Qué se sabe hasta ahora sobre la posible necesidad de terceras dosis de la vacuna contra el COVID-19

En EEUU ya se autorizaron esas aplicaciones a pacientes inmunodeprimidos, pero la estrategia sanitaria es reunir más información científica antes de habilitar refuerzos entre personas sanas. Qué dicen científicos y laboratorios

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Especialistas discriminaron el significado de
Especialistas discriminaron el significado de recibir una tercera dosis y un refuerzo de las vacunas contra el COVID-19 (Behrouz Mehri/Pool via REUTERS/Archivo)

Mientras en muchos lugares del mundo se avanza en la aplicación de primeras y segundas dosis de las vacunas contra el COVID-19, los especialistas y los laboratorios están analizando la posibilidad de aplicar refuerzos a quienes ya hayan completado el esquema de vacunación. En el caso de EEUU, se autorizó una tercera dosis para personas inmunodeprimidas, en tanto Israel emitió una medida igual para su población con esa misma condición inmunológica y también autorizó dosis de refuerzo para los mayores de 50 años sanos.

Las personas “inmunodeprimidas: receptores de trasplantes de órganos sólidos” o “aquellos a quienes se les diagnostica condiciones que se considera que tienen un nivel equivalente de inmunodepresión” podrán recibir una tercera dosis de las vacunas de Pfizer/BioNTech o Moderna, según indicó el jueves último la Administración de Alimentos Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés). En esa línea se asociaron los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) que recomendaron una dosis adicional de vacuna para personas con baja protección inmunológica.

Especialistas discriminaron el significado de recibir una tercera dosis y un refuerzo de las vacunas contra el COVID-19, ya que las personas inmunodeprimidas comenzaron a recibir la dosis número tres porque no han tenido una respuesta inmune adecuada. En tanto una dosis de refuerzo es algo diferente, ya que implica que ayudará a renovar una respuesta inmune decreciente o ayuda al cuerpo a combatir un patógeno en evolución.

En Argentina, el pasado 9 de agosto la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, admitió la posibilidad de aplicar dosis de refuerzo o terceras dosis a la población que así lo requiera, aunque ratificó que este mes será dedicado a completar los esquemas de vacunación de dos dosis a los mayores de 50 años. “Pensar en vacunaciones periódicas siempre estuvo en la agenda sobre todo en personas con más riesgo de tener complicaciones o que tienen menos robusto su sistema inmune, como los mayores de 60 años donde el sistema inmune va involucionando”. “A una población estratégica seguramente haga falta dar un refuerzo”, afirmó la funcionaria.

La OMS pidió el 4 de agosto una moratoria sobre las terceras inyecciones de la vacuna COVID-19 hasta al menos finales de septiembre para abordar la drástica desigualdad en la distribución de dosis entre países ricos y pobres. El jefe de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, instó a los países y empresas que controlan el suministro de dosis a cambiar el rumbo de inmediato y dar prioridad a los estados menos ricos.

Los especialistas no se ponen de acuerdo aún respecto de la necesidad de las dosis de refuerzos en personas sanas. En EEUU las autoridades sanitarias consideran que aún no es necesario, pero el gobierno revisa los datos diariamente y estará listo si esto cambia, dijo el jueves Vivek Murthy, director general de Sanidad de ese país.

En Argentina se autorizó la
En Argentina se autorizó la combinación de vacunas Sputnik V con AstraZeneca y Moderna (EFE/Casa Presidencial de Honduras)

“Tratamos de entender si hay una disminución en la protección que se manifiesta como un aumento significativo en los casos de infección en vacunados, pero particularmente en las hospitalizaciones y muertes”, dijo Murthy a CNN. El gobierno analiza los datos de compañías farmacéuticas, sistemas privados de atención médica y otros países, incluyendo los que están en el Reino Unido, Israel y Canadá, agregó.

“Observamos esos datos con regularidad, de cerca. Cuando veamos que se alcanza el umbral, es cuando recomendaremos refuerzos para personas adicionales”, precisó Murthy. El especialista dijo que la pregunta no es si será necesario un refuerzo sino cuándo se deberá aplicar “y los datos van a guiar nuestra decisión al respecto”, dijo.

Medios estadounidenses han señalado que el gobierno de Joe Biden establecerá en las próximas semanas una estrategia para los refuerzos vacunales contra el nuevo coronavirus y se estima que esto será gradual, comenzando por las personas más vulnerables.

