La vacuna contra el COVID-19 de Johnson & Johnson/Janssen se desarrolló el año pasado y ya está autorizada para uso de emergencia con la aplicación de una sola dosis. Antes de ser autorizada, había demostrado que daba una efectividad del 66,3 % en ensayos clínicos en la prevención de casos confirmados en laboratorio en personas que recibieron la vacuna y que no habían tenido la infección previamente. También los ensayos clínicos señalaron que tuvo un alto nivel de eficacia para prevenir la hospitalización y la muerte. Pero aparecieron las variantes Delta y Lambda del coronavirus, y un nuevo estudio científico -que está a la espera de revisión- señala que la vacuna de Johnson & Johnson puede ser un poco menos efectiva si una persona ya inmunizada se ve expuesta a la infección por Delta o Lambda en comparación con el virus original que dio lugar a la pandemia en diciembre de 2019.
Si bien los resultados del estudio que está disponible en Internet puede ser preocupantes, especialmente para los que recibieron esa vacuna, el modo en que se hizo puede ser una limitación para tener una evidencia sólida. Fue realizado por científicos de la Escuela de Medicina Grossman, en Nueva York, Estados Unidos: hicieron experimentos con muestras de sangre en un laboratorio, y pueden no reflejar el rendimiento de la vacuna en el mundo real.
El 10 de julio pasado, la empresa Johnson & Johnson había comunicado resultados exitosos de dos estudios que realizó -aunque tampoco pasaron aún la revisión de pares- que señalaban que su vacuna de una sola dosis contra el COVID-19 sí seguía dando una protección alta contra la variante Delta del coronavirus, incluso 8 meses después de la aplicación.
Aunque no se dispone aún de un resultado concluyente, la emergencia de las variantes ha puesto en debate si las personas que han recibido la vacuna de una sola dosis - son más de 13 millones solo en los Estados Unidos- podrían requerir de una segunda dosis. Los científicos de la Escuela de Medicina Grossman lo postulan como posibilidad, e incluso sugieren que las personas que han recibido la dosis de Johnson & Johnson podrían acceder a un intercambio con una de las vacunas de ARN mensajero desarrolladas por las empresas Pfizer-BioNTech y Moderna.
La potencial reducción de la protección de la vacuna de Johnson & Johnson es coherente con lo que pasa con la primera dosis de la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca. Esta vacuna tiene una arquitectura similar a la de la vacuna de Johnson & Johnson y la primera dosis brinda sólo un 33% de eficacia contra la enfermedad sintomática causada por la variante Delta.
El líder del equipo en Nueva York, el virólogo Nathaniel Landau, aclaró su estudio: “El mensaje que queríamos dar no era que la gente no debería ponerse la vacuna Johnson & Johnson, sino que esperamos que en el futuro se refuerce con otra dosis de Johnson & Johnson o un refuerzo con Pfizer o Moderna”.
En tanto, John Moore, virólogo de Weill Cornell Medicine en Nueva York, dijo que hasta ahora todas las vacunas contra el COVID-19 parecen funcionar mejor cuando se administran en dos dosis. Con su equipo de investigación, el doctor Moore hizo varios estudios en monos y personas que han demostrado una mayor eficacia con dos dosis de la vacuna Johnson & Johnson, en comparación con una dosis. Dijo que el nuevo estudio era especialmente creíble porque fue publicado por un equipo sin vínculos con ninguno de los fabricantes de vacunas.
Desde la empresa, la vocera de Johnson & Johnson Seema Kumar, sostuvo que los datos del nuevo estudio “no hablan de la naturaleza completa de la protección inmunitaria”. Los estudios patrocinados por esa empresa indican que la vacuna “generó una actividad fuerte y persistente contra la variante Delta, que se extiende rápidamente”, dijo Kumar.
La variante Delta es la versión más contagiosa hasta ahora del coronavirus. Fue detectada primero en India el año pasado. En la Argentina, hasta el momento solo se la detectó en personas que contrajeron la infección en el extranjero. Ahora, es responsable del 83% de las infecciones en Estados Unidos, según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades. En ese país, los casos están aumentando en los 50 estados, y las hospitalizaciones también crecen.
Delta puede causar más infecciones que las formas anteriores del virus, pero más del 99% de las hospitalizaciones y muertes se producen entre personas no vacunadas. Uno de los desafíos que se enfrentan en los Estados Unidos es que las tasas de vacunación se han estancado, con algo menos del 60% de los adultos totalmente protegidos contra el virus.
El trabajo del doctor Landau con su equipo consistió en analizar muestras de sangre tomadas a 17 personas que habían sido inmunizadas con dos dosis de una vacuna de ARN mensajero y a 10 personas con una dosis de la vacuna Johnson & Johnson. Esta inmunización partía de una eficacia inferior a la de las vacunas de ARN mensajero y mostraba una mayor caída de la eficacia contra las variantes Delta y Lambda. “La línea de base más baja significa que lo que queda para contrarrestar Delta es muy débil”, dijo el doctor Moore al diario The New York Times. “Eso es una preocupación sustancial”.
Ya hay estudios que han demostrado que la combinación de una dosis de la vacuna AstraZeneca con una dosis de las vacunas Pfizer-BioNTech o Moderna estimula la respuesta inmune de forma más eficaz que dos dosis de AstraZeneca.
La autoridad regulatoria en cuestiones de vacunas, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), ha expresado que “los estadounidenses que han sido completamente vacunados no necesitan una vacuna de refuerzo en este momento”. Pero los nuevos datos deberían llevar a la FDA a revisar sus recomendaciones, dijo el científico Landau: “Espero que lean nuestro artículo y reflexionen”.
El debate y más investigación científica serán necesarios para tomar decisiones. La semana pasada, se había anunciado que la vacuna contra el COVID-19 desarrollada por la empresa Johnson & Johnson y que solo requiere una dosis puede dar protección por al menos 8 meses. Según investigadores de Argentina, ese resultado podría indicar que las dosis de refuerzo no serían necesarios antes de un año de recibir el esquema completo de vacunación.
El dato surgió a partir de una investigación que realizaron investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess de la Universidad de Harvard en los Estados Unidos con colegas del centro de investigación que la empresa Johnson & Johnson tiene en Holanda. La vacuna, cuyo nombre técnico es Ad26.COV2.S, está hecha en base a una plataforma de vector viral. Participaron 20 personas que habían recibido la dosis de la vacuna y 5 participantes que recibieron un placebo. El trabajo fue publicado en la revista New England Journal of Medicine del miércoles 14 de julio.
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