Cuando una persona se contagia el coronavirus, su sistema inmune produce diferentes tipos de células y moléculas para controlar la infección. El científico Gabriel Rabinovich, investigador del Conicet y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, ha estudiado desde el inicio de la pandemia los mecanismos que se disparan en el sistema de defensas del organismo por el coronavirus, y ahora desarrolló una plataforma para monitorear qué pasa durante los meses posteriores a la enfermedad.
“Monitorear al sistema inmune después del COVID-19 hoy es clave“, dijo el doctor Rabinovich en diálogo exclusivo con Infobae, y detalló por qué la etapa posterior a la fase aguda hoy ganó la atención de la ciencia a nivel global. Desarrolló una plataforma que permitirá hacer un seguimiento sobre los niveles de la memoria de linfocitos T del sistema inmune tanto en las personas que ya estuvieron contagiadas como en las personas que ya accedieron a la aplicación de las dosis de las vacunas contra el COVIV-19.
El sistema inmune es una compleja red de células, tejidos y órganos especializados que reconocen las sustancias extrañas, principalmente los microorganismos patógenos y defienden al organismo humano. Desde los años noventa, Rabinovich viene trabajando en el estudio del sistema inmune en relación a enfermedades como los cánceres, la artritis reumatoidea, la sepsis, el lupus, la enfermedad de Chagas, y la esclerosis múltiple. El año pasado, decidió concentrarse también en contribuir a entender el COVID-19 y aportar soluciones.
“La pandemia nos sorprendió a todos. Nuestra generación no conocía cómo era enfrentar una pandemia tan dramática. Pero la comunidad científica de la Argentina fue capaz de suspender otras actividades e intentar dar soluciones para responder a la pandemia. También el personal de salud está dejando todo en la atención en los hospitales. Me saco el sombrero”, comentó Rabinovich.
Desde su perspectiva como experto en inmunogenética, el investigador contó que desde el inicio de la pandemia le inquietó comprender los mecanismos a través de los cuales el coronavirus genera la enfermedad, que puede ser leve, moderada o grave en la diversidad de pacientes. Tras más de un año de pandemia, también le preocupan las secuelas de la enfermedad COVID-19 que se han ido identificando con el avance de las investigaciones en el mundo.
“El coronavirus tiene mecanismos de evasión de la respuesta del sistema inmune. También puede activar un proceso de inflamación en algunas personas que no pueden resolver muy bien la enfermedad”, puntualizó. “En ese contexto, nos propusimos comprender los mecanismos de infección, y con subsidios de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) y la Fundación Bunge y Born.
“Nos concentramos en los linfocitos T, que son las células que nos protegen ante virus, parásitos, hongos o el crecimiento de tumores. Cuando ingresa el coronavirus, en el organismo humano hay otras células que son sensoras y captan fragmentos del virus en el pulmón u otros órganos. Luego, viajan hacia los ganglios linfáticos para encontrarse con los linfocitos T. Les avisan que hay un virus en el organismo”. explicó.
Y agregó: “A partir de ese momento, el linfocito T se activa y produce mediadores. Como consecuencia se generan más linfocitos T que migran y van hacia el pulmón o hacia la garganta, y eliminan a las células infectadas. Por otro lado, los linfocitos T estimulan a los linfocitos B para que se generen anticuerpos”.
Después de la fase aguda, se genera los linfocitos T de memoria, que “recuerdan” al coronavirus. Esto sucede tanto en los infectados como en las personas que recibieron las vacunas que están autorizadas para uso de emergencia. El proceso de activación de los linfocitos T ocurre tanto en las personas que tuvieron la infección como en los que se vacunaron. Por lo cual, aclaró Rabinovich, es importante el monitoreo para ver si un paciente generó una respuesta de memoria de linfocitos T y si perdura en el tiempo. “Son preguntas que la gente se hace: ¿Cómo será mi inmunidad con las vacunas? ¿Es comparable con la inmunidad de los que tuvieron la infección?”
Hasta ahora se vienen usando test serológicos que detectan los anticuerpos que se producen cuando una persona adquiere la infección por el coronavirus. El equipo de Rabinovich desarrolló la plataforma para monitorear la respuesta de memoria de células T. Usaron muestras de pacientes con COVID-19 para hacer la plataforma que se llama “COVID-T”. “Es una plataforma que sirve como para tomarle una foto a los linfocitos y monitorear si la respuesta inmune es robusta. Optimizamos esta tecnología de medición de los linfocitos T”.
En el desarrollo, participaron científicas y científicos del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME), donde trabaja Rabinovich y las becarias del CONICET, Florencia Veigas y Montana Manselle Cocco, en colaboración con el Biobanco de Enfermedades Infecciosas (BBEI) del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS, CONICET) y el Hospital General de Agudos “Dr. Ignacio Pirovano”.
El próximo paso del equipo de Rabinovich será hacer un estudio empleando la plataforma con muestras de pacientes que tuvieron COVID-19 de la ciudad de Buenos Aires y de la provincia de Buenos Aires y de personas que ya fueron vacunados. “Ese estudio nos permitirá evaluar cuánto dura la memoria T y si hay que dar refuerzos a las personas vacunadas, entre otras cuestiones. Nos posibilitará saber cuán preparado está el organismo humano ante la posibilidad de reinfección en el caso de los que ya se contagiaron o si la vacuna sigue dando protección”.
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