Para los niños pequeños, la pandemia llega en un momento crucial para desarrollar habilidades importantes como la empatía, la seguridad y más, una fase que a algunos padres les preocupa que se vea afectada por el uso de mascarillas. Desde una sonrisa descarada hasta un ceño fruncido de miedo, las investigaciones muestran que desde una edad temprana, los niños aprenden sobre el habla, el lenguaje y las interacciones sociales al mirar una cara, lo que lleva a los expertos a plantear preocupaciones sobre lo que le sucede a nuestra generación más joven cuando esas señales se desvanecen.
En el tejido laberíntico de las conexiones que ocurren dentro de nuestro cerebro hay unas neuronas a las que se conoce como “células de la empatía”. Son las neuronas espejo. Gracias a ellas lloramos cuando vemos una película que nos emociona, bostezamos si lo hace nuestro interlocutor o se nos contagia la risa de un amigo. Esas neuronas, que fueron descubiertas casi por casualidad hace apenas 25 años, no solo son responsables de la empatía, sino también de la interacción social con las personas y con el mundo que te rodea. Y son especialmente importantes cuando somos niños, porque es entonces cuando desarrollamos – a partir de los 6 meses o al año de edad – la referencia social, o la capacidad de utilizar y reconocer expresiones emocionales.
“Hay períodos sensibles en el desarrollo de la primera infancia en los que el lenguaje y el desarrollo emocional evolucionan realmente rápido durante los primeros años de vida”, sostuvo en diálogo con la CNN Ashley Ruba, investigadora posdoctoral en el Laboratorio de Emociones Infantiles de la Universidad de Wisconsin-Madison. Para la especialista, “ser capaz de usar las señales verbales o faciales de los demás para descubrir cómo se siente alguien o captar aspectos seguros o peligrosos de los entornos y las personas es una tarea fundamental para los niños pequeños”.
Para Claudio Waisburg, neurocientífico, director del Instituto Neuropediátrico SOMA, “tiene que ver con aspectos innatos de la cognición social”. “La presencia de máscaras, y la cobertura de boca y nariz, impactan directamente y disminuyen las expresiones faciales que hacen a la comunicación. Entre el año y medio y los tres años, etapa donde tienen un desarrollo exponencial del lenguaje verbal, los más chicos requieren mucho de la mirada y las señales faciales. Es ahí donde copiando, aprendiendo e imitando se consolida el conocimiento”, explicó a Infobae el experto.
Según Kang Lee, profesor de psicología aplicada y desarrollo humano en la Universidad de Toronto, que estudia el desarrollo de las habilidades de reconocimiento facial en los niños, existen tres problemas potenciales que las máscaras podrían plantear a los niños al interactuar con compañeros de clase o maestros. Primero, dijo, los niños menores de 12 años pueden tener dificultades para reconocer a las personas, porque a menudo se enfocan en características individuales.
En segundo lugar, y quizás más importante, dijo, “gran parte de nuestra información emocional, la mostramos a través del movimiento de nuestra musculatura facial”. Debido a que esa musculatura y, por lo tanto, esa información será oscurecida por una máscara, dijo, los niños pueden tener problemas con el “reconocimiento emocional y la interacción social”.
Y finalmente, para el experto los niños pueden tener problemas con el reconocimiento del habla; aunque tendemos a pensar que la comunicación del habla tiene lugar a través del sonido, dijo, una gran cantidad de información se puede comunicar visualmente.
David Lewkowicz, científico senior de los Laboratorios Haskins y del Centro de Estudios Infantiles de Yale, ha estudiado la lectura de labios en bebés. Alrededor de los 6 a 8 meses, dijo, cuando los bebés comienzan a balbucear, cambian la forma en que miran a las personas que les hablan. En lugar de concentrarse en los ojos, dijo, “pasan mucho tiempo mirando la boca de esa persona, tratando de dominar su propio habla nativa, obteniendo no solo señales auditivas sino visuales”.
