Ejercitarse durante las primeras horas de noche mejora el funcionamiento del metabolismo y facilita el control de los niveles de azúcar en sangre, según una nueva investigación.
Expertos de la Universidad Católica Australiana y la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología estudiaron la salud metabólica de 24 hombres inactivos que estaban en riesgo de diabetes tipo 2 y recibieron una dieta alta en grasas.
Los científicos observaron que tanto el ejercicio matutino como el vespertino mejoraban la aptitud cardiorrespiratoria, pero solo los entrenamientos al final del día redujeron los niveles de glucosa durante la jornada nocturna.
Según la investigadora principal, fisióloga del ejercicio y fisioterapeuta Trine Moholdt, los hallazgos del estudio son de particular importancia para los diabéticos, que suelen tener problemas de regulación de la glucosa.
Moholdt trabaja con el entrenamiento físico como herramienta terapéutica para prevenir y tratar enfermedades cardiometabólicas y para mejorar la fertilidad y los resultados del embarazo y es jefa del Grupo de Investigación Ejercicio, Salud Cardiometabólica y Reproducción de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (EXCAR).
Sobre los hallazgos, consideró: “Descubrimos que hacer ejercicio por la mañana o por la noche inducía mejoras similares en la aptitud cardiorrespiratoria, pero el control glucémico nocturno solo mejoró en el grupo de ejercicio por la noche”.
“El grupo que hacía ejercicio temprano en la noche tenía concentraciones de glucosa nocturna más bajas”, explicó, y añadió: “Esto es importante porque una de las cosas que experimentan las personas con diabetes tipo 2 son los picos nocturnos de glucosa, por lo que cuando se van a dormir, sus picos y picos de glucosa en la noche. Nuestro estudio pudo demostrar que podíamos aplanar esos picos nocturnos y ese es un hallazgo realmente importante porque no solo las concentraciones de glucosa durante la noche eran más bajas, el colesterol también era más bajo”.
En el estudio, la doctora Moholdt y su equipo de investigadores noruegos del Departamento de Circulación e Imágenes Médicas de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud reclutaron a 24 hombres inactivos, cada uno de entre 30 y 45 años y con índices de masa corporal de 27 a 35 (es decir, con sobrepeso u obesidad), que recibieron una dieta alta en grasas durante 11 días consecutivos.
Se sabía que ninguno de los participantes tenía diabetes tipo 2 o enfermedad cardiovascular, pero todos tenían riesgo de desarrollar diabetes.
Los voluntarios se dividieron en tres grupos: los que hacían ejercicio por la mañana, los que hacían ejercicio por la noche y los que no hacían ejercicio en absoluto. “En cinco días, los beneficios metabólicos de los entrenamientos nocturnos sobre el ejercicio matutino se hicieron evidentes”, resaltó el equipo en el paper científico, publicado en la revista Diabetología Springer Nature Switzerland, “con disminuciones en la glucosa en sangre en ayunas, insulina, colesterol, triacilglicerol y colesterol LDL que solo se observaron con el primero”.
“Este estudio sugiere que el ejercicio nocturno puede ser más beneficioso para las personas con metabolismo alterado que el mismo ejercicio realizado al principio del día”, concluyó la fisióloga y advirtió que “es vital señalar que es mucho más importante que sigas haciendo ejercicio que a qué hora del día lo estás haciendo”.
La diabetes es una enfermedad crónica que afecta la producción de insulina (hormona producida por el páncreas que se ocupa de eliminar el azúcar de la sangre), y que por lo tanto produce un exceso de azúcar en la sangre de las personas.
Entre los riesgos que supone padecer esta enfermedad, las personas con diabetes tienen entre dos a tres veces más infartos de miocardio y ACV que aquellas que no la tienen.
La diabetes surge cuando el páncreas no produce correctamente (Diabetes Tipo1) o bien cuando el organismo no utiliza eficazmente (Diabetes Tipo2) la insulina que elabora, que es la hormona producida por el páncreas que se ocupa de eliminar el azúcar de la sangre). La hiperglucemia (aumento de glucosa en sangre) sostenida en el tiempo daña muchos órganos y sistemas, especialmente nervios y vasos sanguíneos.
La Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) alertó del incremento de esta enfermedad que alcanza a más de 5 millones de personas en la Argentina, aunque al tratarse de una patología subdiagnosticada, la cifra podría llegar a duplicarse, indicaron desde la entidad sanitaria.
Según el último Atlas realizado en 2019 por la Federación Internacional de la Diabetes, para el año 2045 el número de afectados ascenderá a 700 millones. En la Argentina, la prevalencia de diabetes es del 12,7% y continúa creciendo: según la 4ta Encuesta Nacional de Factores de Riesgos realizada por la Dirección Nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades Crónicas No Transmisibles, en 15 años la diabetes aumentó un 50%. Asimismo, se registró un aumento en los porcentajes de otros factores que potencian el riesgo asociado a la enfermedad como la obesidad, el exceso de peso, la baja actividad física y la presión arterial elevada.
Las estadísticas a nivel global indican que la proporción de personas con diabetes tipo 2 se incrementa en casi todos los países y coinciden en que una de cada dos personas que padecen diabetes no están diagnosticadas. En línea con ello, menos del 50% de las personas con la enfermedad tienen un buen control glucémico.
Si bien en la actualidad no existe una intervención efectiva y segura para prevenir la diabetes tipo 1, sí existe clara evidencia de que intervenir tempranamente en cambios de estilo de vida podría prevenir o retrasar el desarrollo de diabetes tipo 2 puede ser efectiva. En este sentido, el monitoreo regular de los factores de riesgo de complicaciones de la diabetes y la intervención temprana, resultan en hospitalizaciones reducidas y mejores resultados clínicos.
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