Uno de los líderes de la decodificación del genoma humano, el investigador en genética Francis Collins de los Estados Unidos, reconoció que está “agradecido” por los beneficios que otorgan las vacunas de ARN mensajero para la protección contra el COVID-19. Pero consideró que se necesitan más investigaciones científicas para determinar si se tendrán que dar dosis de refuerzo en el futuro a las personas que ya accedieron al esquema de dos dosis.
Collins es considerado una eminencia mundial, tras liderar el Proyecto Genoma Humano, un proyecto internacional que finalizó en abril de 2003 al realizar un manual de instrucciones sobre una secuencia completa del ADN humano. En ese momento, el genetista era director del Instituto Nacional de Investigaciones del Genoma Humano (NHGRI por sus siglas en inglés) entre 1993 y 2008.
También Collins fue investigador del Instituto Médico Howard Hughes, en la Universidad de Michigan. Es un miembro electo del Instituto de Medicina y de la Academia Nacional de Ciencias. Fue galardonado con la Medalla Presidencial de la Libertad en noviembre de 2007, y recibió la Medalla Nacional de Ciencia en 2009.
Actualmente, Francis Collins es el director de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos. Desde ese puesto, tiene a cargo la supervisión de 27 institutos y centros, cada uno con una agenda de investigación específica. Desde su blog oficial, Collins escribió sobre la pandemia y las vacunas el martes 13 de julio. “Muchas personas, entre las que me incluyo, han experimentado una sensación de gratitud y alivio tras recibir las nuevas vacunas de ARN mensajero de COVID-19″.
Señaló que su pregunta actual era cuánto tiempo durará la protección. “Todos nos preguntamos también cuánto tiempo seguirán protegiendo las vacunas contra el SARS-CoV-2, el coronavirus responsable del COVID-19″, admitió. A principios de este año, los ensayos clínicos de las vacunas Moderna y Pfizer-BioNTech indicaron que ambas inmunizaciones parecían proteger durante al menos seis meses.
De acuerdo con el doctor Collins, un estudio que publicado en la revista Nature ofrece una “esperanzadora noticia de que estas vacunas de ARN mensajero pueden proteger incluso durante más tiempo”. En el nuevo estudio -explicó- los investigadores controlaron células inmunes que son claves en los ganglios linfáticos de un grupo de personas que recibieron ambas dosis de la vacuna de ARN mensajero de las empresas Pfizer y BioNTech. “El trabajo encontró sistemáticamente evidencia de una respuesta inmune fuerte y persistente contra el coronavirus que podría ser protectora durante años”, afirmó.
Durante la semana pasada, había surgido el debate a nivel mundial por la posibilidad de que las personas que ya recibieron las dos dosis de vacunas necesiten también un refuerzo. En Israel, donde hubo un repunte de casos de COVID-19 y la vacunación alcanza a más del 60% de la población con una dosis, la autoridad sanitaria ya decidió empezar a ofrecer una dosis de refuerzo para personas inmunocomprometidas, incluyendo a las personas con cáncer. Empezaron a ofrecerla el lunes pasado, aunque aún está en estudio si ampliarán los grupos que la recibirán.
En los Estados Unidos, representantes de la empresa Pfizer se reunieron el lunes con altos funcionarios federales de salud de los Estados Unidos para defender la aplicación de una tercera dosis en algunas personas, especialmente a los mayores de 60 y a los inmunodeprimidos, entre seis y doce meses después de recibir el régimen de dos dosis. Esa reunión se produjo después de que el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos saliera a reprender públicamente a las dos empresas -incluyendo a la biotecnológica Moderna, de Massachusetts- tras anunciar que planeaban solicitar una autorización de uso de emergencia para la dosis de refuerzo. La autoridad sanitaria dijo que los estadounidenses totalmente vacunados no necesitan un refuerzo por ahora.
Collins consideró que “se necesita más investigación”, y añadió que los resultados del trabajo publicado en Nature suman pruebas de que las personas que recibieron las vacunas de ARN mensajero COVID-19 podrían no necesitar una inyección adicional de “refuerzo” durante bastante tiempo, a menos que el coronavirus evolucione hacia nuevas variantes, que puedan evadir esta inmunidad inducida por la vacuna.