Andy Slavitt, exasesor para la respuesta al COVID-19 de la administración Biden consideró que EEUU puede mirar a la vacunación en Israel para tener una idea de lo que podría ser necesario considerar dentro de un mes más o menos, ya que ese país comenzó con un esquema de refuerzo para personas mayores de 50 años.

“Israel comenzó su proceso de vacunación un poco antes que nosotros, así que creo que, en muchos aspectos, los hemos estado observando —y hasta cierto punto, el Reino Unido—, de lo que podríamos esperar”, dijo Slavitt a CNN. Además, se está observando a las “personas que participaron en los ensayos clínicos originales de las vacunas en 2020”. Todo esto “en términos generales, nos dan una idea de qué predecir para el futuro”.

Actualmente, tres vacunas contra el coronavirus están autorizadas para uso de emergencia en EEUU, la de Pfizer/BioNTech de dos dosis para personas mayores de 12 años, la vacuna Moderna de dos dosis y la vacuna Johnson & Johnson de dosis única para todas las personas mayores de 18 años.

Las investigaciones realizadas hasta aquí no han sido aún concluyentes, pero muchos científicos estiman que los anticuerpos contra el coronavirus que aportan las vacunas podrían disminuir con el tiempo, es probable que luego de un año o algo más después de completar el esquema. También consideran que las nuevas variantes podrían hacer disminuir un poco esa protección, a pesar de que ya han demostrado con dos dosis una alta eficacia contra las hospitalizaciones, al menos frente a la supercontagiosa variantes Delta.

Las investigaciones realizadas hasta aquí
Las investigaciones realizadas hasta aquí aún no son concluyentes sobre la necesidad de terceras dosis (EFE/EPA/MAXIM SHIPENKOV/Archivo)

En ese sentido, el Ministerio de Salud de Israel, sobre la base de análisis científicos dijo en julio pasado que la eficacia de una de la vacuna de Pfizer caía de más del 90% a aproximadamente el 64% a medida que se extendía la variante B.1.617.2 o Delta.

Esto fue tomado por el mundo científico como una señal de que podría ser necesaria una dosis de refuerzo para dar protección tanto para la variante original del SARS-CoV-2 como para las mutaciones subsiguientes, incluyendo la Delta. Se trata de una estrategia similar a la que se recomienda para la vacunación contra otras enfermedades como por ejemplo el tétanos, que hace necesaria la repetición cada 10 años, o la influenza que debe ser aplicada todos los años.

Las dificultades para adoptar una decisión en torno de las vacunas contra el COVID-19 reside en que aún los científicos no han reunido la información necesaria por lo que todavía se desconoce cuánto tipo dura la protección inmunológica. Por eso se mantienen alertas ante la duración de la protección en el organismo y cómo actúan en ese sentido las nuevas variantes.

“Hay un pequeño matiz con las vacunas contra el COVID-19”, dijo a CNN en mayo William Moss, profesor y director ejecutivo del Centro Internacional de Acceso a Vacunas de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins. Si bien las dosis de refuerzo típicas usan la misma fórmula de vacuna que alguien recibió anteriormente para recordarle al sistema inmunológico acerca de la inmunidad a un patógeno, dijo Moss, cualquier refuerzo futuro contra el COVID-19 podría usar fórmulas de vacuna alteradas.

“Una persona que se saltó un refuerzo corre un mayor riesgo de infectarse y contraer la enfermedad del SARS-CoV-2, pero también esperaría que tengan algo de inmunidad parcial y, por lo tanto, pueden estar protegidos contra una enfermedad más grave”, dijo Moss en mayo. “Simplemente tienen un mayor riesgo de infección y enfermedad que alguien que recibió el refuerzo, pero tienen más inmunidad que alguien que nunca fue vacunado”, describió.

Los laboratorios Pfizer y BioNTech, que en sociedad producen una de las vacunas de ARN mensajero, comunicaron la tercera dosis de su inoculante contra el nuevo coronavirus “tiene el potencial de preservar los niveles más altos de eficacia protectora contra todas las variantes actualmente probadas, incluyendo la Delta” permanecerán “atentas” y ya están “desarrollando un versión actualizada de la vacuna” que está dirigida “a la proteína de pico completo de la variante Delta”.

Las tres empresas que actualmente han autorizado la producción de vacunas contra el coronavirus en EE.UU. (Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson) investigan el uso potencial de las vacunas de refuerzo.

