El COVID-19 causó una crisis sanitaria mundial. Y aunque inicialmente la principal preocupación se centró en el riesgo de que la neumonía progresara a un síndrome de dificultad respiratoria aguda con alta mortalidad, cada vez más informes mostraron la existencia de manifestaciones cardiovasculares y complicaciones trombóticas después de un cuadro de coronavirus.
La evidencia que se centraba en la asociación entre COVID-19 y complicaciones cardiovasculares sobre la base de estudios relativamente pequeños, pero ahora, nuevos datos surgidos de Suecia proporcionan la evidencia más sólida hasta la fecha de que COVID-19 es un factor de riesgo independiente para el infarto agudo de miocardio (IM) y el accidente cerebrovascular isquémico.
Según los investigadores del estudio publicado en The Lancet, y que tuvo como objetivo cuantificar el riesgo de infarto agudo de miocardio y accidente cerebrovascular isquémico asociado con COVID-19 mediante el análisis de todos los casos de COVID-19 en Suecia, “el COVID-19 es un factor de riesgo de infarto agudo de miocardio y accidente cerebrovascular isquémico”. “Esto indica que el infarto agudo de miocardio y el accidente cerebrovascular isquémico representan parte del cuadro clínico de COVID-19”, señalaron los autores.
El estudio, que involucró a 86.742 pacientes con COVID-19, es el análisis más grande realizado sobre la asociación entre COVID-19 y eventos cardiovasculares agudos. Y la inclusión a nivel nacional de todos los pacientes diagnosticados con COVID-19 en Suecia suma a la solidez de los datos, según los investigadores.
Tal como detallaron, “el riesgo de infarto de miocardio agudo y accidente cerebrovascular isquémico aumentó aproximadamente ocho y seis veces, respectivamente, en la primera semana después de la aparición de COVID-19 cuando se incluyó el día 0 (día de exposición) en el análisis. Incluso cuando se excluyó el día 0 (reduciendo el riesgo de sesgo), el riesgo de infarto de miocardio agudo y accidente cerebrovascular se multiplicó aproximadamente por tres”.
“El hecho de que el riesgo siga aumentando incluso cuando se excluye el día 0 indica que COVID-19 es de hecho un factor de riesgo independiente para el infarto de miocardio agudo y el accidente cerebrovascular isquémico”, explicó a Medscape Cardiology la autora principal Anne-Marie Fors Connolly, MD, PhD, de la Universidad de Umeå, en Suecia.
“Nuestros resultados indican que las complicaciones cardiovasculares agudas podrían representar una manifestación clínica esencial de COVID-19 y los efectos a largo plazo podrían ser un desafío para el futuro”, amplió.
Para los investigadores, los hallazgos se ven reforzados por los resultados de estudios anteriores. “Se informó que la incidencia de accidente cerebrovascular isquémico en pacientes con COVID-19 estaba entre 0,9%12 y 4,6%; y la incidencia de infarto agudo de miocardio entre el 1 · 1% y 8,9% -precisaron-. En un estudio que utilizó una cohorte de registro nacional de todos los pacientes con COVID-19 en Dinamarca, el riesgo de infarto agudo de miocardio después de COVID-19 aumentó cinco veces y el riesgo de accidente cerebrovascular isquémico después de COVID-19 aumentó diez veces”.
Los investigadores suecos vincularon los datos de los registros nacionales de clínicas para pacientes ambulatorios y hospitalarios y el registro de causa de muerte para los pacientes estudiados (mediana de edad, 48 años; 43% hombres) con COVID-19 entre el 1 de febrero y el 14 de septiembre de 2020, y 348.481 pacientes de control emparejados.
“La evidencia indica que las complicaciones cardiovasculares agudas podrían representar una manifestación clínica esencial de COVID-19 y los efectos a largo plazo podrían ser un desafío para el futuro. Estos hallazgos podrían cambiar la práctica clínica y justificar una priorización de las estrategias preventivas y diagnósticas, que pueden afectar el tratamiento y, por lo tanto, reducir la carga de morbilidad y mortalidad en este grupo de pacientes”, concluyeron.
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