La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera prematuro a un bebé nacido vivo antes de que se hayan cumplido 37 semanas de gestación. Los niños prematuros se dividen en subcategorías en función de la edad gestacional: prematuros extremos (menos de 28 semanas), muy prematuros (28 a 32 semanas) y prematuros moderados a tardíos (32 a 37 semanas).
En el Reino Unido, un total de 60.000 bebés nacen prematuramente cada año, lo que equivale a alrededor de 8 de cada 100 nacimientos.
En los últimos días, un reciente estudio demostró que las mujeres que están en riesgo de que su parto ocurra antes de tiempo, podrían ser indentificadas desde las diez semanas de gestación. La prueba se realiza a través de un hisopado para detectar bacterias en el cuello del útero.
Es que según descubrieron los investigadores, hay bacterias y sustancias químicas específicas en el cuello uterino de las futuras madres que las ponen en riesgo de infecciones e inflamación, lo que puede provocar un parto prematuro. Ahora los expertos esperan que el hallazgo permita desarrollar nuevas pruebas y tratamientos que puedan administrarse mucho antes que las pruebas actuales.
El Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) actualmente determina si una mujer está en riesgo de dar a luz antes de tiempo en función de si lo ha hecho anteriormente, si su cuello uterino se ha dañado durante la cirugía o si su cuello uterino es corto.
El cuello uterino de una mujer generalmente se alarga durante el embarazo para proteger al bebé, antes de acortarse y ablandarse durante el trabajo de parto y el parto.
Pero si una mujer sufre de infección o inflamación durante el embarazo, eso puede debilitar el cuello uterino y hacer que se acorte demasiado antes de tiempo, lo que la pone en riesgo la continuidad de la gestación.
Actualmente, cuando los médicos identifican a una mujer con riesgo de parto prematuro, sólo se utilizan dos tratamientos para intentar prevenirlo: uno es un medicamento hormonal que se administra por vía vaginal, y el otro involucra una operación para colocar un punto en el cuello uterino dentro de las primeras 24 semanas de embarazo para ayudar a sostenerlo. Es lo que se conoce como cerclaje cervical, un procedimiento por el que se cierra el cuello uterino durante el embarazo.
La organización benéfica del embarazo que ayudó a financiar la investigación, llamada Tommy’s, alertó sobre que las pruebas estándar que se usan actualmente para el tratamiento de parto prematuro son más precisas al final del embarazo, cuando hay menos posibilidades desde la medicina para intervenir.
Para el trabajo clínico, los investigadores recabaron datos de cuatro hospitales del Reino Unido sobre 346 madres, 60 de las cuales dieron a luz prematuramente. Y analizaron las bacterias tomadas de hisopos a las 10-15 semanas de embarazo y nuevamente a las 16-23 semanas. Eso lo compararon luego con las mediciones de la longitud del cuello uterino, la evaluación actual del NHS para el riesgo de nacimiento prematuro, y se realizó un seguimiento para ver quién dio a luz antes de tiempo.
Según observaron, una combinación de metabolitos (glucosa, aspartato y calcio) y bacterias se relacionó con el nacimiento a las 34 semanas o antes. Mientras tanto, siete metabolitos diferentes se asociaron con el nacimiento a las 37 semanas o antes.
Estos vínculos fueron igualmente significativos en el primer y segundo trimestre, lo que implica que las personas en riesgo de parto prematuro podrían identificarse con precisión mucho antes de lo que permiten las pruebas actuales.
Esto significa que estas mujeres, al acceder a un diagnóstico temprano, podrían beneficiarse de tratamientos médicos o quirúrgicos que ya no pueden realizarse al final del embarazo.
“El parto prematuro es muy difícil de predecir, por lo que los médicos deben pecar de cautelosos y las madres consideradas en riesgo a menudo no dan a luz a sus bebés temprano, lo que ejerce una presión indebida sobre todos los involucrados”, sostuvo el profesor Andrew Shennan, experto en obstetricia del King’s College de Londres y autor del estudio, agregó: “Mi equipo ha desarrollado herramientas de predicción de nacimientos prematuros que son muy precisas al avanzar el embarazo, como las pruebas de fibronectina fetal, pero en esa etapa, solo puede controlar los riesgos, no evitar que suceda”. “Cuanto antes sepamos quién está en riesgo, más podremos hacer para proteger a las madres y los bebés”, agregó. Jane Brewin es directora ejecutiva de Tommy’s, y dijo que existe una “necesidad real y urgente” de descubrir mejores formas de identificar y prevenir el parto prematuro.
En tanto, la profesora Rachel Tribe, experta en ciencias maternas y perinatales del King’s College de Londres, quien fue la académica principal del estudio, evaluó: “Con tantos factores en juego, es poco probable que las pruebas para la misma especie de bacteria puedan diagnosticar el nacimiento prematuro en todos los casos, pero ahora tenemos un panel de bacterias y metabolitos que podrían ser útiles”.
“En particular, las pruebas durante el embarazo temprano para Lactobacillus crispatus y Lactobacillus acidophilus podrían brindar tranquilidad a las madres que de otro modo estarían excesivamente preocupadas y ayudarlas a obtener atención especializada lo antes posible”, señaló, al tiempo que concluyó: “Después de cinco años de trabajo en este estudio, estamos encantados de tener un mayor conocimiento de cómo el entorno vaginal puede influir en el riesgo de parto prematuro”.
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