La mayoría de las personas que se contagian el coronavirus superan el cuadro sin complicaciones. Pero después de esa fase aguda de la enfermedad, pueden aparecer síntomas que se disparan como secuelas. Algunos de esos pacientes sienten al Post COVID o COVID prolongado como una montaña rusa que no da tregua. Una revisión de estudios científicos realizada en Estados Unidos identificó que hay 55 efectos a largo plazo que pueden aparecer después de desarrollar la enfermedad COVID-19.
El estudio fue llevado a cabo por investigadores del Departamento de Neurociencia en Cirugía Neurológica del Colegio Médico Weill Cornell, en Nueva York y del Instituto de Investigación Metodista de Houston, Estados Unidos, con la colaboración de científicos de México y Suecia. Fue publicado en Scientific Reports del grupo de las revistas Nature. Los científicos sugieren que tanto la población como el sector médico deberían prestarle atención a la aparición de los síntomas para que los afectados puedan acceder a una atención oportuna.
La autora principal, la doctora Sonia Villapol, y sus colaboradores detectaron más de 50 efectos a largo plazo del COVID-19 entre los 47.910 pacientes incluidos en el análisis. En el primer lugar de la lista ubicaron a los síntomas persistentes, que van de leves a debilitantes y duran de semanas a meses después de la recuperación inicial.
El síntoma del COVID prolongado más frecuente es la fatiga. Lo detectaron en el 58% de los pacientes que estudiaron. En segundo lugar, identificaron el dolor de cabeza (44%). Luego, con menor frecuencia, los síntomas que se identificaron fueron el trastorno de la atención (27%), la caída del cabello (25%), la falta de aliento (24%), la pérdida del gusto (23%) y la pérdida del olfato (21%).
Otros síntomas estaban relacionados con enfermedades pulmonares, como tos, molestias en el pecho, reducción de la capacidad de difusión pulmonar, apnea del sueño y fibrosis pulmonar; problemas cardiovasculares, como arritmias y miocarditis; y problemas inespecíficos, como acúfenos y sudores nocturnos. Los investigadores se sorprendieron al encontrar también una prevalencia de síntomas neurológicos, como demencia, depresión, ansiedad y trastornos obsesivo-compulsivos.
Para evaluar estos efectos a largo plazo de COVID-19, el equipo de investigación identificó un total de 18.251 publicaciones, de las cuales 15 cumplían los criterios de inclusión para su estudio. Los estudios revisados por pares y publicados en otras revistas de referato que analizaron se llevaron a cabo en Estados Unidos, Europa, Reino Unido, Australia, China, Egipto y México y consistieron en datos publicados antes de 2021, siguiendo cohortes de pacientes que iban de 102 a 44.799 adultos de 17 a 87 años.
Los estudios recopilaron información de encuestas de pacientes autoreportados, registros médicos y evaluación clínica, con un tiempo de seguimiento posterior al COVID-19 que varió entre 14 y 110 días. Los pacientes hospitalizados por COVID-19 representaron el 40% de los estudios y el resto fue una combinación de pacientes con COVID-19 leve, moderada y grave.
El equipo de investigación realizó una revisión sistemática y un meta-análisis de esos estudios para estimar la prevalencia de todos los síntomas, signos o parámetros de laboratorio anormales que se extienden más allá de la fase aguda del COVID-19. Midieron varios biomarcadores, como la radiografía de tórax o la tomografía computarizada anormales, el riesgo de coágulos sanguíneos, la presencia de inflamación, la anemia y los indicadores de posible insuficiencia cardíaca, infección bacteriana y daño pulmonar. Descubrieron que el 80% de los adultos recuperados tenían al menos un síntoma a largo plazo que duraba de semanas a meses después de la infección aguda por COVID-19 leve, moderada o grave.
En total, el equipo identificó los 55 síntomas persistentes, signos y resultados de laboratorio anormales, con la mayoría de los efectos persistentes similares a la sintomatología desarrollada durante la fase aguda de COVID-19. Al identificar estos mismos efectos persistentes en varios países, los investigadores afirman que su estudio confirma que la carga del COVID Prolongado (también se le llama COVID Largo) es considerable y subrayan la urgencia de reconocer estas complicaciones crónicas, comunicarlas claramente a la comunidad y definir estrategias terapéuticas para evitar las consecuencias a largo plazo de la COVID-19.
