Con la propagación del coronavirus por el mundo y sin vacunas ni tratamientos específicos en los primeros meses de 2020, los gobiernos empezaron a establecer restricciones diferentes en la movilidad de la población para desacelerar su expansión. Los confinamientos masivos afectaron a más de la mitad de la población mundial mientras también se promovió el uso del barbijo o mascarilla, el distanciamiento, evitar reuniones en espacios cerrados con no convivientes, y la ventilación permanente de los espacios cerrados como oficinas, hospitales y escuelas. Con el paso de los meses, se desarrollaron las vacunas con alta eficacia y seguridad para prevenir complicaciones y muertes, y surgió la disyuntiva: ¿Cuándo conviene liberar las restricciones cuando ya hay vacunas disponibles?
Un equipo de investigadores de Alemania buscó dar una respuesta desde la ciencia. El nuevo análisis sugiere que, para potenciar las libertades y proteger contra nuevas olas de COVID-19, el ritmo al que se levantan las restricciones para reducir la propagación debe estar directamente ligado al ritmo de la vacunación. El equipo estuvo formado por Simon Bauer, Viola Priesemann y sus colegas del Instituto Max Planck de Dinámica y Autoorganización, Alemania, quienes publicaron sus resultados en la revista de acceso abierto PLOS Computational Biology.
Más de un año después del inicio de la pandemia de COVID-19, los programas de vacunación prometen aliviar muchas cargas causadas por la enfermedad, incluidas las restricciones necesarias que han tenido consecuencias sociales y económicas. Hasta ahora se han administrado más de 5.410 millones de dosis de vacunas en todo el mundo, lo que equivale a 71 dosis por cada 100 personas. Aunque existe una gran diferencia entre los programas de vacunación de los distintos países: solo 1,8% de la población de los países de bajos ingresos accedió a una dosis de vacuna. Emiratos Árabes, Portugal y Qatar son los países que más han vacunado con el esquema completo a su población: ya superaron el 80%.
Gran parte de la investigación realizada en Alemania se centró en la asignación y priorización de las vacunas, y en las formas óptimas de controlar la propagación. Sin embargo, la forma de ejecutar una transición suave entre una población desprotegida y una eventual inmunidad de la población sigue siendo una cuestión abierta.
Para abordar esta cuestión, Bauer y sus colegas aplicaron modelos matemáticos a los datos epidemiológicos y de vacunación de Alemania, Francia, el Reino Unido y otros países europeos. Cuantificaron el ritmo al que podrían levantarse las restricciones durante la distribución de la vacuna para mitigar el riesgo de olas de COVID-19 de repuntes de casos que saturen las unidades de cuidados intensivos.
Al considerar varios escenarios posibles, los investigadores llegaron a la conclusión de que sólo pueden evitarse nuevas olas graves si las restricciones se levantan no más rápido que el ritmo dictado por el progreso de la vacunación, y que básicamente no se gana nada en libertad si se aligeran las restricciones demasiado rápido.
Los resultados sugieren que, incluso después de que el 80% de la población adulta haya sido vacunada, nuevas variantes más infecciosas podrían desencadenar una nueva ola de COVID-19 y saturar las unidades de cuidados intensivos si se levantan todas las restricciones. “En tal caso, las restricciones tendrían que restablecerse rápidamente, con lo que se desvanecería el espejismo de la libertad”, afirmó Priesemann en un comunicado.
“Además, un levantamiento prematuro tendría altos costes de morbilidad y mortalidad. Mientras tanto, la relajación de las restricciones al ritmo de la vacunación muestra casi el mismo progreso en la ‘libertad’, manteniendo la baja incidencia”, comentó. El estudio contó con financiamiento de la Sociedad Max Planck y la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica.
Los investigadores afirman que sus resultados sugieren que, a pesar de la presión pública, los responsables políticos no deben apresurar la relajación de las restricciones, y que es necesario mantener una tasa de vacunación elevada, especialmente entre las poblaciones de alto riesgo. Igualmente los científicos reconocieron que será necesario seguir investigando para diseñar escenarios óptimos desde una perspectiva global.
