Un cargo político es lo que determinó que una mujer de algo más de medio siglo se haga cargo de la segunda entidad mundial en liderar los discursos en torno a la pandemia. Rochelle Paula Walensky, casado con Loren, ambos científicos, y madre de tres hijos, asumió en enero el cargo de directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, CDC, de Atlanta, Georgia, en Estados Unidos. La entidad se encaramó en un vocero creíble en medio de las tormenta, superando a las posiciones, en ocasiones erráticas, de la Organización Mundial de la Salud.
Ha sido jefa de la División de Enfermedades Infecciosas en el Hospital General de Massachusetts y profesora de medicina en la Escuela de Medicina de Harvard. Es experta en enfermedades infecciosas, en particular SIDA y HIV. Acumula más de 15.000 menciones en documentos de investigación. Reúne antípodas de saberes: una capacidad impecable para la comunicación a la par de profundos conocimientos científicos. Sabe más que muchos y lo cuenta mejor que nadie. Previo a su liderazgo en los CDC, ya en pandemia, realizó una investigación sobre la entrega de vacunas y las estrategias para llegar a las comunidades desatendidas.
Un informe emitido por los CDC correspondiente a los primeros seis meses del pasado año señala que la esperanza de vida de los estadounidenses se redujo un año, pero a esto se suma un ítem que expone las diferencias: “El COVID-19 ha puesto al descubierto muchas inequidades en salud -señala para disparar el diálogo escrito que mantuvo con Infobae-. En comparación con los estadounidenses blancos, los hispanos han tenido 2,3 veces más probabilidades de morir durante esta pandemia y los afroamericanos dos veces más. Este es uno de los campos que me moviliza, estamos trabajando para garantizar que todos tengan una oportunidad justa y equitativa de estar lo más saludables posible”.
-Usted ha insistido en que este tiempo también es un momento de oportunidades.
-Estamos en un momento crucial. Miras a tu alrededor y sabes que puedes hacer mucho bien en el mundo al abordar la salud pública. Sabes que puedes tomar a personas que no tenían recursos y mejorar su salud, y no hay nada más satisfactorio que apoyar la cabeza en la almohada por la noche y saber que tus acciones de ese día mejoran la salud de otra persona o mejoran la salud del mañana. Mi gran trabajo en este momento es impulsar a que la gente se vacune.
- El doctor Anthony Fauci indicó que, según su apreciación, debería lograrse que el 85% de la población se vacune. ¿Cuál es su mirada al respecto?
-Depende de qué tan transmisible sea el virus, y de que calculemos ese número en función de la transmisibilidad. Lo que sabemos es que la transmisibilidad es en realidad un objetivo en movimiento, porque con más variantes, algunas de ellas son más transmisibles. Por lo tanto, cuanto más transmisible sea la variante, es más probable que necesitemos vacunar a una mayor proporción de la población.
- ¿Cómo instar a la vacunación?
-Necesitamos poder ofrecer a las personas vacunadas opciones que puedan hacer si queremos que se presenten y se vacunen: visitar a sus seres queridos, a sus nietos, tal vez viajar en un avión con menor riesgo. Eso es un mensaje individual. Si bien hemos vacunado completamente a algo más del 20% de la población, el resto sigue sin vacunarse y eso es suficiente para causar un aumento. Por lo tanto, a nivel de población, todavía necesitamos practicar buenas medidas de salud pública: enmascaramiento, mitigación, distanciamiento.
.¿Cuál es su pronóstico?
-Creo que los próximos meses podríamos ir en una de dos direcciones. Si las cosas se abren, si no somos realmente cautelosos, podríamos terminar con un aumento posterior a las vacaciones de primavera de la misma manera que vimos un aumento posterior a la Navidad. En una visión alternativa, noto que nos acomodamos por un par de meses más, conseguimos que se vacune a mucha gente y llegamos a un lugar realmente grandioso para enfrentar el próximo verano.
-Ve viable la promesa de 100 millones de dosis en 100 días?
-No es una promesa política. Sabemos lo que estamos diciendo. El problema no es la oferta sino la logística de aplicaciones de las vacunas, en particular tener los suficientes vacunadores y la flexibilidad para vacunar al mayor número de personas elegibles para ello, tales como trabajadores de la salud, militares, estudiantes de medicina quienes han sido nuestro orden de prioridad. Hay que habilitar centros de vacunación masiva, como estadios, centros comunitarios, unidades móviles, centros federales de salud, y la red nacional de farmacias, las grandes y las pequeñas a toda escala. Todo esto bajo principios de equidad social y altos volúmenes de vacunación. El gobierno federal está dando todo el soporte necesario para que esto ocurra.
-Sigue insistiendo en mensajes de autoprotección…
-Sí, las estrategias de mitigación son imprescindibles aún. La razón por la que uso la máscara es porque sé que me protege a mí misma, a mis seres queridos, a mis vecinos y a mi comunidad. Esto es hacer lo correcto y todos pueden ponerse el tapabocas. Todos estamos agotados. Después de un año de esta lucha, estamos cansados, estamos solos, estamos impacientes. Ha habido demasiadas reuniones familiares perdidas, demasiados hitos y oportunidades extraviados, demasiados sacrificios. Y aún así, a pesar de todo, hay determinación; hay historias de generosidad y perseverancia. Estamos mejor juntos y juntos resistiremos. A medida que más y más personas se vacunan, hay una meta, una luz al final del túnel.
- ¿Cuál considera que es su aporte diferencial en los CDC?
- Tengo la gran ventaja de ser externa y no un recurso de la estructura. Creo que una mente fresca que, además ha lidiado como cliente externo con los CDC puede aportar una comunicación más precisa. Entiendo que, a la vez, al no conocer la entidad por dentro, debí adaptarme con el aporte del talento interno y, tal vez, no resolví a la velocidad que me hubiera gustado. El equipo con el que cuento ha permanecido en su cargo en los últimos cuatro años, atravesando la crisis del 2020. Esta pandemia terminará. Y nuestro trabajo de salud pública continuará. Ahora vemos claramente lo que deberíamos haber abordado antes: las inequidades de larga data que nos impiden lograr una salud óptima para todos. Vemos el impacto de años de negligencia de nuestra infraestructura de salud pública. Vemos la necesidad crítica de datos que se muevan más rápido que las enfermedades, para prevenir en lugar de reaccionar. Es la única forma en que podemos convertir la tragedia y el dolor en un progreso duradero y una mejor salud para todos.
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