Pero el genetista salió también a recomendar que más personas se vacunen para evitar que el virus siga circulando y aumente la probabilidad de que aparezcan más variantes de preocupación. “Por eso es tan importante que más estadounidenses se vacunen, no sólo para protegerse a sí mismos y a sus seres queridos, sino para ayudar a detener la propagación del virus en sus comunidades y reducir así su capacidad para mutar”, afirmó Collins.
El estudio al que hizo referencia Collins fue realizado por un equipo de investigación apoyado por los Institutos Nacionales de Salud y dirigido por Jackson Turner, Jane O’Halloran, Rachel Presti y Ali Ellebedy en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en Saint Louis.
Ese trabajo se basa en los hallazgos anteriores del grupo de que las personas que sobrevivieron al COVID-19 tenían células inmunitarias residentes en su médula ósea durante al menos ocho meses después de la infección que podían reconocer el coronavirus. Los investigadores querían comprobar si existía una inmunidad similar y persistente en personas que no habían contraído el COVID-19, pero que habían sido inmunizadas con una vacuna de ARN mensajero.
Para averiguarlo, Ellebedy y su equipo reclutaron a 14 adultos sanos que habían recibido las dos dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech. Tres semanas después de la primera dosis de la vacuna, los voluntarios se sometieron a una biopsia de los ganglios linfáticos, principalmente de los de la axila. Se repitieron biopsias similares a las cuatro, cinco, siete y 15 semanas después de la primera dosis de la vacuna.
Los ganglios linfáticos son el lugar donde el sistema inmune del organismo humano establece los llamados centros germinales, que funcionan como “campos de entrenamiento”. Enseñan a las células inmaduras a reconocer nuevas amenazas de enfermedad y a atacarlas con la eficacia adquirida. En este caso, la “amenaza” es la proteína espiga del coronavirus que es codificada por la vacuna.
A las 15 semanas, todos los participantes de la muestra seguían teniendo centros germinales activos en sus ganglios linfáticos. Estos centros produjeron un ejército de células entrenadas para recordar la proteína de la espiga, junto con otros tipos de células, incluidos los plasmoblastos productores de anticuerpos, que estaban bloqueados y cargados para neutralizar esta proteína clave. El doctor Ellebedy señaló que incluso después de que el estudio terminara a las 15 semanas, su equipo siguió sin encontrar signos de desaceleración de la actividad de los centros germinales en los ganglios linfáticos de los voluntarios vacunados.
Ellebedy dijo que la respuesta inmunitaria observada en el estudio de su equipo parece tan robusta y persistente que cree que podría durar años. El investigador basó su evaluación en el hecho de que las reacciones del centro germinal que persisten durante varios meses o más suelen indicar una respuesta inmune extremadamente vigorosa que culmina en la producción de un gran número de células inmunitarias de larga duración, llamadas células B de memoria. Algunas células B de memoria pueden sobrevivir durante años o incluso décadas, lo que les confiere la capacidad de responder múltiples veces al mismo agente infeccioso.
Tras analizar el estudio publicado en Nature, el doctor Collins consideró que se plantean algunas cuestiones realmente importantes para las que todavía no tenemos respuestas completas: “¿Cuál es el correlato más fiable de la inmunidad de las vacunas COVID-19? ¿Son los anticuerpos circulantes contra la proteína de la espiga (los más fáciles de medir) el mejor indicador? ¿Necesitamos saber qué ocurre en los ganglios linfáticos? ¿Qué pasa con las células T responsables de la inmunidad mediada por células?”, se preguntó.
Con respecto al debate entre las empresas que producen las vacunas y las autoridades sanitarias de los Estados Unidos, Collins comentó: “Pfizer anunció que la necesidad de una vacuna de refuerzo se ha hecho más evidente, basándose en los anticuerpos de sueros. Mientras tanto, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) dijeron que tal conclusión sería prematura, ya que la protección de la vacuna parece muy buena en este momento, incluso para la variante delta que nos tiene a todos preocupados”.
¿Se necesitarán refuerzos tras completar el esquema de dos dosiss? “Todavía tenemos que aprender mucho más sobre la inmunidad generada por las vacunas de ARN mensajero”, sostuvo Collins. “Pero este estudio -uno de los primeros en humanos que aporta pruebas directas de la actividad del centro germinal tras la vacunación con ARN mensajero- es un buen lugar para continuar el debate”.
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