Un equipo científico de la Universidad Hebrea de Jerusalén encontró que unos 18 medicamentos aprobados para el uso en distintas patologías pueden ser eficaces para combatir el COVID-19. Los investigadores estudiaron unas 2.800 drogas entre las que el número mencionado dio un resultado esperanzador en análisis de laboratorio.
Los estudio de distintos grupos de investigadores del mundo en torno de medicamentos autorizados podrían acelerar el hallazgo de una cura para el COVID-19, porque no tendrían que pasar por los pasos regulatorios que miden, entre otras cosas, la posible toxicidad y efectos secundarios de los fármacos antes de su aprobación.
La israelí, se trata de una más de las muchas investigaciones en ese sentido que se están llevando a cabo en distintos centros de investigación del mundo, en busca de una rápida cura para el COVID-19. Ayer había salido a la luz otro análisis dirigido por el profesor Savas Tay y el doctor Nir Drayman de la Escuela Pritzker de Ingeniería Molecular, Universidad de Chicago, EE. UU, que examinó una biblioteca de 1.900 fármacos clínicamente seguros e identificó al masitinib como el inhibidor más potente del principal objetivo responsable de la reproducción del virus. El anuncio lo dio la compañía farmacéutica AB Science SA.
Ese grupo científico identificó al masitinib como un agente antiviral amplio capaz de tratar el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, incluida la demostración de actividad en ratones, con la eficacia mantenida, in vitro, contra el SARS y las variantes de CoV-2 preocupantes. La información parte de la publicación en la revista científica Science de un artículo revisado por pares titulado “Masitinib es un amplio inhibidor del coronavirus 3CL que bloquea eficazmente la replicación del SARS-CoV-2″.
Ya a comienzos de julio se había conocido otro estudio similar encabezado por Tony Kouzarides y Namshik Han, del Milner Therapeutics Institute, de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido. Este equipo detectó fármacos que parecen tener viabilidad para el combate del COVID-19. Se trata del proguanil, utilizado contra la malaria, y la sulfasalazina, que se aplica en casos de artritis reumatoide.
La última investigación conocida es la que lleva adelante la Universidad Hebrea de Jerusalén que identificó 18 medicamentos que podrían “ayudar” o “curar” a las personas que contraigan COVID-19.
El profesor Shy Arkin, bioquímico del Instituto de Ciencias de la Vida Alexander Silberman, informó que en pruebas de laboratorio se utilizaron células infectadas con SARS-CoV-2 que se colocaron junto con los medicamentos analizados y en el lapso de dos días “casi el 100% de las las células vivieron a pesar de estar infectadas con el virus“. Contrariamente, el ensayo que se hizo sin esos medicamentos dio como resultado que, alrededor del 50% de las células murieron después de entrar en contacto con el virus.
El equipo israelí utilizó más de 2.800 fármacos aprobados para su uso en diferentes enfermedades, pero sólo 18 de esos dieron resultados positivos, informó Arkin a Jerusalem Post. El trabajo aún no fue publicado para el análisis de pares.
Varios de los compuestos analizados “exhibieron una potencia notable contra todo el virus en experimentos in vitro”. Dos de los más exitosos fueron el darapladib, que se usa para el tratamiento de la aterosclerosis, y flumatinib, que se usa para el tratamiento de ciertos cánceres en la sangre. El siguiente paso será someter los estudios a ensayos clínicos en pacientes.
Arkin explicó que los medicamentos estudiados funcionaron inhibiendo la proteína E (envoltura) y la proteína 3a del vuris. La proteína E es la más conservada de todas las proteínas víricas. Por ejemplo, mientras que las proteínas de pico de SARS-CoV-2 y SARS-CoV-1 (el virus de 2003) son solo aproximadamente un 75% idénticas, sus proteínas E son aproximadamente un 95% similares. Es decir, precisó, que posiblemente estos medicamentos podrían ser efectivos incluso ante diferentes mutaciones actuales o futuras.
El científico recordó que en estudios anteriores, se demostró que las proteínas E y 3a son esenciales para la infectividad viral. El equipo de Arkin fue uno de los primeros en estudiar la proteína E del primer coronavirus del SARS en 2004.
El mismo equipo israelí viene realizando trabajos entorno de los coronavirus y en ese período identificó que la proteína E es un canal iónico, un tipo de familia de proteínas expresada por prácticamente todas las células vivas que por su estructura ha “servido como excelente y frecuente objetivos para intervenciones farmacéuticas puntuales“, que incluyen fibrosis quística, epilepsia, arritmias, enfermedades neurodegenerativas, hipertensión, angina y más, manifestó.
El estudio de la Universidad de Chicago conocido ayer detectó que los fármacos que se dirigen a la proteasa viral similar a 3C son una opción terapéutica atractiva para COVID-19, en parte porque se consideran menos vulnerables al desarrollo de resistencia al fármaco SARS-CoV-2. Sin embargo, todavía no se ha registrado ningún fármaco que se dirija a la proteasa similar a 3C para su uso en el tratamiento de COVID-19. Este mecanismo de acción antiviral de acción directa distingue a masitinib de muchos otros fármacos COVID-19, incluidos los inhibidores de la polimerasa o los anticuerpos monoclonales.
“Masitinib es un amplio inhibidor de 3CL del coronavirus que bloquea la replicación del SARS-CoV-2 Medicamentos orales que podrían cambiar las reglas del juego”, explicó sobre la investigación estadounidense el científico argentino Oscar Cingolani.
La investigación de la Universidad de Chicago, que se encuentra más avanzada que la israelí, mostró que Masitinib fue eficaz in vitro contra todas las variantes del SARS-CoV-2 calificadas de interés, incluidas las variantes Alfa, Beta y Gamma de rápida propagación. También informó datos sobre la eficacia de masitinib como fármaco anti-SARS-CoV-2 en animales. Los ratones infectados con SARS-CoV-2 y luego tratados con masitinib mostraron una reducción menor en 200 veces en los títulos virales en los pulmones y la nariz, así como una mejor patología pulmonar general y niveles significativamente reducidos de citocinas proinflamatorias clave. En general, los resultados mostraron que masitinib redujo rápida y eficazmente la carga viral del SARS-CoV-2 en ratones (reduciendo> 99% de la carga viral el día 6), redujo las firmas inflamatorias y mostró beneficios potenciales para la supervivencia y las puntuaciones clínicas.
Es importante que exista “un gran arsenal” de medicamentos para combatir el SARS-CoV-2, dijo Arkin. “Nunca deberíamos estar en una situación en la que en nuestro arsenal solo tengamos un arma de fuego”, ejemplificó. “Si solo tenemos uno y confiamos únicamente en él, y llega un momento en que falla, estaremos en una situación muy precaria”.
Arkin cree que su equipo está preparado para estudios in vitro e in vivo, y está buscando un socio farmacéutico que le ayude a llevar a cabo estos ensayos. Ante esto se mostró optimista de que al menos algunos de estos compuestos podrían aprobarse para su uso contra COVID “muy rápidamente con el socio adecuado”. En ese sentido, se refirió al éxito de la farmacéutica Gilead al obtener la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA por sus siglas en inglés) para Remdesivir en un tiempo récord al comienzo de la pandemia.
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