Uno de los desafíos más conmovedores de la pandemia ha sido el de rescatar datos valiosos para realizar investigaciones.
Las cohortes grandes tienen un enfoque integrado en los valores genéticos y ambientales, por lo que están en una excelente posición para identificar qué factores influyen en el riesgo de contraer una enfermedad grave. Los datos de cohortes también se convirtieron en una perla para rastrear cómo la crisis del COVID-19 podría exacerbar las desigualdades socioeconómicas, cómo empalma su recorrido de contagios y el modo en que, a partir de datos históricos ya archivados, es posible concluir metodologías o procedimientos a seguir con éxito en pandemia.
Alissa Goodman dirige el Centro de Estudios Longitudinales en el University College de Londres. El centro administra cuatro cohortes de nacimientos en el Reino Unido, incluida una que sigue a los bebés nacidos en 1958, y está pidiendo a 50.000 participantes que completen un cuestionario para recopilar información sobre cómo el COVID-19 ha afectado sus vidas, incluida la salud física y mental, las relaciones y las finanzas. Su estrategia, dice, fue “determinada en parte por algunos de los responsables de la formulación de políticas, así como académicos, en nuestras redes científicas”. Es el estudio más grande del mundo en seguimiento pre y post pandemia.
Pocos meses después del final de la Segunda Guerra Mundial, nacieron 16.695 bebés en Inglaterra, Escocia y Gales. Los visitantes de salud que asistieron a las casas de las parturientas registraron cuidadosamente los pesos de la gran mayoría en un cuestionario de cuatro páginas, junto con innumerables otros detalles, incluida la ocupación del padre, el número de habitaciones y ocupantes en la casa del bebé y si el bebé era legítimo o ilegítimo. Durante los años siguientes, los archivos de información de más de 5.000 de estos niños se volvieron más gruesos. A lo largo de sus años escolares y de edad adulta y hasta la mediana edad, los investigadores pesaron, midieron, pincharon, escanearon e interrogaron los cuerpos y las mentes del grupo de casi todas las formas imaginables.
Tienen mucho que celebrar, además de cumplir 65 años, la edad a la que se jubilan muchos en el Reino Unido y, como tal, un hito en la vida británica, también festejarán ser parte del estudio de cohortes de nacimiento más antiguo del mundo. Estos hombres y mujeres corrientes son ahora algunas de las personas mejor estudiadas del planeta. Y esto los convierte en algunos de los más valiosos científicamente, porque les ha permitido a los investigadores rastrear su salud y riqueza a lo largo de sus vidas, y buscar factores que podrían explicar sus trayectorias, aún con COVID. La tarea se ha continuado adquiriendo un tamaño que multiplicó por diez la cantidad primigenia.
“El ejercicio ha revelado algunas sorpresas -explica Goodman en charla exclusiva con Infobae-. Ha demostrado que los bebés más pesados tenían un mayor riesgo de cáncer de mama décadas después; que los niños nacidos en clases sociales más bajas tenían más probabilidades de aumentar de peso cuando eran adultos; que las mujeres con un coeficiente intelectual más alto alcanzaron la menopausia más tarde en la vida; y que los niños pequeños que pasaban más de una semana en el hospital tenían más probabilidades de sufrir problemas de comportamiento y educación más adelante”.
En total, los resultados de la cohorte de nacimientos de 1946, ahora conocida como Encuesta Nacional de Salud y Desarrollo y dirigida por el Consejo de Investigación Médica (MRC), ha llenado 8 libros y unos 600 artículos hasta ahora. “Quizás más que cualquier otra cosa, la encuesta ha demostrado que la vida temprana es muy importante. En última instancia, el lugar al que se llega en la edad adulta temprana está fuertemente influenciado por su procedencia”, asegura.
-¿Detectaron valiosos datos sobre la situación social?
-Sí, los niños que nacieron en mejores circunstancias socioeconómicas tenían más probabilidades de tener un buen desempeño en la escuela y la universidad, escapar de las enfermedades cardíacas, mantenerse delgados, en forma y mentalmente agudos y, al menos hasta ahora, sobrevivir. Esas lecciones son posiblemente más urgentes hoy que en 1946 cuando, atrapado en el optimismo de la posguerra, Gran Bretaña estaba introduciendo importantes reformas educativas y un Servicio Nacional de Salud (NHS) para garantizar que todos pudieran tener buena educación y salud.
-¿Podría dimensionar el aporte de esta cohorte a la investigación de COVID?
