La gran caída en los casos de COVID-19 sugiere que han alcanzado su punto máximo. Pero un abanico de nuevas variantes que amenazan con eludir las vacunas y la inmunidad natural significa que es demasiado pronto para estar seguros, dicen los investigadores. Por ejemplo, los datos en Gran Bretaña, donde la tranquilidad empezaba a convertirse en una realidad, informaron una meseta en los nuevos casos de COVID-19. A medida que se sigue aprovechando al máximo la vacunación para a abordar la pandemia, la cantidad de personas no vacunadas en el conjunto de datos disminuye constantemente. Esta es una situación a la que se enfrentan todos los estudios de vigilancia de la enfermedad.
Cuándo finalizará el COVID-19 puede requerir un enfoque más holístico que permita una mayor visibilidad y comprensión de los desafíos y revele las interdependencias posibles. Las pandemias aparecen con relativa frecuencia. Las de influenza pueden ocurrir cada pocas décadas en promedio. Y tanto el brote de SARS en 2003 como el brote de MERS en 2012 en Medio Oriente advirtieron que los coronavirus podrían extenderse a niveles pandémicos. El factor más importante de esta pandemia es la interconexión del mundo actual. Las enfermedades se trasladan, desde China o, de hecho, desde Estados Unidos en el caso del brote de influenza de 2009, a través de las fronteras y hacia las áreas rurales increíblemente rápido ahora. “Hoy la evidencia preliminar es alentadora, pero la posibilidad de que las variantes escapen a la inmunidad preexistente es una preocupación clara y actual -analiza Caitlin Rivers, epidemióloga de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Maryland-. Hay muchos lugares donde la inmunidad de la población y la cobertura de vacunas es bastante baja, y esos lugares seguirán siendo vulnerables”.
La caída en los casos y en las muertes se produce a medida que se implementan programas de vacunación en todo el mundo. Establecer si la pandemia ha superado su punto máximo es importante para evaluar el riesgo de brotes y para decidir cuándo levantar las restricciones. “Es la pregunta del millón de dólares”, sugiere Rachel Baker, epidemióloga de la Universidad de Princeton en Nueva Jersey.
Por su parte, su colega Ramanan Laxminarayan, epidemiólogo de la Universidad de Princeton, pero con sede en Nueva Delhi, India, es optimista de que la pandemia haya alcanzado su punto máximo en enero. “Son posibles más olas -dice-, e incluso podrían alcanzarse nuevos máximos regionales. Pero en términos de nuevos casos y muertes a nivel mundial, lo peor ha quedado atrás. Sospecha que la caída se debe en parte a que un gran número de personas ya se han infectado. “Con menos huéspedes para infectar, la propagación del virus se ha ralentizado”, dice.
Esto está sucediendo en entornos urbanos densos, como la ciudad de Nueva York, y las naciones más afectadas, como India y México. “Estos lugares ya han pasado por la mayor parte de la epidemia. Otros países, donde una mayor proporción de la población todavía es susceptible a la enfermedad, por ejemplo, China, Singapur y Corea del Sur, han tenido más éxito con los cierres y otras medidas de salud pública, y es probable que continúen usándolos para controlar futuros brotes”, agrega.
Pero algunos investigadores instan a tener precaución al interpretar las tendencias globales. Señalan puntos ciegos en la comprensión del costo de la pandemia y la duración de la protección contra la reinfección, así como la imprevisibilidad de la biología viral y el comportamiento de las personas. “Sigue habiendo demasiadas incertidumbres para poder decir que el pico ha pasado”, dice Henrik Salje, epidemiólogo de enfermedades infecciosas de la Universidad de Cambridge, Reino Unido.
La tan deseada inmunidad natural
Los investigadores argumentan que es poco probable que el número mundial de casos alcance los récords pasados. Sin embargo, tomando a los Estados Unidos como uno de los modelos avanzados en la vuelta a la normalidad, no está claro si los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades emitirán algún tipo de indicación de fin de la pandemia.
Ali Mokdad, epidemiólogo de la Universidad de Washington, quien anteriormente ocupó numerosos puestos durante casi 20 años en los CDC, espera que eventualmente den esa señal de modo formal. “Cuando llegue el momento es muy importante anunciar que estamos fuera de peligro y que deberíamos seguir adelante con nuestras vidas”, afirma. Mokdad sugiere que no hay métricas fijas para determinar cuándo termina una pandemia porque” tales situaciones son dinámicas y cambian muy rápido. Y el coronavirus en sí también está evolucionando. Cuando se observa la composición genética, la secuenciación del virus y cómo ha ido cambiando, todavía hay mucho espacio para que mute. No es al final del ciclo, el virus aún podría traer muchas sorpresas “, dice.
Otro análisis se está desarrollando en el Reino Unido y partes de Europa, donde “los planes para reabrir pueden atraer el riesgo de nuevas olas de infección”, sugiere Sebastián Funk, epidemiólogo de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
Cuando se detenga la propagación mundial de COVID-19, ya no se considerará una pandemia. “En general, si la propagación mundial de una enfermedad se controla a un área localizada, es posible decir que ya no es una pandemia sino una epidemia”, indicó en uno de sus tantos documentos la OMS.
La caracterización del brote como una pandemia no tiene un significado formal bajo el derecho internacional. Lo que sí lo es una “emergencia de salud pública de importancia internacional”, un estado asignado al COVID-19 a fines de enero de 2020. Ese es el nivel más alto de alarma sanitaria según el derecho internacional.
Para analizar el estado de este cuadro, la OMS convoca un comité internacional cada tres meses. Allí determinan si un brote aún debe considerarse una emergencia sanitaria mundial. Cuando se acaba, la lo informa. Eso es lo que hizo el año pasado con respecto a un brote de ébola en África.
Pero lo más probable es que pase un tiempo antes de que eso suceda con COVID-19. Como la directora general de Tedros Adhanom Ghebreyesus frecuencia afirma: “ninguno de nosotros estará a salvo hasta que todos estén a salvo”.
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