Las crudas realidades de la resistencia a los antimicrobianos, incluidas las crecientes tasas de infecciones difíciles de tratar, la falta de una línea sólida de futuros antimicrobianos y los tratamientos COVID-19 que dejan a las personas más vulnerables a las infecciones, siguen siendo prioridades urgentes, dicen los expertos.
Para algunos especialistas, la pandemia y la resistencia a los antimicrobianos (RAM) están entrelazadas.
“Un paciente que estoy viendo ahora en servicio realmente subraya cómo los dos interactúan”, expresó Vance Fowler, infectólogo especializado en enfermedades infecciosas y bacterianas, durante una conferencia de prensa el 30 de junio patrocinada por la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América (IDSA).
Allí se expuso el caso de un hombre de unos 40 años, casado y con un hijo pequeño, que desarrolló COVID-19 a principios de enero de 2021. Fue intubado, pasó aproximadamente un mes en la UCI y logró sobrevivir. “Pero desde entonces se ha visto afectado por una serie de bacterias progresivamente más resistentes a los medicamentos”, precisó Fowler, profesor de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte y presidente del Comité de Resistencia a los Antimicrobianos de la IDSA.
El paciente adquirió neumonía asociada al ventilador por Pseudomonas mientras estaba conectado al ventilador. Aunque la infección respondió inicialmente a los antibióticos estándar, ha experimentado recaídas en los últimos meses. A través de estas múltiples infecciones, las Pseudomonas se volvieron cada vez más resistentes al tratamiento.
El único agente antimicrobiano que queda para este paciente, cree Fowler, es “un estudio de caso en lo que estamos describiendo, un medicamento que se usa con relativa poca frecuencia, que es bastante caro, pero para ese paciente en particular es absolutamente vital”.
Tori Kinamon, estudiante de medicina de la Universidad de Duke y miembro de la FDA sobre resistencia a los fármacos antibacterianos, se unió a Fowler en la sesión informativa de IDSA. Ella compartió su viaje personal de sobrevivir a una infección por Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA), una que despertó su interés en convertirse en médica.
Alerta superbacterias
La pandemia ya se llevó la vida de más de 3,97 millones de personas en el mundo, y ha empeorado problemas que ya se estaban produciendo. Es que aumentó el uso inadecuado de antibióticos, un comportamiento que favoreció el aumento de poblaciones de superbacterias que producen infecciones más difíciles de controlar. “El panorama de la resistencia antimicrobiana es sombrío”, advirtió la Sociedad Argentina de Infectología ayer al considerar un reporte elaborado por científicos del Instituto ANLIS/Malbrán.
Se detectó “un alto nivel de alarma” de las poblaciones de un grupo de bacterias, llamadas “enterobacteriales productores de carbapenemasas tipo KPC+NDM”, que antes no se había registrado en el país. Esas bacterias tienen un mecanismo que les confiere resistencia a los antibióticos y pueden poner en riesgo la vida de las personas que las adquieren.
El aumento de la presencia de las superbacterias fue detectado en Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires y Neuquén. De acuerdo a la SADI, “preocupan sobremanera ya que, fenotípicamente, tienen la particularidad de no evidenciarse mediante las pruebas de laboratorio habituales, comportándose como bacterias sensibles a algunos antibióticos, cuando en realidad no lo son”, señaló el comunicado.
“Las bacterias resistentes son una amenaza para la salud pública mundial hoy y para el futuro”, dijo en junio a Infobae el doctor Lautaro de Vedia, miembro de la comisión de uso adecuado de recursos de la SADI y médico infectólogo del Hospital Muñiz de la Ciudad de Buenos Aires. “Durante el último año, con la pandemia, hubo un aumento grande de la tasa de un grupo de bacterias resistentes a los antibióticos carbapenémicos”, precisó.
Los fármacos carbapenémicos son derivados de la penicilina y son indicados para controlar las infecciones intrahospitalarias, como neumonía, infecciones asociadas a los catéteres, infecciones urinarias, entre otras. Pero “al aparecer casos de pacientes con las bacterias resistentes, esos antibióticos pueden no ser útiles. Entonces, el problema obliga a acudir a combinaciones de fármacos”, comentó el doctor De Vedia.
El aumento de ese grupo de bacterias resistentes se relaciona con el gran problema de la resistencia antimicrobiana: muchos de los antibióticos se indican o se usan cuando no corresponden tanto en salud humana como en salud animal. Incluso, los recetan los profesionales de la salud en casos de infecciones virales cuando los antibióticos se administran en casos de infecciones por bacterias.
Con información de Medscape
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