-Es único e innovador en la historia de la epidemiología. Es el único estudio que ha perseguido a una cohorte completa a lo largo de su curso de vida, y aún no ha terminado. La investigación de cohortes ha sido vital para sembrar la idea de que una enfermedad evoluciona como resultado de eventos a lo largo de la vida. Se obtiene una comprensión enorme de cómo surgió esa enfermedad al seguir a alguien a lo largo de ella. Ahora, a medida que los miembros de la cohorte ingresan en la vejez, el estudio ofrece una oportunidad preciosa para comprender cómo una vida de experiencias podría acelerar o frenar su declive, una pregunta urgente para países como el Reino Unido y los Estados Unidos, cuyas poblaciones están envejeciendo. En la última ronda de recopilación de datos, por ejemplo, los miembros del estudio se sometieron a casi todas las pruebas biomédicas modernas, incluidos ecocardiogramas, medidas de la función de los vasos sanguíneos, escáneres de huesos, músculos y grasas de todo el cuerpo, y pruebas. de sangre, memoria y lo rápido que podían levantarse de una silla.
-Han puesto el acento en el análisis del inicio de la vejez, ¿por qué?
-Porque los datos proporcionarán por primera vez en la historia un punto de partida detallado desde el cual medir el inevitable declive de los miembros de la cohorte, y la oportunidad de analizar la información ya está permitiendo formar una extensa red de colaboradores. Algunos están probando cómo los genes interactúan con experiencias de toda una vida que conducen a la obesidad o la enfermedad; otros planean escanear los genomas de los participantes en busca de marcas epigenéticas (rastros moleculares dejados, quizás, por el peso al nacer temprano o por las desigualdades de la vida) que alteran la expresión genética y podrían proporcionar una explicación molecular de los efectos en la vida posterior. Cuestiones como el impacto de la pobreza infantil es una materia que nuestra cohorte puede ayudar a responder. Esto no es una suposición de laboratorio. Es una capacidad inaudita de establecer asociaciones entre los datos biológicos, desde la presión arterial hasta los genes, y la vida tal como se vive lo que hace que el estudio de cohorte sea tan inusual. Estas son personas reales.
-En el Reino Unido en el pasado este estudio permitió obtener conclusiones sobre las condiciones determinantes en el progreso infantil, ¿verdad?
-Para algunos defensores del estado de bienestar nuestros datos fueron desalentadores. Nuestros número revelaron que los niños brillantes de la clase media tenían más probabilidades de aprobar (el 11+) y tener un buen desempeño en la escuela que los niños de la clase trabajadora igualmente brillantes, aunque los padres comprensivos y los buenos maestros podrían mejorar las probabilidades de los menos afortunados. El desgaste de los niños inteligentes pero pobres (las niñas contaban menos) se conoció como el “desperdicio de talento”, cuestión que reformuló la educación, migrando hacia a idea de escuelas “integrales” no selectivas en la década de 1960.
-Otro bastión del estudio radicó en determinar cómo afecta el peso al nacer para la salud adulta. ¿Podría ampliar esos datos?
-Las correlaciones salieron de nuestros datos para fines del siglo pasado, cuando los equipos de investigación informaron que los miembros de la cohorte cuyo peso al nacer había sido bajo tenían una presión arterial más alta en la edad adulta. Fue un indicio temprano de que el crecimiento fetal e infantil da forma a la salud de los adultos, un vínculo que se conoció como la hipótesis de Barker después de que David Barker, un epidemiólogo de la Universidad de Southampton, Reino Unido, publicó un análisis de 1989 sobre el peso al nacer y la salud en una cohorte basado en nuestras investigaciones. Encontró que los bebés con el menor peso al nacer tenían el mayor riesgo de enfermedad cardíaca en la edad adulta. Se encontraron un flujo interminable de asociaciones a largo plazo en datos bastante llamativos. Por ejemplo, los bebés grandes tenían más probabilidades de contraer cáncer de mama. Los bebés pequeños tenían más probabilidades de tener poca fuerza de agarre. Los que crecieron rápido después del parto tienen más riesgo cardiovascular.
-¿Qué sistemas biológicos en los bebés son tan importantes y cómo se dejan cicatrices duraderas en ellos?
-Una posible respuesta radica en la epigenética: las huellas químicas, como los grupos metilo, estampadas en el ADN por eventos tempranos de la vida que alteran los patrones de expresión génica y podrían contribuir a enfermedades posteriores. Martin Widschwendter, oncólogo del University College London (UCL), por ejemplo, ha tomado nuestros datos porque planea analizar decenas de miles de posibles sitios de metilación en el ADN de la cohorte, buscando cambios que puedan explicar el vínculo entre el peso al nacer y el riesgo de cáncer de mama. La información detallada sobre el curso de la vida que se puede combinar con el ADN realmente solo está disponible a través de estas cohortes.
-Sin embargo usted es una defensora de la idea de que el destino no está fijado por la vida temprana...
