La vacuna contra la gripe podría proteger de algunos efectos graves del COVID-19, según sugiere un estudio que analiza datos de pacientes de todo el mundo e indica que los no vacunados tienen hasta un 20% más de probabilidades de ingresar en la unidad de cuidados intensivos (UCI).
Estar vacunado contra la gripe antes de haber contraído COVID-19 reduce el riesgo de ictus, sepsis y trombosis venosa profunda, señala la investigación presentada en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas.
El estudio, que analizó los datos de dos grupos, indica que los no vacunados contra la gripe tenían una probabilidad “significativamente mayor”, de hasta un 20%, de ser ingresados en la UCI. Además, eran significativamente más propensos a visitar el servicio de urgencias (hasta un 58% más), a desarrollar sepsis (hasta un 45% más) o a sufrir un accidente cerebrovascular (58%) o una trombosis venosa profunda (40%). El riesgo de muerte, sin embargo, no se redujo, y el equipo de investigadores destacó que la vacuna contra la gripe no sustituye “en absoluto” a las de la COVID-19.
Algunos estudios a pequeña escala ya habían sugerido que la inmunización contra la gripe estacional podía dar protección frente al SARS-CoV-2. Así, un grupo de científicos encabezado por la Universidad de Miami llevó a cabo un análisis retrospectivo de historias clínicas electrónicas de la base de datos de investigación TriNext para establecer dos grupos de 37.377 pacientes de países como Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Italia e Israel.
Uno de ellos había sido vacunado contra la gripe entre dos semanas y seis meses antes de ser diagnosticados con COVID-19, mientras el segundo no había recibido ese preparado. Los dos grupos fueron emparejados en función de los factores que podrían afectar al riesgo de COVID-19 grave, como la edad, el sexo, la etnia, el tabaquismo y problemas de salud como la diabetes, la obesidad y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
La investigación comparó la incidencia de quince resultados adversos, entre ellos sepsis, accidentes cerebrovasculares, trombosis venosa profunda, embolia pulmonar, insuficiencia respiratoria aguda, visitas al servicio de urgencias, ingreso en el hospital, en la UCI y muerte, en los 120 días siguientes al diagnóstico de COVID-19.
Aunque no se sabe exactamente cómo la vacuna antigripal proporciona protección contra el COVID-19, la mayoría de las teorías se centran en que refuerza el sistema inmunitario innato, es decir, las defensas “generales” con las que nacemos y que no están adaptadas a ninguna enfermedad en particular.
Los autores del estudio afirman que sus resultados “sugieren firmemente” que la vacuna contra la gripe protege contra varios efectos graves del COVID-19, pero añaden que hace falta más investigación con ensayos clínicos para probar y comprender mejor la posible relación. Además, consideran que en el futuro la vacuna antigripal podría utilizarse para ayudar a proporcionar una mayor protección en los países donde la inmunización contra la COVID-19 es escasa.
“Solo una pequeña fracción del mundo ha sido completamente vacunada contra el COVID-19 hasta la fecha y, con toda la devastación que ha ocurrido debido a la pandemia, la comunidad mundial aún necesita encontrar soluciones para reducir la morbilidad y la mortalidad”, dijo el profesor de cirugía plástica del Miller School of Medicine de la Universidad de Miami y autor principal del estudio, Devinder Singh.
Susan Taghioff, otra autora del estudio, agregó que aunque las vacunas contra la gripe pueden ofrecer cierta protección, no sustituyen la protección que ofrece una vacuna contra el nuevo coronavirus real. “La vacuna contra la influenza no reemplaza de ninguna manera a la vacuna COVID-19 y abogamos por que todos reciban su vacuna contra la enfermedad si pueden”, concluyó la experta.
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