Cuando la pandemia de COVID-19 se extendió por todo el mundo el año pasado, los músicos estaban desesperados por encontrar respuestas a dos preguntas apremiantes: ¿Tocar instrumentos musicales podía ser un medio que facilitara la transmisión del coronavirus? Y si lo era, ¿qué se puede hacer para reducir los riesgos? Esta semana se conocieron los primeros resultados oficiales de una investigación científica realizada en Estados Unidos: con el cumplimiento estricto de determinados cuidados, el espectáculo puede continuar.
Los resultados del estudio fueron publicados en la revista con revisión de pares ACS Environmental Au de la Sociedad Estadounidense de Química. El estudio fue realizado por investigadores de la Universidad de Colorado Boulder y de la Universidad de Maryland y aportó más detalles sobre la transmisión del coronavirus. Se puede contagiar el coronavirus al usar instrumentos musicales. Pero los científicos precisaron qué medidas hay que adoptar para reducir los riesgos.
El virus tiene varias formas de ser transmitido a otras personas y con el avance de la pandemia se fueron conocimiento más detalles. Andrea Pineda Rojas, investigadora en contaminación atmosférica del Conicet y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires ha explicado que “al inicio de la pandemia se creía que el contagio por superficies o fómites y por gotas eran las más importantes, pero hoy sabemos que la principal forma de contagio es por aerosoles. Podemos contagiarnos ya sea respirando una alta concentración de aerosoles infectivos en poco tiempo (que se conoce como contagio en proximidad) o una baja concentración durante mucho tiempo de exposición (contagio a distancia)”.
A las diferentes formas de contagio del coronavirus, se agrega que las personas pueden estar infectadas sin saberlo o sin dar síntomas. Pero pueden contagiar el virus al exhalar, al hablar o al cantar: se emiten aerosoles que contienen el coronavirus. El virus puede quedar suspendido en el aire por varias horas y otras personas pueden contagiarse.
A través del nuevo estudio en los Estados Unidos, se encontró que al tocar instrumentos musicales sí se pueden emitir los mismos niveles de partículas potencialmente cargadas con el coronavirus que cuando se canta. Pero comprobaron que si se recubre a los instrumentos, se realiza distanciamiento social con las otras personas en el mismo espacio interior, y se aplican límites de tiempo al uso de los instrumentos, se reduce significativamente el riesgo de contagiar el coronavirus.
“El COVID-19 le ha demostrado a la gente que la transmisión de enfermedades respiratorias por aerosol es algo que ocurre. Pero el hecho de que salga al aire no significa que todo el mundo vaya a contraer esta enfermedad. Descubrimos que hay maneras de mitigar estos aerosoles en un espacio y formas de reducir su riesgo”, dijo Tehya Stockman, autora principal del trabajo y estudiante de posgrado en ingeniería mecánica.
La investigación había empezado en 2020 en la Universidad de California en Boulder y en la Universidad de Maryland para averiguar si tocar instrumentos musicales implicaba los mismos riesgos de transmisión del COVID-19 que el canto. Aunque no se han registrado brotes en conjuntos instrumentales, los nuevos resultados publicados se hacen eco de las hipótesis y recomendaciones iniciales de los investigadores, que fueron aceptadas con entusiasmo al principio de la pandemia por músicos y grupos de interpretación.
“Quiero reconocer la valentía de los directores de música y de los profesores para seguir nuestras sugerencias frente a toda esta adversidad, miedo y preocupación”, dijo Shelly Miller, coautora del estudio y profesora de ingeniería mecánica y ambiental. “Eso significó realmente mucho para nosotros porque confiaron en nuestros muy buenos métodos de investigación, en nuestros investigadores y en la evolución de la ciencia cuando se pasa decir no sabemos, vamos a averiguarlo, y ahora sabemos esto”, señaló.
Los hallazgos no sólo se aplican a las cuestiones musicales específicas en las que se han probado, sino que también validan que los barbijos funcionan como una técnica de mitigación eficaz, y que la ventilación y el distanciamiento social son importantes para reducir la transmisión, dijo Miller. La científica dijo que espera que estos hallazgos inspiren un cambio de paradigma centrado en las medidas de mitigación y la ventilación para reducir la transmisión aérea de enfermedades infecciosas.
Los investigadores probaron tres estrategias de mitigación en una variedad de instrumentos de viento de madera, de viento y metal, así como con dos cantantes y un actor. Evaluaron estas estrategias, diferentes duraciones del tiempo de actuación y las diferencias entre los lugares interiores y exteriores midiendo los aerosoles, los niveles de dióxido de carbono y visualizando el flujo del aire mediante diversas técnicas de modelado.
En primer lugar, descubrieron que los barbijos funcionan -incluso en los instrumentos- y que la calidad del material filtrante y su ajuste son importantes. Los barbijos que se colocan de forma segura sobre la boca y la nariz de los cantantes, así como las fundas para campanas (fabricadas con material filtrante MERV13) que se colocan en los extremos de los instrumentos, disminuyen significativamente la velocidad y la cantidad de partículas producidas por ambas fuentes.