-No quiero que los hallazgos se interpreten nunca como puramente deterministas. Como economista prefiero la idea más optimista de que los riesgos de enfermedad son el resultado de una acumulación de experiencias a lo largo de la vida, y que la educación, la dieta u otros factores pueden cambiar las trayectorias pobres a mejores. Marcus Richards, un epidemiólogo que dirige los estudios de cognición en el grupo, señala la evidencia de la cohorte de 1946, y respaldada por muchos otros estudios, de que, por ejemplo, el ejercicio físico regular en una persona de treinta y cuarenta años puede retrasar su deterioro cognitivo con la edad. Podemos tomar esa investigación y decir que aquí hay evidencia muy clara de algo que puede hacer para proteger su salud cognitiva a medida que envejece, y así es como debe hacerlo.
-Cuénteme detalles respecto de la menopausia que sé que despertó sorpresas entre los analistas.
-Cuando las mujeres del estudio llegaban a los cincuenta, surgió un patrón más misterioso: las que habían obtenido buenos resultados en las pruebas de inteligencia infantil tendían a llegar a la menopausia varios años más tarde que las que habían tenido un mal desempeño. Probamos casi hasta la destrucción todas las vías sociales y de comportamiento; tiramos casi todo lo que teníamos para ver si podíamos hacer que esa asociación desapareciera y no fue así. Pero una vez que los investigadores consideraron la asociación, comenzó a tener sentido. Su teoría ahora es que la cognición infantil proporciona una lectura del desarrollo del cerebro, incluido el de algunas áreas que responden a las hormonas o son responsables de la producción de hormonas. En resumen, los puntajes de coeficiente intelectual altos podrían indicar un cerebro que estaba bien desarrollado en todos los aspectos y, por lo tanto, era capaz de mantener la reproducción durante más tiempo. Han estado probando si los genes son los responsables, hasta ahora sin éxito.
-¿Cuán grande es el equipo que mantiene estos datos en línea?
-El estudio cuenta ahora con unos 25 investigadores a tiempo completo, personal de apoyo y 100 colaboradores que todavía están recopilando esas verdades sobre sus miles de participantes. Ahora la cohorte es una de las más fenotipadas del mundo y esperamos que esta lista alargue la cantidad de epidemiólogos, genetistas y otros científicos que quieren colaborar. Siento la gran responsabilidad de cumplir, y pido a los que se nos acerquen que siempre tengan una hipótesis, es una manera de proteger nuestras muestras.
-Se han iniciado estudios sobre COVID, ¿verdad?
-Sí, desde el inicio de la pandemia hemos estado cruzando datos. La cohorte ayudará a los investigadores a comprender los impactos sanitarios, sociales y económicos del brote de COVID-19. Será especialmente importante para comprender cómo se ven afectadas las personas en diferentes etapas de la vida y cómo las experiencias de la vida temprana dan forma a la resiliencia o vulnerabilidad a sus efectos. Al seguir las vidas de los participantes en el futuro, los estudios también podrán rastrear las consecuencias a largo plazo de la pandemia. Esta encuesta especial se repetirá para que las implicaciones de COVID-19 se puedan rastrear a lo largo del tiempo. La información recopilada a través de esta nueva encuesta se pondrá a disposición de los investigadores, de modo que pueda analizarse junto con los datos que los estudios han recopilado previamente sobre las vidas de los participantes.
-¿Qué cree que el aporte estadístico sumará al entendimiento de la pandemia?
- El brote de COVID-19 ha significado cambios grandes y repentinos en la forma en que todos vivimos nuestras vidas. Esta nueva encuesta será especialmente poderosa porque se publica en estudios representativos a nivel nacional que ya han estado siguiendo a las personas desde la infancia y durante toda su vida. Los estudios incluidos cubren a individuos en una amplia gama de edades y etapas de la vida, desde la edad adulta temprana hasta la vejez. Por lo tanto, la encuesta nos brindará información sin precedentes sobre las formas en que la pandemia ha afectado de manera diferente a personas de diferentes edades y orígenes, y ayudará a los investigadores y a los formuladores de políticas a comprender qué grupos se han visto particularmente afectados y cómo apoyarlos. A medida que seguimos a nuestros participantes hacia el futuro, más allá de la pandemia, podremos ver cómo un evento tan significativo como este puede moldear la vida de las personas a largo plazo.
-Ya se han experimentado decesos entre los participantes, ¿verdad?
-Alrededor del 13% han muerto hasta ahora, y el estudio ya tiene algo que decir sobre el destino del resto. Algunos gráficos de tasas de supervivencia muestran la proporción de los miembros de la encuesta que sobreviven hasta los 60 años, separados por la clase social del padre y revelan otra curiosa correlación. Un grupo de mujeres de entornos acomodados, cuya tasa de mortalidad es aproximadamente la mitad que la de todas las demás. No hemos podido atribuir el efecto más que al tabaquismo u otros factores obvios, y sospechamos que estas mujeres aprovecharon las oportunidades educativas y de salud que les brindaba la Gran Bretaña de la posguerra para mejorar. Realmente cambiaron sus vidas con la educación. Las niñas, si lo lograron, lo hicieron realmente bien.
Fotos: Getty
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