Aunque se han informado varias anomalías metabólicas en pacientes con COVID-19 confirmado, a menudo relacionadas con la gravedad de la enfermedad, lo que genera la hipótesis de un papel de valor en la evolución del coronavirus en los pacientes infectados. Un nuevo análisis provisto por la Universidad de Roma confirmó que casi la mitad de los pacientes críticos contaban con precuelas de estas patologías al ingreso hospitalario. En consecuencia, para los investigadores, la tendencia en los pacientes con diabetes y COVID-19, especialmente cuando se asocia la obesidad, es indicador de que tienen un mayor riesgo de morir o requerir cuidados intensivos.
En general, la hiperglucemia crónica es un predictor independiente de mal pronóstico en las infecciones del tracto respiratorio inferior, especialmente cuando ya han ocurrido complicaciones micro y macrovasculares. La evidencia disponible demuestra que la diabetes es un factor de riesgo clave para las enfermedades infecciosas y que las personas con diabetes tienen un mayor riesgo de mortalidad relacionada con la infección.
“Los pacientes con diabetes tienen un mayor riesgo de complicaciones graves, incluido el síndrome de dificultad respiratoria del adulto y la insuficiencia multiorgánica -explica Gabriel Lijteroff, Director del comité científico de la Federación Argentina de Diabetes. Director de Task force Desastres de Internacional Diabetes Federation para Sur y Centroamérica-. Los estudios también han demostrado que la enfermedad por COVID-19 está asociado con hiperglucemia (aumento de los niveles de gluca en sangre), particularmente en los ancianos con diabetes tipo 2”.
Dependiendo de la región global, del 20 al 50% de los pacientes en la pandemia de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) tenían diabetes informan en un artículo con recomendaciones de expertos publicado en The Lancet recién iniciada la pandemia.
Aparte de la falta de control de la glucosa y las complicaciones coexistentes de la diabetes, que necesariamente contribuyen a la predisposición inherente a la enfermedad de los pacientes la dolencia, la resistencia a la insulina concomitante puede acompañar a las formas graves de COVID-19 porque ese parámetro está estrechamente relacionado con la inflamación sistémica, estado protrombótico, disfunción vascular y alteración de la respuesta inmunitaria. En conjunto, estas anomalías contribuyen potencialmente al estado de sobreinflamación metabólica informado en pacientes con curso más severo de COVID-19.
Aunque el conocimiento sobre la resistencia a la insulina podría ser útil para mejorar la evaluación del riesgo de un curso complicado de la enfermedad en pacientes con COVID-19 grave, su medición directa no es fácil de realizar en la práctica clínica o, especialmente, en el ámbito hospitalario.
Además del sobrepeso, una característica común fuertemente relacionada con la insulina y la llamada dislipidemia aterogénica. Este parámetro determina la elevación de las concentraciones plasmáticas de colesterol, triglicéridos o ambos, o una disminución del nivel de colesterol asociado a HDL que contribuyen al desarrollo de aterosclerosis. Las causas pueden ser primarias (genéticas) o secundarias. El diagnóstico se basa en la medición de las concentraciones plasmáticas de colesterol total, triglicéridos y lipoproteínas individuales.Por ello es que un grupo de investigadores de del Departamento de laboratorios médicos de la Universidad de Roma ha desarrollado una nueva investigación que publica Diabets Care, el medio especializado en esta rama de la salud, para identificar los factores metabólicos asociados con la enfermedad crítica que pueden ayudar a mejorar el manejo de los pacientes hospitalizados por coronavirus 2019 (COVID-19). “Los triglicéridos altos y los niveles bajos de HDL caracterizan la dislipidemia aterogénica estrechamente relacionada con la resistencia a la insulina y la diabetes-, explica Alfonso Bellia, autor principal de la investigación-. Examinamos las asociaciones de dislipidemia aterogénica detectada en la admisión con el resultado de COVID-19 durante la hospitalización”.
Encontrar los rastros
Los científicos analizaron retrospectivamente los informes clínicos de 118 pacientes consecutivos hospitalizados por COVID-19 en Roma, Italia, entre marzo y mayo de 2020. Se recogieron las características clínicas, los marcadores de inflamación y los parámetros del metabolismo de la glucosa y los lípidos al ingreso. La enfermedad crítica se definió como la muerte intrahospitalaria o la necesidad de intubación endotraqueal. Las asociaciones se probaron mediante análisis de regresión logística.
La dislipidemia aterogénica fue un 46% más frecuente en pacientes con COVID-19 crítico, así como diabetes (37), y se asoció significativamente con muerte o intubación (95). Los triglicéridos se asociaron significativamente con biomarcadores inflamatorios seleccionados y un peor resultado de COVID-19 durante la hospitalización tanto en la población general como en el subgrupo con dislipidemia aterogénica.
En el estudio informaron una asociación significativa entre la detección de dislipidemia aterogénica al ingreso y el resultado adverso posterior de la enfermedad en pacientes hospitalizados por COVID-19. “Más específicamente, la dislipidemia aterogénica estuvo fuertemente relacionada con la mortalidad. Hubo más de tres veces mayor de probabilidad de asociación con muerte intrahospitalaria”, explica Bellia.
Los niveles de triglicéridos detectados al ingreso también se asociaron positivamente con los niveles de PCR, que a su vez fueron más altos en pacientes con COVID-19 crítico. La presencia de niveles altos de triglicéridos es frecuente en la diabetes tipo 2 y está estrechamente relacionada con la resistencia a la insulina.
Se ha establecido que los pacientes con diabetes preexistente, especialmente si se asocia con obesidad y otras comorbilidades relacionadas, tienen un alto riesgo de muerte o de hospitalización prolongada y complicada por COVID-19, según lo informado por varios grandes estudios retrospectivos de diferentes áreas geográficas. “En nuestra población más pequeña -continúa Aikaterini Andreadi, especialista co-autor de la investigación-, confirmamos la presencia de diabetes como el principal factor de gravedad de la enfermedad, con una prevalencia general de casi el 25%, que no es diferente de la prevalencia estandarizada por edad de la diabetes informada en general”.
Alternativamente, los estudiosos indican en su documento que “el aumento de la glucosa en sangre podría ser el resultado del estrés metabólico determinado por una infección más grave”. Según las historias clínicas hospitalarias, no surgieron diferencias sustanciales entre los pacientes con diabetes con COVID-19 crítico y no crítico en cuanto a edad, sexo y tratamiento antihiperglucémico previo al ingreso. En particular, la terapia con insulina de rutina antes del ingreso, que se ha asociado con mortalidad en otra cohorte hospitalizada por COVID-19, no fue diferente entre los grupos de la población del documento.
“Nuestro estudio proporciona evidencia por primera vez de que la dislipidemia aterogénica detectada al ingreso, y en particular la hipertrigliceridemia, puede ser otra anomalía metabólica independiente asociada con pronóstico adverso en pacientes hospitalizados con COVID-19, que merece ser investigado en poblaciones más grandes- concuye Bellia-. Por lo tanto, debe fomentarse la evaluación del perfil lipídico, junto con otros factores de riesgo ya establecidos, en pacientes con COVID-19 grave”.
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