La importancia del lavado de manos se conoció a fines del siglo XIX entre los médicos que hasta entonces no consideraban esa práctica ni siquiera para ingresar en un quirófano. Pero con el tiempo, además de incorporarse en los hospitales, tras comprobarse que la falta de higiene causaba muertes por la transmisión de gérmenes, la sana costumbre comenzó a pasar a la población en general a inicios del siglo XX. Con la actual pandemia de COVID-19 las recomendaciones de especialistas al respecto han sido numerosas por lo que un grupo de expertos en física se propuso describir cuál es la forma más efectiva de lavarse las manos para evitar la transmisión de infecciones.
El estudio lo llevó a cabo un equipo de investigadores de la compañía británica Hammond Consulting Limited y fue publicado por la revista Physics of Fluids. Consiste en la descripción y demostración física de cómo el lavado de manos es eficaz para combatir enfermedades.
Los especialistas realizaron una simulación del lavado de manos y estimaron las escalas de tiempo en las que las partículas, ya sea virus o bacterias, son eliminados de las manos.
El modelo matemático actúa en dos dimensiones, con una superficie ondulada que pasa junto a otra superficie ondulada, y una fina película de líquido entre ambas. Las superficies onduladas representan las manos porque son ásperas en escalas espaciales pequeñas.
Las partículas quedan atrapadas en las superficies rugosas de la mano en pozos de potencial. Es decir, es como si se encontraran en el fondo de un valle y, para que puedan escapar, la energía del flujo de agua debe ser lo suficientemente alta como para hacerlas subir y salir del valle.
La fuerza del líquido que fluye depende de la velocidad de las manos en movimiento. Esto significa que un flujo más fuerte eliminará las partículas más fácilmente.
”Básicamente, el flujo te informa de las fuerzas que ejercen las partículas”, dijo el autor del estudio, Paul Hammond. “Entonces puedes calcular cómo se mueven las partículas y averiguar si se eliminan”.
En el análisis se comparó el proceso de lavado de manos con el que se realiza, por ejemplo, para quitar una mancha de una camisa: cuanto más rápido sea el movimiento, más probable es que salga esa suciedad.
“Si se mueven las manos con demasiada suavidad, con demasiada lentitud, las fuerzas creadas por el fluido que fluye no son lo suficientemente grandes como para superar la fuerza que retiene la partícula”, explicó Hammond.
Incluso cuando se eliminan las partículas, ese proceso no es rápido. Las directrices habituales para el lavado de manos, como las de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC, por sus siglas en inglés), sugieren al menos 20 segundos bajo el grifo.
Los resultados del modelo de Hammond coinciden con ese tiempo: se necesitan unos 20 segundos de movimiento vigoroso para desalojar posibles virus y bacterias.
El autor aclaró que el modelo no tiene en cuenta los procesos químicos o biológicos que se producen al utilizar el jabón. Sin embargo, conocer los mecanismos que eliminan físicamente las partículas de las manos puede dar pistas para formular jabones más eficaces y respetuosos con el medio ambiente.
“Hoy en día, tenemos que pensar un poco más en lo que ocurre con los productos químicos del lavado cuando se van por el desagüe y entran en el medio ambiente”, advirtió Hammond, quien consideró que su análisis responde a preguntas importantes sobre la cuestión y sienta las bases para futuras investigaciones.
Según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), higienizarse las manos con agua y jabón reduce 50% las diarreas infantiles y 25% las infecciones respiratorias.
Los especialistas recomiendan incorporar el lavado de mano como rutina diaria de todas las personas y la clave no es lavarse las manos cada dos segundos, sino hacerlo en los momentos indicados y de la manera correcta.
Los momentos adecuados son al regresar a casa desde la calle, antes de comer y cocinar, antes de amamantar, después de ir al baño o cambiar pañales, luego de sonarse la nariz, estornudar o toser, luego de visitar a un enfermo, al estar en contacto con residuos, al estar en contacto con animales, después de tocar alimentos crudos y antes de tocar alimentos cocidos.
Además los especialistas señalan que antes del lavado de manos es necesario quitarse anillos, pulsera y reloj porque estos objetos acumulan microorganismos que no salen con el lavado y por lo tanto las manos no quedarán completamente limpias de microbios y virus.
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