Sin embargo, Eva Chen, psicóloga del desarrollo y profesora asociada en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong que centra su investigación en el desarrollo cognitivo de los niños con respecto a los grupos sociales, aseveró: “Deberíamos dar más crédito a nuestros propios hijos. Estar cubiertos durante algunas horas todos los días no los hará menos capaces de reconocer las expresiones sociales. Las voces, los gestos y el lenguaje corporal en general son importantes para los niños. Si bien generalmente prestan atención a la boca de las personas mientras hablan, de lejos no es la única señal que los niños tienen para comunicarse y aprender”. Además, la especialista se refirió a un estudio de 2012 que muestra que los niños eran capaces de leer las emociones faciales igual de bien cuando se agregó una máscara.
Durante la pandemia, Ruba y sus colegas estudiaron si las máscaras afectaban la capacidad de los niños para comprender las expresiones faciales. En su investigación, los autores mostraron a más de 80 niños de entre 7 y 13 años fotos de rostros sin obstrucciones, cubiertos con una máscara quirúrgica o con gafas de sol. Los rostros mostraban tristeza, rabia o miedo. Cuando se les pidió que asignaran una de las seis emociones a cada rostro, los niños tenían razón acerca de los rostros descubiertos el 66% de las veces, encontraron.
Cuando los rostros estaban cubiertos por máscaras, los niños tenían problemas, pero pudieron identificar correctamente la tristeza aproximadamente el 28% del tiempo, la ira el 27% y el miedo el 18%, que era más que las probabilidades (aproximadamente el 17%) de adivinar correctamente una emoción de las seis etiquetas. Dados estos hallazgos y la flexibilidad innata de los niños para adaptarse a los desafíos o ponerse al día, algunos expertos no sospechan ningún efecto a largo plazo del uso de máscaras en el desarrollo de los niños.
“Creo que una vez que las mascarillas se acaben o casi, sea cual sea el impacto que tengan, nos recuperaremos rápidamente”, advirtió el doctor Hugh Bases, profesor clínico asociado de pediatría en el Hospital de Niños Hassenfeld en NYU Langone Health.
En la misma línea, Amy Learmonth, profesora de psicología en la Universidad William Paterson en Nueva Jersey, explicó: “Si el desarrollo social y del lenguaje de los niños es un poco más lento, lo que podría ser, equilibrando eso con el riesgo de que alguien muera por el coronavirus, cuando toda la evidencia que tenemos indica que se pondrán al día y estarán bien, simplemente no me parece que valga la pena”.
Diferencias entre edades y estilos de aprendizaje
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) no han recomendado que los niños menores de 2 años usen máscaras. Para los niños menores de 18 meses, aprender a comunicarse a través de señales visuales es “probablemente más importante porque aprender una nueva palabra cuando no se tiene ninguna es complicado”, agregó Learmonth.
“Si estás preocupado por el desarrollo social y lingüístico de tu hijo durante la pandemia, asegúrate de reservar un tiempo para hablar con tu hijo cara a cara cuando esté en casa y sin usar una máscara”, sugirió la experta. Y añadió: “Para la mayoría de nuestros hijos, siempre que interactúen con sus padres por la mañana y por la noche, estarán bien”. Estas interacciones pueden ocurrir durante los baños, el tiempo de juego o las comidas.
Además, “la conversación a menudo es más que el contenido verbal real”, dijo Bases. Otros elementos como la inflexión vocal o los gestos físicos no tapados por máscaras pueden agregar al contexto que ayuda a los niños a desarrollar habilidades de comunicación. Los niños pequeños, incluidos los que tienen deficiencias visuales, utilizarán otras pistas o sentidos para comprender y aprender el lenguaje, según la AAP.
Sin embargo, para Learmonth, es una preocupación en niños cuyo desarrollo lingüístico o social es atípico. “Cualquiera que esté un poco atrasado en el desarrollo del lenguaje o un poco atrasado en la comprensión de las señales sociales, lo que me preocupa es que se quedarán más atrás”, agregó. “Porque a diferencia de un niño con un desarrollo típico que probablemente esté bien con solo cuatro o cinco horas de interacción de cara completa al día, un niño al que se le dificulta va a necesitar todo lo que pueda conseguir y más”, subrayó.