Además, se viene investigando en numerosos países, incluida la Argentina, la efectividad de la combinación de dosis. Investigadores del Reino Unido informaron en mayo que no hubo ningún problema de seguridad en la aplicación de dosis diferentes. Únicamente hallaron efectos secundarios pasajeros que no se diferencian de los que se observaron anteriormente, como fiebre, escalofríos, fatiga o dolor de cabeza.

El 4 de agosto pasado, en Argentina, los gobiernos Nacional, de la Provincia de Buenos Aires y de la Ciudad de Buenos Aires, dieron a conocer los resultados preliminares de los estudios de combinación de vacunas contra el COVID-19, que resultaron alentadores.

En conjunto se consideró que los resultados que arrojó la experiencia de las últimas semanas son suficientes en términos de inmunogenicidad, es decir de los anticuerpos generados por las personas que participaron del estudio, por lo que se anunció el avance en la aplicación combinada de vacunas.

“Los datos que veo venir
“Los datos que veo venir respaldan la noción de que probablemente habrá una necesidad de un refuerzo en ocho y doce meses” (EFE/EPA/SEDAT SUNA/Archivo)

Los análisis se habían iniciado ante la escasez de las segundas dosis de la vacuna Sputnik V, que presenta un componente diferente de la primera. De esta forma, las autoridades sanitarias anunciaron que quienes recibieron la formulación producida por el Instituto Gamaleya de Rusia pueden cerrar su esquema de vacunación, en caso que así lo acepten, con una segunda dosis de AstraZeneca o de Moderna. En tanto, también quienes hayan recibido el inoculante de la Universidad de Oxford podrán acceder a una segunda dosis de la formulación Moderna.

Por esos mismos días de comienzos de agosto, otro estudio publicado por Statens Serum Institut de Dinamarca dio a conocer que combinar la vacuna contra el COVID-19 de AstraZeneca con una segunda dosis ya sea de los productos de Pfizer-BioNTech o de Moderna entrega una “buena protección”.

“Los datos que veo venir respaldan la noción de que probablemente habrá una necesidad de un refuerzo en ocho y doce meses”, dijo a Axios el director ejecutivo de Pfizer, Albert Bourla, en mayo. “Pero eso está por verse y creo que en uno o dos meses tendremos suficientes datos para hablar de ello con mucha mayor certeza científica”. La primera dosis de la vacuna contra el coronavirus de Pfizer en Estados Unidos se administró el 14 de diciembre de 2020. Por su parte, Moderna también ejecuta pruebas de la vacuna de refuerzo.

Stephen Hoge, presidente de Moderna, dijo meses atrás que se espera que la lucha contra la pandemia de coronavirus continúe hasta el próximo año debido a la aparición de variantes.

“Creemos que esto es solo el comienzo”, dijo Hoge. “Por lo tanto, como empresa, estamos comprometidos a realizar tantas actualizaciones a la vacuna, para agregar tantas variantes como consideremos necesarias, y asegurarnos de que cuando las personas reciben un refuerzo, brinde la protección inmunológica más amplia contra la más amplia gama de variantes”.

La vacuna contra el coronavirus de Johnson & Johnson, junto con la de Pfizer, Moderna y otras cuatro, se están probando como refuerzos estacionales en un estudio llamado Cov-Boost que está llevando a cabo el Instituto Nacional de Investigación en Salud del Reino Unido y la Universidad de Southampton.

La compañía de biotecnología Novavax ha desarrollado una vacuna contra el coronavirus que su director ejecutivo Stanley Erck cree que podría usarse como vacuna de refuerzo para las personas que ya han sido vacunadas. La compañía planea solicitar la autorización de uso de emergencia de su vacuna en EEUU en el cuarto trimestre de 2021.

Se espera que la decisión de utilizar ampliamente los refuerzos de las vacunas contra el COVID-19 involucre en EEUU a dos agencias, la FDA y los CDC, y el proceso regulatorio para llevar las inyecciones a los brazos podría variar dependiendo de si el refuerzo es la misma vacuna que se usó originalmente o es una versión modificada.

La FDA debe autorizar el uso de las vacunas para ser utilizadas de nuevas formas, fuera de la autorización existente. Luego, los CDC informan sobre si realmente se debe usar la vacuna según lo autorizado por la FDA.

Si se trata de una vacuna modificada, “aquí es donde las cosas se ponen interesantes y no creo que lo sepamos bien”, dijo Moss, pero agregó que el proceso regulatorio podría ser similar a lo que sucede con las vacunas contra la influenza cada año.