“El coronavirus sigue desconcertando”, comentó a Infobae el doctor Mario Boskis, que es coordinador de los consejos científicos de la Sociedad Argentina de Cardiología y hace un seguimiento de pacientes con COVID Prolongado. “Que haya pacientes que permanezcan sintomáticos más allá de las dos semanas de la infección, con alteraciones físicas como falta de aire, fatiga, cefalea o psicológicas como trastornos de atención, depresión o ansiedad, nos muestra que aún no terminamos de conocer el daño potencial de la infección por el coronavirus. Entre las personas que no estuvieron hospitalizadas, el COVID Prolongado puede desarrollarse entre el 10 y el 35%”.
Los mecanismos por los cuales el coronavirus sigue afectando a largo plazo están aún en investigación, remarcó Boskis. “No hay dudas que las secuelas a nivel pulmonar o en otros órganos como el corazón o cerebro explican parte de la sintomatología crónica, pero dentro de los 55 síntomas descriptos en este importante estudio de revisión realizado entre científicos de Estados Unidos, Suecia y México, se observa que trastornos como la fatiga crónica, o la pérdida de atención y memoria, que son difíciles de explicar cuando están presentes más allá de los tres meses del alta, y muchas veces con estudios clínicos normales”, afirmó el médico cardiólogo.
Para los próximos meses, los científicos de Estados Unidos, México y Suecia harán una nueva fase de su investigación, que se centrará en determinar qué hace que algunos individuos sean más susceptibles al COVID Prolongado. En el estudio liderado por la doctora Villapol, también colaboraron Sandra López-León, de la empresa Novartis Pharmaceuticals; Talia Wegman-Ostrosky, del Instituto Nacional de Cancerología de México; Carol Perelman, de la Universidad Nacional Autónoma de México; Rosalinda Sepúlveda, de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard; Paulina A. Rebolledo, de la Universidad de Emory; y Angélica Cuapio, del Instituto Carolina de Suecia.
Para prevenir el COVID prolongado, los médicos recomiendan seguir el uso del barbijo, la ventilación cruzada en espacios cerrados y el distanciamiento para reducir el riesgo del contagio del coronavirus. “De lo que no hay duda es que todo aquel que haya pasado por la enfermedad COVID-19, más allá del grado de severidad con que la transcurrió, debería hacer una consulta médica para asegurarse que no ha quedado alguna secuela que pueda ser tratada a fin de prevenir complicaciones”, recomendó el doctor Boskis.
Además, otros de los consejos para evitar el síndrome es la vacunación contra el COVID-19. Un estudio publicado ayer en la revista The Lancet Infectious Diseases reveló que las vacunas reducen el riesgo de padecer COVID Prolongado. En ese trabajo, se encontró que el riesgo de contraer COVID de larga duración (cuando los síntomas persisten después de 28 días desde la infección) se reduce a la mitad entre los vacunados con la pauta completa.
También ese trabajo señaló que la posibilidad de que las personas vacunadas con la pauta completa sean hospitalizadas al contraer el virus se reduce en más de un 70% respecto a los no vacunados. Los resultados difundidos por expertos a cargo de la investigación “Zoe Covid” también revelaron que aquellos que dan positivo después de ser vacunados con las dos dosis (infección post-vacunal) tienen casi el doble de probabilidades de ser completamente asintomáticos.
En China, donde empezó la pandemia por el coronavirus, difundieron un trabajo días atrás sobre los afectados por el COVID prolongado. Si bien la mayoría de los síntomas de la enfermedad producida por el coronavirus SARS-CoV-2 en los pacientes que fueron internados desaparecieron en un plazo de 12 meses, alrededor de la mitad de quienes fueron hospitalizados siguieron experimentando al menos un síntoma persistente.
El estudio se hizo en 1276 pacientes dados de alta del hospital público de la ciudad Wuhan en China, donde se originó la pandemia de COVID-19, y publicado en la revista The Lancet. La investigación reportó que casi uno de cada tres pacientes sufría dificultad para respirar, mientras que uno de cada cinco dijo que todavía experimentaba fatiga y debilidad muscular. También encontró que las mujeres tenían el doble de probabilidades de lidiar con la disfunción pulmonar en comparación con los hombres. Además, ellas eran 1,4 veces más propensas a informar de fatiga o debilidad muscular, dos veces más propensas a informar de ansiedad o depresión, y casi tres veces más propensas a tener un deterioro de la difusión pulmonar después de 12 meses.
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