En el caso de los instrumentos de viento y de los que tienen lengüetas o cañas simples en su interior como los clarinetes, descubrieron que la cantidad de aire que se escapa no contribuye de forma significativa a aumentar el riesgo de contagio. Esto significa que los clarinetistas y flautistas no tienen que colocar una bolsa alrededor de todo su instrumento para tocar con seguridad.
En segundo lugar, el tiempo de contacto es importante. Para mantener el riesgo bajo (con un 10% de probabilidad de transmisión), los instrumentistas deberían pasar menos de 30 minutos en el interior y menos de 60 minutos en el exterior tocando juntos a la vez. Independientemente del distanciamiento social, “el riesgo de infección aumenta continuamente con la duración, independientemente de la distancia al cantante o al músico”, descubrieron los investigadores.
También remarcaron que el distanciamiento es conveniente: Dejar varios metros de distancia entre los músicos y los cantantes reduce las concentraciones de aerosoles, que son más elevadas cerca de la persona que los produce. Si bien tocar al aire libre es lo mejor, de acuerdo con los científicos si se adopta un enfoque por capas con todas las demás medidas de mitigación, se puede reducir el riesgo de transmisión del coronavirus en espacio interno.
Por último, el estudio señala que no se necesitan mamparas plásticas ni protectores o pantallas faciales cuando se tocan instrumentos musicales. Las partículas en el aire que transmiten el COVID-19 pueden fluir fácilmente alrededor de esas barreras y mezclarse con el aire de una habitación. Entonces, ¿cómo puede un músico o un miembro del público saber ahora que es seguro asistir a un concierto? Según la científica Stockman, se ha demostrado que el dióxido de carbono es un gran indicador de lo bien ventilado -o no- que está un espacio interior. Al medir el dióxido de carbono, se puede inferir el riesgo de contraer COVID-19.
Los investigadores demostraron que cuando alguien se pone un barbijo, el dióxido de carbono pasa a través de la mascarilla con el aire que exhala la persona, pero las partículas que pueden transportar el virus se quedan atascadas. Esto significa que cuando alguien se pone un barbijo, las emisiones de dióxido de carbono continúan, pero las emisiones de partículas (que podrían transportar el virus) se reducen.
La concentración de dióxido de carbono es una medida de la ventilación de la sala. Pero si todo el mundo lleva una mascarilla, el dióxido de carbono en esa sala va a seguir siendo alto, pero las gotas y los aerosoles que pueden tener virus serán menores, según Marina Vance, coautora del estudio y profesora adjunta del Departamento de Ingeniería Mecánica Paul M. Rady y del Programa de Ingeniería Ambiental.
Si una sala de conciertos exige que todos los miembros del público lleven barbijos y que todos los intérpretes coloquen una funda hecha con el mismo material del barbijo médico como cobertura en su instrumento, el riesgo de transmisión de COVID en esa sala se reduciría, aunque los niveles de dióxido de carbono medidos sean altos. En cambio, el dióxido de carbono sigue siendo un gran indicador del riesgo en los restaurantes, cuando la mayoría de las personas no están usando barbijos y hablan en voz alta.
La aplicación directa de la investigación a escenarios de la vida real ha sido una experiencia muy gratificante para Vance y los demás investigadores. “La mejor parte del estudio fue que todo este conocimiento técnico y toda esta comprensión científica se tradujo casi en tiempo real y llegó a las manos de las personas que más lo necesitaban. Nunca había participado en algo así”, dijo Vance. “Fue angustioso, emocionante e importante a la vez”.
Cuando la autora principal, Stockman, aprendió a tocar el clarinete hace años, no lo hizo con la intención de avanzar en la investigación científica. Pero su experiencia musical personal permitió que el trabajo avanzara rápidamente, ya que ella misma realizara las pruebas de calibración en el laboratorio durante la pandemia. “Lo que hemos demostrado es que hay medidas fáciles de adoptar que hacen que la vida siga siendo relativamente normal, y no hay que temer al aire”, dijo Stockman en relación a las recomendaciones para los que tocan instrumentos en espacios cerrados con otras personas.
Los coautores del estudio Mark Spede, presidente nacional de la College Band Directors National Association y director de bandas de la Universidad de Clemson, y James Weaver, director de Artes Escénicas y Deportes de la National Federation of State High School Associations, también señalaron que las estrategias de mitigación probadas en el estudio pueden aplicarse no sólo durante la pandemia de COVID-19, sino ante cualquier patógeno futuro que pueda aparecer. “Aunque no sepamos cómo se desarrollará el final de la pandemia, este importante estudio ha permitido a los educadores de artes escénicas aboguen por el regreso seguro de la música en vivo a las aulas”, dijo Spede.
SEGUIR LEYENDO: