Un análisis de sangre que cuantifique la proteína celular ACE2 -que permite la entrada del coronavirus en las células-, y los fragmentos de ACE2 producidos por la interacción con el virus, podría ser un método sencillo y eficaz para realizar el seguimiento de la infección por SARS CoV-2.
Esta es una de las conclusiones de un estudio que lidera el profesor e investigador Javier Sáez Valero, del Instituto de Neurociencias, centro mixto de la Universidad Miguel Hernández (UMH) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Este trabajo, publicado en FASEB Journal, se ha llevado a cabo en la primera ola de la pandemia, según un comunicado del Instituto de Neurociencias.
Durante la investigación se comprobó que los pacientes con COVID-19 en fase aguda de la infección tienen niveles significativamente reducidos en la sangre de la proteína completa ACE2, a la que se une el SARS-CoV-2 para entrar en las células, en comparación con los controles sanos.
Además, están aumentados en su sangre los niveles de un fragmento de la proteína ACE2 de un peso molecular menor (70 kDa), que se forma como resultado de la interacción con el virus.
Estos niveles anómalos de la ACE2 y la ACE2 truncada (fragmento de 70 kDa) vuelven a la normalidad después de la recuperación de los pacientes, en un periodo que oscila entre los 58 y 70 días. Esto sugiere que ambas formas de ACE2 presentes en el plasma podrían utilizarse como un buen biomarcador de la evolución de la infección por coronavirus. Asimismo, los niveles de la ACE2 truncada sirvieron para discriminar entre los pacientes infectados por el SARS-CoV-2 y los infectados por el virus de la gripe A.
La línea habitual de trabajo del grupo de Sáez Valero es el Alzhéimer. El “parecido” de la ACE2 con proteínas características de la enfermedad de Alzheimer, como la proteína precursora de la beta amiloide (APP), ambas atravesando la membrana celular, hizo pensar a este experto que quizá ACE2 podría estar presente en el plasma, proporcionando información de su interacción con el coronavirus.
“Nuestro acercamiento a esta línea de trabajo y a la posibilidad de que la ACE2 fuera una proteína importante para indicarnos los cambios que ocurrían durante la infección con COVID-19 realmente surge de nuestra línea principal de trabajo, que es el Alzhéimer”, ha explicado Sáez Valero.
En esta enfermedad neurodegenerativa investigan proteínas, como la APP, que están presentes en el líquido cefalorraquídeo. La APP también es una proteína de membrana que además es procesada por las mismas herramientas moleculares que la ACE2, unas enzimas denominadas secretasas, que la cortan en distintos fragmentos, ha indicado.
“Esa fue la pista que nos llevó a pensar que con la proteína ACE2 podría ocurrir lo mismo. Y de ahí surgió la idea de investigar esta proteína como posible biomarcador”, ha revelado Sáez Valero.
Las alteraciones de las formas de ACE2 presentes en el plasma tras la infección por el SARS-CoV-2 observadas en este estudio justifican, según los investigadores, que se siga investigando su utilidad como biomarcadores del proceso de la enfermedad y es probable que también para evaluar la eficacia de la vacunación.
El siguiente paso será investigar qué ocurre con estas proteínas en las personas asintomáticas con PCR positiva y en personas vacunadas.
Las muestras y los datos de los pacientes incluidos en este estudio fueron proporcionados por el Biobanco ISABIAL, integrado en la Red Nacional de Biobancos de España y en la Red Valenciana de Biobancos.
El estudio cuenta con la colaboración de prestigiosos grupos nacionales, Mariano Esteban y Juan García Arriaza, del Centro Nacional de Biotecnología (CNB, CSIC), e internacionales, Henrik Zetterberg y Gunnar Brinkmalm, del Hospital Universitario de Sahlgrenska (Suecia).
Con información de EFE
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