Los pacientes con long COVID presentan un estado físico peor que enfermos de cáncer en rehabilitación, según un estudio de los CDC de EEUU

El organismo advirtió que esta situación implica una fuerte demanda para el sistema de salud. El estudio comparó pacientes con síntomas prolongados de COVID-19 y personas que se recuperaban de un cáncer. Especialistas advirtieron sobre la necesidad de evitar contagios del nuevo coronavirus para no dar lugar a esta patología

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Los Centros para el Control
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC por sus siglas en inglés) comparó pacientes en recuperación de long COVID con otros que están atravesando su rehabilitación de distintos tipos de cáncer (REUTERS/Tami Chappell/File Photo)

A medida que avanza en distintas partes del mundo los planes de vacunación que permiten evitar casos graves de COVID-19, los especialistas están advirtiendo acerca de la gran cantidad de enfermos que, aún habiendo padecido síntomas leves o no haberlos presentado en absoluto, sufren lo que se está definiendo como COVID prolongado o long COVID por lo que se han acelerado los estudios en ese sentido.

Un análisis publicado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC por sus siglas en inglés) comparó pacientes en recuperación de long COVID con otros que están atravesando su rehabilitación de distintos tipos de cáncer.

“En comparación con los pacientes de control inscritos en un programa de rehabilitación del cáncer, los pacientes adultos post COVID-19 remitidos para servicios de rehabilitación informaron tener una salud física deficiente y ser menos capaces de realizar actividades físicas y actividades de la vida diaria. Los pacientes que se recuperaron de COVID-19 también tuvieron un uso de atención médica significativamente mayor que los pacientes de control” de cáncer, establecieron esos organismos.

La prolongación de los síntomas en los casos de infectados con SARS-CoV-2 ya están teniendo fuertes implicancias en los servicios de salud pública y se espera que a medida que crezcan los contagios está presión se intensifique, ya que “los pacientes que se recuperan del COVID-19 pueden requerir servicios de rehabilitación de salud física y mental personalizados”, puntualizó el mismo estudio.

Los síntomas a largo plazo incluyen cansancio crónico; disnea (dificultad para respirar); frecuencia cardíaca elevada; alucinaciones; insomnio; pérdida del gusto/olfato; nefropatías (enfermedades y patologías que afectan al riñón); problemas de movilidad; dolores de cabeza; dolores musculares y fiebres. Un relevamiento médico realizado en Italia señaló que los más comunes eran la fatiga, dificultad para respirar y dolor en las articulaciones.

Los datos de los CDC surgieron entre pacientes que habían contraído COVID-19 y se recuperaron, pero luego necesitaron de rehabilitación ambulatoria en distintos efectores de salud.

Los casos de long COVID
Los casos de long COVID presentaron "una salud sustancialmente peor” en comparación con las personas que necesitan rehabilitación debido al cáncer (EFE/Gustavo Amador)

Se detectó allí que los efectos prolongados eran dolor, dificultades con las actividades físicas y “una salud sustancialmente peor” en comparación con las personas que necesitan rehabilitación debido al cáncer, precisó el estudio cuya autora principal es Jessica Rogers-Brown, cuyo análisis se publicó en la revista Morbidity and Mortality Weekly Report (MMWR).

“Este estudio es muy útil para conocer los síntomas de COVID-19 a largo plazo y la necesidad de rehabilitación, a pesar de varias limitaciones, dada la cantidad de pacientes en este estudio”, dijo Yuriko Fukuta, doctora en medicina, a Medscape Noticias.

“Este artículo muestra que el desacondicionamiento debido a post-COVID-19 es bastante severo”, manifestó Fukuta, profesora asistente de Medicina-Enfermedades Infecciosas en Baylor College of Medicine en Houston. Se trata de un cuadro que “ha sido poco reconocido” hasta el momento, pero advirtió que “la prevención es fundamental” por eso llamó a “no contraer COVID-19″ porque eso “significa que usted no tiene que preocuparse en absoluto” por un efecto prolongado.

La investigación de los CDC incluyó a 1.295 pacientes ambulatorios en recuperación de COVID-19 y a un grupo de control integrado por 2.395 afectados de cáncer o que lo cursaron previamente, que se estaban rehabilitando también en clínicas sin internación, pero que nunca contrajeron el nuevo coronavirus.

Los investigadores utilizaron datos de registros médicos electrónicos desde enero de 2020 hasta marzo de 2021 en la red Select Medical de clínicas ambulatorias. El estudio incluyó pacientes de 36 estados y del Distrito de Columbia.

Al comparar las personas en rehabilitación por cáncer de las que se estaban recuperando de COVID-19 y presentaban síntomas que duraban más de un mes, estas últimas presentaron 2,3 veces más probabilidad de informar dolor, 1,8 veces más probabilidades de informar peor salud física y 1,6 veces más probabilidades de informar dificultades con las actividades físicas, reveló el informe.

Desde que se detectó en distintas partes del mundo a personas que sufrían síntomas mucho después de que los exámenes le dieran negativo por COVID-19, se han llevado a cabo varias investigaciones, aunque se consideran todas preliminares.

Un estudio relativamente extenso realizado
Un estudio relativamente extenso realizado por la Royal Free London NHS Foundation Trust de Londres sobre 384 personas lo suficientemente enfermas como para ser ingresadas en el hospital con COVID-19 mostró que el 53% permanecía sin aliento uno o dos meses después, y que un 34% tenía tos y un 69% fatiga Foto: Christin Klose/dpa

Los especialistas en la salud mental han enumerado síntomas que van desde dolores de cabeza, ansiedad, fatiga o trastornos del sueño. Eso también aparejado a la falta de olfato o gusto (anosmia/disgeusia) que implican conexiones cerebrales que afectan la calidad de vida. Inclusive, se han visto problemas motores en los pacientes más críticos tras internaciones prolongadas. La niebla mental una de las secuelas más frecuentes, dijo Julián Bustin, jefe de la Clínica de Memoria y Gerontopsiquiatria de Ineco. Esta “se trata de una condición compleja y discapacitante que no les permite a los pacientes mantener sus actividades cotidianas, ya que incide tanto física como mentalmente”.

“Vemos en el consultorio cada vez más secuelas neuropsiquíatricas del COVID. Esos síntomas pueden aparecer hasta 12 semanas después de tener la infección. Son síntomas prolongados que se dan hasta en un 33% de las personas que tuvieron COVID, como depresión, ansiedad, trastornos por estrés postraumático, problemas de sueño y niebla mental, que es la sensación de fatiga o cansancio mental, que hace difícil concentrarse y realizar las actividades de la vida diaria. Esto empeora cuando hacemos actividades, pero no necesariamente mejora cuando hacemos reposo”, sostuvo a Infobae el especialista, la semana última.

Otro estudio relativamente extenso realizado por la Royal Free London NHS Foundation Trust de Londres sobre 384 personas lo suficientemente enfermas como para ser ingresadas en el hospital con COVID-19 mostró que el 53% permanecía sin aliento uno o dos meses después, y que un 34% tenía tos y un 69% fatiga.

Respecto de ese informe, la patóloga argentina residente en Gran Bretaña, Marta Cohen precisó que “en aproximadamente un 30% de los pacientes que han transitado la enfermedad -sintomática o asintomática- persisten secuelas hasta tres meses después de haberla superado. En general, los síntomas del coronavirus de larga duración abarcan trastornos del olfato, tos, dificultad respiratoria, cansancio muscular y dolores de cabeza persistentes. Es muy importante que se constituyan equipos interdisciplinarios para asistir la consulta de estos pacientes”, aseguró.

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