El coronavirus que causó la pandemia actual es un patógeno que era desconocido por la comunidad científica y médica. Aún no se entiende por qué la mayoría de las personas que se contagian tienen casos leves y moderados, pero a un grupo de pacientes sufre complicaciones que los llevan a la muerte. Algunos estudios científicos han postulado que la muerte por COVID-19 sería causada por infecciones simultáneas que se producen en los pacientes, como las infecciones por bacterias. Otros han señalado que la respuesta exagerada del sistema inmune del mismo organismo humano para contrarrestar al virus lleva a dañar algunos órganos. Un nuevo estudio realizado en los Estados Unidos sugiere otra explicación: el coronavirus se acumula en los pulmones y sería una de las principales causas de la muerte de los pacientes críticos.
El estudio fue dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina Grossman, de la Universidad de Nueva York y publicado en la revista Nature Microbiology. Los investigadores afirman que las personas fallecidas por COVID-19 tenían en sus pulmones una cantidad de virus o carga viral que era 10 veces superior a la que se registraba en los pacientes gravemente enfermos que sobrevivieron a la enfermedad.
“Nuestros resultados sugieren que la incapacidad del organismo para hacer frente a la gran cantidad de virus que infectan los pulmones es en gran medida responsable de las muertes por covid-19 en la pandemia”, dijo el autor principal del estudio, Imran Sulaiman, profesor adjunto del Departamento de Medicina de NYU Langone Health.
Hasta ahora, el COVID-19 ha matado a más de 4,4 millones de personas en todo el mundo, según el registro de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y las personas que necesitaron ser conectadas a respiradores mecánicos son las que presentan peor pronóstico: el 70% no supera la enfermedad.
Los expertos siempre han atribuido la elevada mortalidad de otras pandemias por virus respiratorios, como la gripe de 1918 y la gripe A de 2009, a infecciones bacterianas secundarias. Pero no estaba claro si esto ocurría también a las personas con COVID-19. El objetivo del nuevo estudio era aclarar el papel de las infecciones secundarias, la carga viral y las poblaciones de células inmunitarias en la mortalidad por covid-19, según Sulaiman.
La investigación se centró en el estudio detallado de las vías respiratorias inferiores en los pacientes con coronavirus. Para llevarlo a cabo, se recogieron muestras bacterianas y de hongos de los pulmones de 589 hombres y mujeres hospitalizados en el NYU Langone (en Manhattan) y en Long Island. Todos necesitaron ventilación mecánica o respirador. A 142 pacientes se les practicó una broncoscopia para despejar las vías respiratorias y se analizó la cantidad de virus que contenían las muestras y se identificaron los microbios presentes mediante el estudio de pequeños fragmentos del código genético de los gérmenes.
Los autores del estudio también examinaron el tipo de células inmunitarias y los compuestos localizados en las vías respiratorias inferiores. El estudio reveló que los que murieron tenían en promedio un 50% menos de producción de un tipo de sustancia química inmunitaria que se dirige al coronavirus en comparación con los pacientes de COVID-19 que sobrevivieron a la enfermedad.
Estas proteínas personalizadas forman parte del sistema inmune adaptativo del organismo, un subconjunto de células y sustancias químicas que “recuerdan” a los microbios invasores recién encontrados. Hacen que el organismo se encuentre mejor preparado para futuras exposiciones ante los patógenos. “Estos resultados sugieren que un problema del sistema inmune adaptativo le impide combatir eficazmente el coronavirus. Si lográramos identificar el origen de este problema, podríamos hallar un tratamiento eficaz que refuerce las defensas del organismo”, sostuvo el coautor principal del estudio y profesor de la NYU Langone, Leopoldo Segal.
Los protocolos de actuación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos no recomiendan el uso de antivirales como el remdesivir en pacientes gravemente enfermos con ventilación mecánica. Pero Sulaiman opinó que, al considerar los resultados de su estudio, esos medicamentos podrían ser una herramienta “valiosa” para tratar a los pacientes.