“Técnicamente, cada vez que se modifica una vacuna como esa, a menudo se considera una vacuna nueva y tiene que pasar por todo el proceso nuevamente. Pero hay un precedente, obviamente, con las vacunas contra el virus de la influenza, no para hacer eso”, indicó Moss. “Por lo tanto, la vacuna contra la influenza cada año no tiene que pasar por un gran ensayo de fase 3”.

Esto se debe a que la tecnología de la vacuna sigue siendo la misma y el único cambio es la cepa del virus de la gripe a la que se dirige la vacuna.

No existe una forma definitiva para saber que alguien necesita una dosis adicional de la vacuna contra el coronavirus, pero hasta ahora, los estudios sobre dosis de refuerzo han medido los niveles de anticuerpos.

Los pacientes con cáncer que reciben la vacuna contra el COVID-19, por ejemplo, tienen menos probabilidades de desarrollar anticuerpos protectores, según dos estudios publicados esta semana en la revista JAMA Oncology. Los anticuerpos son proteínas que el cuerpo produce para combatir las infecciones.

Sin embargo, los investigadores notaron que la prueba utilizada para detectar anticuerpos del COVID-19 no proporciona información sobre la inmunidad basada en células T o los resultados clínicos relacionados con una posible infección por COVID-19. Las células T y las células B son otros componentes del sistema inmunológico con memoria inmunitaria que pueden proteger al cuerpo contra las infecciones.

En uno de esos estudios, investigadores en Israel hicieron un seguimiento de los hallazgos iniciales que mostraban que los niveles de anticuerpos anti-pico del COVID-19 eran significativamente más bajos entre los pacientes con cáncer 5,5 semanas después de la segunda dosis de aplicar una vacuna con la tecnología de ARNm contra el COVID-19, en comparación con los pacientes sin cáncer.

Si parece que la inmunidad
Si parece que la inmunidad disminuye, o una variante evade la protección que ofrecen las vacunas actuales, los funcionarios de salud estarán listos para recomendar refuerzos (EFE/ Cati Cladera)

Por separado, entre los pacientes receptores de trasplantes de órganos en un estudio de la Universidad Johns Hopkins que no tenían anticuerpos medibles después de recibir dos dosis de vacuna, un tercio de ellos vio un aumento en los anticuerpos después de una tercera dosis, y entre aquellos con niveles bajos de anticuerpos después de dos dosis, todos vieron un aumento después de una tercera dosis.

Dorry Segev, autor del estudio y fundador del Grupo de Investigación en Epidemiología en Trasplante de Órganos de la Universidad Johns Hopkins, le dijo a CNN en junio que no está claro qué nivel de anticuerpos proporciona inmunidad protectora. “No sabemos si necesita el mismo nivel extraordinario de anticuerpos que tienen las personas con un sistema inmunológico normal”, dijo.

Respecto de la frecuencia necesaria para los refuerzos de las vacunas contra el nuevo coronavirus, algunos expertos predicen que una dosis de refuerzo podría ser necesaria anualmente. En tanto, Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE.UU. ha dicho que la conclusión es que nadie lo sabe todavía.

Fauci dijo la semana pasada durante una sesión informativa del equipo de respuesta contra el COVID-19 de la Casa Blanca que cree que eventualmente todos necesitarán un refuerzo para mantener una protección total contra la vacuna. “Estamos evaluando esto día a día, semana a semana, mes a mes, analizando varios estudios, tanto internacionales como nacionales”, dijo.

Añadió que si parece que la inmunidad disminuye, o una variante evade la protección que ofrecen las vacunas actuales, los funcionarios de salud estarán listos para recomendar refuerzos.

Con el tiempo, es posible que una dosis de refuerzo de la vacuna contra el covid-19 sea solo parte de la finalización de la inmunización, no un requisito anual, dijo la semana pasada Peter Marks, director del Centro de Evaluación e Investigación Biológica de la FDA.

Marks señaló en una discusión organizada por el Proyecto de Educación y Equidad de Vacunas COVID-19: “Puede ser simplemente que para obtener el tipo de inmunidad realmente buena contra el COVID-19 que obtenemos con algunas otras vacunas, puede ser necesaria una serie de tres vacunas, de la misma manera que la hepatitis B para adultos y la serie primaria de vacunación infantil múltiple, necesita vacunarse, ya sabe, 0, 1; o 0, 2 y 4; o 0, 2 y 6 meses”.

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