Días atrás, se conocieron los resultados de otro estudio sobre el efecto de los cambios en la movilidad a nivel suburbano meses después de la irrupción del COVID-19 en América Latina. En este caso, el objetivo fue examinar “las asociaciones longitudinales entre la movilidad de la población y la incidencia de COVID-19 a nivel de subciudad en un gran número de ciudades latinoamericanas” explicaron científicos Josiah Kephart, Xavier Declos Alió y Daniel Rodríguez, autores de la investigación publicada en The Lancet.
En este estudio ecológico longitudinal, los expertos compilaron los datos agregados de ubicación de teléfonos móviles, casos de COVID-19 confirmados diariamente y características de entornos urbanos y sociales para analizar la movilidad de la población y la incidencia de COVID-19 a nivel de subciudad entre ciudades con más de 100.000 habitantes en Argentina, Brasil, Colombia, Guatemala y México, del 2 de marzo al 29 de agosto de 2020.
“El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en América Latina y el Caribe y Grandata proporcionaron datos de teléfonos móviles agregados espacialmente; los casos confirmados de COVID-19 provienen de informes del gobierno nacional y los factores demográficos y socioeconómicos provienen del último censo nacional de cada país”, precisaron. Incluyeron 1031 áreas suburbanas, que representan 314 ciudades latinoamericanas, en Argentina (107 áreas suburbanas), Brasil (416), Colombia (82), Guatemala (20) y México (406).
“En el modelo principal ajustado, observamos un 10% menos de movilidad semanal que se asoció con un 8,6% menor incidencia de COVID-19 en la semana siguiente. Esta asociación se debilitó gradualmente a medida que aumentaba el desfase entre la movilidad y la incidencia de COVID-19″, mostraron los resultados del estudio, indicando que la reducción del movimiento de población dentro de un área suburbana se asocia con una disminución posterior en la incidencia de COVID-19 entre los residentes. “Las políticas que reducen la movilidad de la población a nivel suburbano pueden ser una estrategia eficaz de mitigación de COVID-19, aunque deben combinarse con estrategias que mitiguen las consecuencias sociales y económicas adversas de la movilidad reducida para los grupos más vulnerables”, concluyeron los científicos.
Alrededor del 80% de la población de América Latina vive en áreas urbanas y muchos de los brotes más graves de COVID-19 se han producido en las ciudades de América Latina. “En un intento por mitigar la propagación de COVID-19, los gobiernos se han basado en intervenciones regionales o en toda la ciudad para reducir la transmisión del SARS-CoV-2, mediante el establecimiento de políticas universales, como las restricciones para quedarse en casa. Aunque estas medidas generalizadas han ayudado a mitigar la incidencia de COVID-19, han incurrido en costos sociales y económicos sustanciales, particularmente en muchas ciudades de América Latina donde han persistido la transmisión generalizada y las restricciones asociadas de quedarse en casa”, analizaron los expertos.
Dentro de los cinco países estudiados, las áreas suburbanas tuvieron una disminución sustancial en la movilidad hacia fines de marzo. Las áreas suburbanas en todos los países tuvieron fuertes reducciones en la movilidad en marzo de 2020, incluso antes de que comenzaran las restricciones federales. En Argentina, Colombia y México, las reducciones de la movilidad persistieron en los meses siguientes, con una variabilidad dentro del país relativamente estrecha. Por el contrario, en Brasil y Guatemala, la movilidad diaria volvió gradualmente a tasas similares a la movilidad de referencia, con una gran variabilidad dentro del país.
En términos de la incidencia diaria media de casos confirmados de COVID-19, se evidenció una amplia variación dentro del país entre las áreas suburbanas del mismo país. Para agosto de 2020, la incidencia de COVID-19 en áreas suburbanas de Brasil, Colombia, Guatemala y México estaba disminuyendo o estable, mientras que en Argentina, la incidencia de COVID-19 continuó aumentando.
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