En el resumen del trabajo, los investigadores escribieron: “La adquisición de un patógeno respiratorio adquirido en el hospital no se asoció con un resultado fatal. El mal resultado clínico se asoció con el enriquecimiento de las vías respiratorias inferiores con un comensal oral (Mycoplasma salivarium). El aumento de la abundancia de coronavirus SARS-CoV-2, la baja respuesta de anticuerpos contra el virus y un perfil transcriptómico distinto del huésped en las vías respiratorias inferiores fueron los factores que más predijeron la mortalidad. Nuestros datos demuestran que las infecciones respiratorias secundarias no impulsan la mortalidad en COVID-19 y que las estrategias de tratamiento clínico deberían dar prioridad a la reducción de la replicación viral y a la maximización de las respuestas del huésped al coronavirus”.
Consultada por Infobae, la doctora Elisa Estenssoro, integrante de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva y asesora de la Escuela de Gobierno en Salud Floreal Ferrara, que depende del Ministerio de Salud bonaerense, opinó con respecto al estudio publicado en Nature Microbiology: “Se trata de un estudio importante que usó diferentes tecnologías. Estoy de acuerdo con las conclusiones, con excepción de una: los autores consideran que las infecciones intrahospitalarias no aumentan la mortalidad de los pacientes con COVID-19. Eso es controvertido. Porque hay evidencia de que muchos pacientes sí fallecen tardíamente por shock séptico asociado a infecciones intrahospitalarias”.
La doctora Estenssoro -quien integra el comité ejecutivo de la Federación Mundial de Sociedades de Terapia Intensiva- lideró el estudio con mayor profundidad sobre COVID-19, terapias intensivas y ventilación mécanica que se hizo en Sudamérica. Como parte de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, 134 investigadores llevaron a cabo el primer estudio prospectivo con pacientes con COVID-19 que necesitaron el uso de respirador que se hizo en el país. Enrolaron a 1909 pacientes que ingresaron a unidades de terapia intensiva entre el 20 de marzo y el 31 de octubre de 2020.
Los resultados del estudio (que se conoce como SATICOVID) fueron revisados y publicados en la revista The Lancet Respiratory Medicine. La mayoría de los estudios similares se habían hecho en países desarrollados. Hubo algunos trabajos en Brasil y en México, pero el estudio en Argentina indagó más profundamente en las características de la ventilación mecánica, los factores asociados al pronóstico, y las causas de muerte en los pacientes por COVID-19.
El estudio observacional se hizo en 63 unidades de cuidados intensivos de 8 jurisdicciones argentinas. Gran parte de los pacientes estudiados eran de la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires. El año pasado se pensaba que los pacientes que más llegaban a cuadros críticos eran las personas mayores de 70 años, en un momento en que aún no se habían desarrollado ni autorizado las vacunas contra el COVID-19. Sin embargo, el trabajo realizado en Argentina demostró que el promedio de edad de los pacientes en terapia con respirador fue de 62 años en 2020. Los que pudieron recuperarse tenían 58 años en promedio. Los que murieron un poco más: 64 años. Otro dato que aportó el estudio fue que el 57,6% de los pacientes en terapia intensiva con respirador murió el año pasado.
El 47% de los pacientes que necesitaron respirador padecía hipertensión previamente al COVID-19. La obesidad (44%) y la diabetes (30%) fueron las otras comorbilidades más frecuentes en los pacientes. Entre los que fallecieron, los casos con diabetes e hipertensión previa eran más.
También se encontró que el 8% de los pacientes con respirador no tenían una patología previa diagnosticada. El 14% eran consumidores de tabaco. Y otra situación que el estudio reveló es que un 22% de los pacientes fueron intubados fuera de terapia intensiva. En ese subgrupo de pacientes (que finalmente consiguieron entrar a terapia intensiva), los resultados fueron peores.
SEGUIR LEYENDO: