Con la pandemia y los confinamientos para reducir la propagación del coronavirus, cambiaron las actividades cotidianas de las personas en el mundo. Muchas siguieron con hábitos saludables para divertirse a pesar de las restricciones. Pero hay jóvenes que han encontrado la posibilidad de seguir jugando en el bingo y el casino online, a través de Internet, y han pasado a hacerlo seis veces más en comparación con lo que lo hacían antes de la pandemia. Al juego, le suman también el consumo en exceso de alcohol simultáneo.
Los datos surgen a partir de un estudio realizado con 2.632 adultos jóvenes por investigadores de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido. El promedio de edad fue 28 años. La investigación se publicó en la revista especializada Journal of Gambling Studies. Los autores del trabajo advierten que el juego puede convertirse en adicción y generar diferentes daños tanto por los problemas económicos como el impacto en las relaciones de pareja, familia y en el trabajo.
Uno de los investigadores, el profesor Alan Emond, quien es experto en salud pública, alertó: “El fuerte vínculo entre el consumo compulsivo de alcohol y el juego regular es especialmente preocupante, ya que ambos son comportamientos adictivos que pueden tener graves consecuencias sanitarias y sociales. Con la mayor disponibilidad de juegos de azar a través de diferentes canales online, los grupos vulnerables podrían quedar atrapados en un ciclo destructivo. Es necesario un enfoque de salud pública para minimizar los daños del juego”.
“El estudio de los investigadores de la Universidad de Bristol corrobora una tendencia que estamos viendo en países de América Latina. Muchas personas que ya iban a casinos y bingos han pasado a jugar más en la versión online. Además, se han sumado personas que antes no iban a jugar por la comodidad de hacerlo desde sus casas”, comentó a Infobae Marcela Waisman Campos, médica psiquiatra, neuróloga cognitiva, magister en neuropsicofarmacología y autora del libro Adicciones: Juego patológico y otras adicciones conductuales, publicado por Editorial Médica Panamericana.
El juego online también puede ser un comportamiento adictivo, como el uso frecuente del celular. “Ofrecen una recompensa inmediata, como más puntos, pasar a otro nivel o dinero, y hacen que el cerebro de la persona quede atrapado por la necesidad de seguir jugando y ganar algo con poco esfuerzo. Se genera la percepción de que ya casi se gana, y así se vuelve a jugar varias veces más. Se va corriendo el nivel, pero lo cierto es nunca se llega el final”, señaló Waisman Campos.
En la investigación comparativa en la Universidad de Bristol se utilizaron dos cuestionarios en línea durante el primer confinamiento de 2020 en el Reino Unido, en los que se encuestó al mismo grupo de adultos. Previamente se les habían formulado preguntas similares sobre el juego antes de la pandemia como parte del estudio “Niños de los noventa”, que es un estudio longitudinal de Padres e Hijos de Avon, que la universidad empezó en 1991 con 14.000 embarazadas. Desde entonces, hacen un seguimiento a esas mujeres y a sus hijos.
Los hombres fueron tres veces más propensos a jugar regularmente que las mujeres (más de una vez a la semana). El consumo excesivo de alcohol, definido como más de seis unidades en una sesión al menos una vez a la semana, estaba fuertemente relacionado con el juego regular entre hombres y mujeres. “Es probable que esas tendencias sean mucho mayores en la realidad, ya que la mayoría (70%) de los encuestados en el confinamiento eran mujeres”, subrayaron los investigadores.
“Los resultados de este estudio y las tendencias de las que se está informando más ampliamente son bastante alarmantes”, sostuvo otra de las autoras, la especialista en Marketing Agnes Nairn.
“A medida que los hábitos de juego cambian en línea, los grupos vulnerables, incluidos los niños y los adultos que beben en exceso, pueden verse arrastrados más fácilmente por estos canales. El aumento de la prevalencia del trabajo en casa es también una consideración importante para la elaboración de políticas futuras, ya que la tentación de jugar en línea, amplificada por una publicidad inteligente, está siempre presente”, resaltó.
Además, Nairn expresó el riesgo de los juegos online para la infancia. “Los niños también están siendo presa de esta publicidad, especialmente de los deportes electrónicos, en las redes sociales y podrían quedar atrapados en hábitos adictivos desde una edad temprana. Se necesita una regulación más estricta en este campo en crecimiento para proteger a los consumidores involuntarios”.
De acuerdo con Waisman Campos, jugar online no necesariamente se torna una adicción. Para identificar que sí se ha convertido en adicción, hay que tener en cuenta los diferentes momentos del juego. “Un primer momento es cuando una persona solo juega para divertirse. Un segundo momento, es cuando se juega para no sentirse mal. Ahí ya la persona no está eligiendo. Solo juega para transitar otros momentos de tensión que puede estar pasando en su vida. El tercer momento es cuando se juega y la persona se sigue sintiendo mal. Generalmente, se dan cuenta que tienen un problema con el juego en esa tercera etapa, pero a veces es tarde porque ya han perdido mucho dinero o se han dañado las relaciones con seres queridos, entre otros problemas”, comentó Waisman Campos.
En muchos casos de personas con adicción al juego, hay cuadros previos de ansiedad o depresión. “Hay que hacer una consulta a un profesional de la salud porque no se puede pensar que el juego online resolverá el cuadro de ansiedad o depresión”, expresó. Como tratamiento para la adicción al juego, se indica la psicoterapia individual, la psicoterapia grupal y entrevista psiquiátrica.
Cada persona es diferente -dijo a Infobae la médica psiquiatra Verónica Mora, especialista en juego patológico de la Asociación de Psiquiatras Argentinos-, pero se puede sugerir a una persona que juega online frecuentemente que no naturalice o niegue el problema. “Si vuelve a jugar para tratar de recuperar lo perdido ya no es juego, es un problema”, afirmó.
También recomendó a las personas que juegan frecuentemente que “traten de superar prejuicios y estigmas y pidan ayuda: el problema de la adicción al juego es una enfermedad y tiene tratamiento. Si ha fracasado en tratar de dejar de jugar, insista. Seguramente ha aprendido también de los fracasos como todos, y es posible que la próxima vez lo logre”.
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