Los niños que crecen en ciudades con aire sucio y altos niveles de contaminación tienen más probabilidades de sufrir problemas de salud mental en la edad adulta, advierte un estudio. Los investigadores aseguran que el impacto perjudicial de una atmósfera tóxica es similar al de la exposición al plomo.
Los contaminantes como los óxidos de nitrógeno (NOx) y las pequeñas partículas de carbono, llamadas PM2.5, son expulsados por los motores, la industria, las estufas de leña y la agricultura. Estos productos químicos se relacionan cada vez más con problemas de salud como el asma, un sistema inmunológico inhibido y una disminución del daño pulmonar, con alrededor de 36.000 muertes en Inglaterra cada año relacionadas con la contaminación del aire.
Investigadores de la Universidad de Duke en Carolina del Norte y el Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College de Londres en el Reino Unido, que estudiaron varias décadas de datos de un estudio en más de 2.000 británicos observaron cómo los niveles de contaminación afectaban la salud mental y encontraron un vínculo entre la exposición infantil y las enfermedades mentales a los 18 años.
El autor del estudio, Aaron Reuben, un estudiante graduado en psicología clínica, sostiene que los datos revelan una asociación modesta, pero clara. “Pero debido a que las exposiciones dañinas están tan extendidas en todo el mundo, los contaminantes del aire exterior podrían contribuir significativamente a la carga mundial de enfermedades psiquiátricas”, dijo.
Se descubrió que el efecto de la contaminación del aire era tan fuerte como la exposición al plomo en la infancia, pero más débil que los antecedentes familiares de la afección.
La exposición de una persona al dióxido de nitrógeno y PM2.5 se determinó utilizando la dirección de su casa y observando los niveles de contaminación en una base de datos nacional. La salud mental se evaluó mediante entrevistas con expertos utilizando una medida conocida como factor psicopatológico (factor p).
Se encontró que casi una de cada cuatro personas (22%) vivía en áreas con niveles de óxidos de nitrógeno (NOx) superiores a la pauta de la OMS de 10 microgramos por metro cúbico de aire (µg/m3).
En diálogo con el periódico británico Daily Mail, el profesor Kevin McConway, profesor emérito de estadística aplicada en la Open University, manifestó: “Si bien los hallazgos muestran un vínculo claro, la investigación no prueba que la contaminación del aire sea la causa de la enfermedad mental. Pero, si la asociación resulta ser una de causa y efecto, la contaminación del aire aún podría ser importante en la salud pública psiquiátrica, simplemente porque muchas personas están expuestas a niveles de contaminación del aire por encima de las pautas actuales”.
Y añadió: “Entonces, aunque este único estudio no puede brindar evidencia clara sobre exactamente qué tipo de asociación existe entre la mala calidad del aire y la salud mental, es otra razón potencial para estar preocupados por los niveles de contaminación del aire”.
Los investigadores estadounidenses y británicos encontraron que cuatro de cada cinco participantes (84%) estaban expuestos a niveles de PM2.5 que exceden el límite de la OMS de 40 μg/m3.
Los miembros del estudio que sufrieron mayores niveles de contaminación durante la infancia tenían una puntuación de factor p más alta cuando llegaron a los 18, incluso si se tienen en cuenta otros factores, como el tabaquismo, la dependencia del alcohol o las drogas.
La doctora Helen Fisher, coautora del estudio e investigadora principal del King’s College London, dijo: “Este estudio ha demostrado que los niños que crecen en nuestras ciudades más grandes enfrentan un mayor riesgo de enfermedad mental debido a los niveles más altos de tráfico. Si bien nos gustaría pensar en nuestros pueblos y ciudades como espacios verdes y abiertos, está claro que existe un peligro oculto que muchos ni siquiera habrán considerado”.
En la misma línea, el doctor Adrian James, presidente del Royal College of Psychiatrists, manifestó: “La salud mental de nuestros niños y jóvenes está sufriendo como resultado de la contaminación del aire, la crisis climática y el daño que se está haciendo al medio ambiente. Algunos pueden estar tan preocupados por la crisis que se sienten ansiosos o angustiados. Si bien no es una enfermedad mental, los signos de angustia ecológica incluyen insomnio, impotencia y culpa. Necesitamos involucrarlos en conversaciones abiertas, escuchar sus preocupaciones y empoderarlos para que tomen acciones constructivas y positivas”.
El clima severo inducido por el cambio climático y otros desastres naturales tienen los efectos más inmediatos sobre la salud mental en forma de trauma y shock debido a lesiones personales, pérdida de un ser querido, daño o pérdida de propiedad personal o incluso la pérdida de medios de vida. El terror, la ira, la conmoción y otras emociones negativas intensas que pueden dominar la respuesta inicial de las personas pueden finalmente desaparecer, solo para ser reemplazados por un trastorno de estrés postraumático.
El cambio climático también tiene impactos en la salud mental a nivel comunitario. Los cambios, tanto agudos como a largo plazo, elevan la hostilidad y la agresión interpersonal e intergrupal, y contribuyen a la pérdida de la identidad social y la cohesión. Ciertas comunidades desfavorecidas, como las comunidades indígenas, los niños y las comunidades que dependen del entorno natural pueden experimentar impactos desproporcionados en la salud mental.
El cambio climático es un tema de actualidad que está mucho más intensamente presente en las generaciones mas jóvenes y que se plantea como de interés global. “Nos concierne a todos y eso genera también cierta respuesta masiva. En otro contexto podría ser por ejemplo, un amenaza de guerra. La problemática enfrenta a los seres humanos a cierto escenario de catástrofe, a un potencial e hipotético fin del mundo. Para las generaciones mayores se trata de algo más teórico, pero para las más jóvenes se siente como una amenaza concreta a su futuro, a su desenvolvimiento en el mundo”, indicó en una entrevista con Infobae Maximiliano Martínez Donaire, psicoanalista y exsecretario científico del Claustro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
SEGUIR LEYENDO: