido. Demostraron que la capacidad olfativa mejoró en aproximadamente un 30% de las personas que recibieron entrenamiento con respecto a quienes no se rehabilitaron.

En el caso de que
En el caso de que existan las distorsiones olfativas, estas se deben eliminar e intentar recuperar, a través de recuerdos de los olores de los pacientes, como el café, los cítricos o aromas de otras comidas (Getty Images)

Desde entonces, en especial en Europa, se ha observado una mejora sobre todo luego de traumatismos y de infecciones virales. La duración del entrenamiento debe ser, como mínimo, de 20 semanas, y se deben usar olores de diferente intensidad. Además, esta terapia de rehabilitación olfatoria acelera el proceso de regeneración de las células dañadas y así se recupera el proceso olfatorio. Es importante recordar y destacar la importancia de utilizar olores que evoquen recuerdos de lugares, situaciones y personas, ya que son los que producen cambios conductivos.

La evolución de la anosmia es particular en cada paciente. La mayoría recuperan el olfato 2 a 3 meses después de tener el alta por COVID. Pero, en un gran porcentaje, aparecen las disosmias, con la consiguiente frustración del paciente. Estas disosmias son el motivo de consulta más frecuente en la actualidad y traen, por definición, alteraciones del sabor.

Si se discrimina el número de consultas por sexo, se observa que las mujeres consultan mucho más que los hombres. La mayoría de ellas, por parosmia y heterosmia. Con respecto a la población infantil, la mayoría tienen disosmia y alteraciones del sabor. Se observaron complicaciones a la hora de indicar el tratamiento ya que no está indicado el tratamiento farmacológico en los niños y, en algunos casos, fue necesario recurrir al apoyo nutricional, las alteraciones del sabor limitan enormemente la dieta. Un alto porcentaje de estos niños recuperaron el olfato.

Es difícil establecer la cantidad de pacientes que persisten con anosmia y otras alteraciones del olfato transcurridos algunos meses: a pesar de las indicaciones, de reforzar la importancia del tratamiento y del seguimiento que se puede dar, muchos no concurren a control y, recogiendo testimonios en forma aleatoria, muchos otros se resignan a vivir sin olfato.

Por todo lo expuesto, es de suma importancia y urgencia diseñar y aplicar campañas de prevención en este sentido. Las alteraciones del olfato afectan la vida cotidiana y privan a quienes las padecen de uno de los sistemas de alarma más importantes para detectar situaciones peligrosas.

Dra. Stella Maris Cuevas (MN: 81701) es médica otorrinolaringóloga - Experta en olfato – Alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)

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