“Esto tiene mayor impacto en niños pequeños que su constitución subjetiva se construye en la interacción con los adultos significativos: sus miradas, sus expresiones, sus tonalidades de voz, sus caricias. En este último tiempo, las consultas de niños pequeños han aumentado y aún en mayores se ven conductas más regresivas”, explicó en diálogo con Infobae la psicoanalista especialista en niños y adolescentes, Nora Koremblit de Vinacur, ex secretaria del Departamento de Niños de la Asociación Psicoanalítica Argentina y coautora del libro Parentalidades.
Cuándo y cómo pueden ayudar los padres
Para comunicarse mejor con un niño mientras se usa una máscara, la AAP recomienda que los adultos llamen la atención del niño antes de hablar, lo miren directamente sin barreras físicas o de ruido en el camino y hablen despacio y más alto, pero sin gritar, si es necesario. Pueden agregar información contextual a sus palabras usando las manos, lenguaje corporal y tono de voz. Dependiendo de la respuesta, preguntarles si entendió y repetirlo si es necesario.
Si tienen inquietudes acerca de las habilidades de desarrollo del lenguaje de su hijo ahora o más adelante, los expertos recomiendan buscar una evaluación de patólogos certificados del habla y del lenguaje. Algunos de ellos todavía practican de forma presencial con máscaras transparentes o virtualmente, según la AAP. “Como patólogos del habla y del lenguaje que trabajamos con niños con trastornos de la comunicación, nuestra transición a la nueva normalidad de la comunicación con máscaras faciales fue rápida y fluida”, escribieron los patólogos del habla y el lenguaje con sede en India Divya Swaminathan y Shoba Meera en un artículo en octubre de 2020.
El “bien mayor” de protegerse unos a otros, los maestros y las familias “supera con creces el problema teórico potencial que podría surgir como resultado del uso de máscaras faciales”, dijo Bases. “Los niños se ajustan, se adaptan y cuando no tienen que usarlas, se adaptan de nuevo... Es un tipo de aprendizaje muy fluido y dinámico. Y el desarrollo obviamente no es lineal. Hay altibajos, incluso en los días anteriores a las mascarillas”.
Sarah Gaither, profesora asistente de psicología y neurociencia en la Universidad de Duke, dijo en un correo electrónico a The New York Times: “Dado que ahora se requiere el uso de máscaras en la mayoría de los entornos escolares, los niños y adultos deberían comenzar a practicar ser más explícitamente verbales expresando sus emociones en voz alta”. Los niños mejorarán en la lectura de los ojos de las personas, sugirió, y en la comprensión del contenido emocional a partir del tono de voz. Pero además, escribió, “los padres y los maestros también pueden querer preguntar a los niños con más frecuencia qué sienten”.
Los padres pueden concentrarse en el tiempo que tienen en casa con sus hijos y enfatizar las actividades e interacciones cara a cara. “Soy un gran creyente en la importancia de la plasticidad o adaptabilidad en el desarrollo temprano”, dijo Lewkowicz. “A pesar de la privación a corto plazo, debido a la plasticidad, hay muchas formas de compensar”.
En esto, el doctor Lee estuvo de acuerdo. “Creo que los niños son muy, muy inteligentes. Pueden averiguar quién es una persona utilizando la información que todavía tienen a su disposición, la forma de los ojos, las cejas, la voz, la postura. Los niños se adaptarán rápidamente. No creo que los padres deban estar demasiado preocupados”, indicó. En cuanto a la comunicación emocional, sugirió que los maestros enfaticen sus gestos y presten atención a su tono de voz. “Haz que tu voz sea más expresiva, tu gesto más expresivo, tus ojos más expresivos. Como profesor, ralentizaría mi discurso, especialmente cuando interactúo con los más pequeños, para que puedan captar más del canal auditivo”, finalizó.
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