El número de bebés y niños que son afectados por coronavirus en Brasil crece día a día, y muchos más desarrollan complicaciones por la enfermedad COVID-19 y mueren. El problema se ha vuelta una preocupación no solo para los médicos de ese país de América Latina sino para especialistas de otros países que no comprenden aún las razones del incremento de la mortalidad en la población infantil.
Según el Ministerio de Salud de Brasil, desde el inicio de la pandemia, 832 niños menores de 5 años murieron por COVID-19. Si bien resulta difícil comparar la mortalidad entre países porque tienen diferentes metodologías, el número de fallecidos resulta extraño. En los Estados Unidos, que tiene una población mucho más grande que Brasil, y un número general de muertes por COVID-19 más alto, solo han fallecido 139 niños menores de 4 años.
En Argentina, 8.612 menores de un año se han contagiado el coronavirus desde que empezó la pandemia. Han muerto 185 menores de 20 años, según el Ministerio de Salud de la Nación. Dentro de ese total, 44 eran bebés menores de un año que murieron por COVID-19.
De acuerdo con Fátima Marinho, epidemióloga de la Universidad de San Pablo, el número oficial de muertes infantiles en Brasil quizá sea menor a la cifra real, ya que no se están testeando a toda la población. La experta está llevando a cabo un estudio sobre los casos sospechosos y los confirmados en niños y estima que más de 2.200 niños menores de 5 años han fallecido por COVID-19, incluyendo más de 1.600 bebés de menos de un año.
¿Cuáles son las razones del aumento de la mortalidad en bebés y niños en Brasil? Hay varias hipótesis, pero todavía no hay una explicación concluyente. Se sabe que las nuevas variantes del coronavirus están generando más casos graves de COVID-19 en adultos jóvenes y sanos e incrementando el número de muertes en Brasil. Pero aún no hay una evidencia científica sobre el impacto de las variantes de preocupación en bebés y niños.
Los expertos afirman que la variante de Manaos que se propagó por todo Brasil podría estar causando mayor mortalidad en embarazadas. Además, embarazadas estarían dando a luz bebés prematuros y ya infectados con el virus, según André Ricardo Ribas Freitas, epidemiólogo de la Facultad de Medicina São Leopoldo Mandic en Campinas. Al haber más más casos de bebés afectados, habría más probabilidades de haya más casos graves.
La P.1 -llamada popularmente “variante de Manaos”- se notificó en realidad por primera vez en Japón, en cuatro personas que la contrajeron en un viaje a Brasil. El linaje surgió a finales de 2020 en Manaos, la mayor ciudad de la región amazónica de Brasil. Rápidamente se convirtió en la variante predominante allí y en varias otras ciudades sudamericanas.
Otro factor posible es que los niños están siendo víctimas de la falta de acceso oportuno y adecuado a la atención médica. Este problema existía antes de la pandemia, pero se habría agravado. Porque en Brasil los médicos están desbordados con la enorme cantidad de pacientes, y se hay demora en los diagnósticos. En países desarrollados se ha corroborado que la atención temprana es clave para prevenir complicaciones del COVID-19. Según Marinho, muchos niños no son testeados y quedan en sus casas. Recién los ingresan a los hospitales cuando los cuadros han empeorado.
En enero, se había publicado un estudio en la revista especializada Pediatric Infectious Disease Journal que reveló que los niños en Brasil y otros cuatro países de América Latina, México, Colombia, Perú y Costa Rica, desarrollaron formas más graves de COVID-19 y más casos del síndrome inflamatorio multisistémico en comparación con datos de China, Europa y América del Norte. El síndrome inflamatorio multisistémico asociado a la enfermedad COVID-19 recién empezó a ser vigilado en mayo del año pasado. En algunos niños puede producir la muerte, y en otros puede dejar secuelas como alteraciones en el ritmo del corazón.
Algunos de los niños que fallecieron por el virus ya tenían problemas de salud previos. Pero muchos otros no los tenían. La experta Marinho calculó que los casos con patologías previas apenas representan poco más de una cuarta parte de las muertes entre niños menores de 10 años. Esta perspectiva sugiere que los niños sanos también parecen estar en mayor riesgo al contraer el virus en Brasil.
La semana pasada, Brasil había superado los 15 millones de casos confirmados y más de 432.000 muertes por COVID-19, después de registrar en los últimos días más de 3000 y hasta 4000 decesos diarios, según las cifras oficiales divulgadas por el Gobierno del Presidente Jair Bolsonaro. Desde el primer contagio, el 26 de febrero de 2020, y de la primera muerte, el 12 de marzo, ambos en San Pablo, el país se encuentra sumido bajo una crisis sanitaria sin precedentes durante la pandemia.
Miguel Nicolelis médico y profesor de neurobiología e ingeniería biomédica en la Universidad de Duke en EEUU es uno de los científicos que más conoce la realidad. Durante 11 meses, dirigió uno de los grupos de trabajo científicos más grandes que luchan contra el COVID-19 en Brasil y publicó algunos de sus resultados en la prestigiosa revista científica Scientific American.
“Estar en Brasil ahora mismo se siente como estar atrapado en medio de un caótico campo de batalla, un asedio de 14 meses, sin nadie a cargo de tu lado de las trincheras. Totalmente rodeado de un enemigo letal que se acerca cada vez más a ti y a tu familia. Este enemigo biológico sigue transformándose de una manera que parece estar bien adaptada para infectar a todos los que están a su alcance, sin mostrar piedad ni por las mujeres embarazadas ni por sus bebés recién nacidos”, escribió Nicolelis.
El científico sostuvo que era una “hecatombe catastrófica y sin precedentes” en Brasil. “Una segunda ola devastadora de la pandemia comenzó a afectar a las cinco regiones del país a principios de noviembre de 2020. En parte, del relajamiento prematuro y caótico de las medidas de aislamiento social que habían ayudado al menos a algunas regiones del país a contener lo peor de la fase inicial de la pandemia. Empeoró por los grandes encuentros públicos políticos públicos que precedieron a las dos rondas de las elecciones nacionales de 2020, generando una multitud de eventos de supercontagiadores en todo el país”, explicó.
Además, Nicolelis señaló que “la situación se agravó con la Navidad y el Carnaval, la fiesta nacional más grande. Para empeorar las cosas, Brasil se encuentra con una nueva variante del SARS-CoV-2, conocida como P.1, que surgió primero en la región amazónica del país. Después de causar estragos en toda la ciudad de Manaos, la metrópolis más grande de la zona, la variante se extendió rápidamente por todo Brasil durante los primeros tres meses de 2021. Al menos 2,5 veces más transmisible que el virus original, la variante P.1 proporcionó el resultado final de empujar para transformar la segunda ola en un verdadero tsunami que ha puesto de rodillas a todo el país y ha desencadenado la mayor y más devastadora crisis humanitaria de la historia brasileña”.
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