El coronavirus se transmite principalmente a través de las gotitas que salen de la boca y la nariz, especialmente cuando tose o estornuda.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un mínimo de un metro de separación entre persona y persona para mantener la distancia social, mientras que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) dicen que hay que respetar al menos dos metros de distancia para prevenir el contagio con las gotitas y evitar la infección que se produce por vía respiratoria.
Los CDC basan su recomendación en la idea de que la mayoría de las gotas grandes que las personas expulsan cuando tosen o estornudan caerán al suelo a menos de dos metros.
Pero algunos científicos han estudiado el flujo de aire y están preocupados por las partículas más pequeñas llamadas aerosoles. Sugieren que las personas consideren una serie de factores, incluida su propia vulnerabilidad y si están al aire libre o en una habitación cerrada, al decidir si dos metros es suficiente distancia.
Lo cierto es que el distanciamiento forma parte de las prácticas que han sido implementadas por las autoridades para contener la propagación de enfermedades contagiosas. Las medidas están dirigidas a tratar de reducir la cantidad de virus que se están propagando, y finalmente proteger a los más vulnerables, entre ellos los adultos mayores y la gente con sistemas inmunológicos débiles.
Un estudio realizado por la Universidad de Nicosia en Chipre, publicado en la revista Physics of Fluid, reveló que mantener una distancia de dos metros es una medida acertada siempre y cuando no haya viento, ya que a velocidades más altas de 4 km por hora a 15 km por hora, la distancia de penetración de gotas alcanza los 6 metros en aproximadamente casi seis segundos o dos segundos en caso de aumento de vientos.
Con el objetivo de examinar cómo viaja la saliva por el aire, crearon una simulación por computadora que analiza cómo cada gota de saliva, grande y pequeña, se mueve por el aire después de que una persona tose. Como primeros resultados, observaron que cerca de 3.000 gotas son expulsadas de la tos, y que muchas de ellas se dispersan en diferentes direcciones.
Por otro lado, con un estornudo se pueden expulsar hasta 40.000 gotas. Muchos factores pueden intervenir la forma en que las gotas viajan por el aire, incluido el tamaño y la cantidad de gotas, la humedad y la forma en que se evaporan. “El propósito de la simulación y modelado matemático es tener en cuenta todos los mecanismos reales de acoplamiento o interacción que pueden tener lugar entre el flujo de fluido a granel principal y las gotitas de saliva, y entre las mismas gotitas de saliva”, explicó Talib Dbouk, investigador principal del Instituto de Investigación de Defensa y Seguridad de la Universidad de Nicosia.
El modelo ejecutó diferentes ecuaciones con respecto a qué tan lejos y qué tan rápido pueden viajar 1.008 gotas de saliva. Los resultados mostraron que, incluso con la más mínima brisa de 4 km por hora, la saliva puede viajar 18 pies, lo que se traduce en una longitud de tres refrigeradores, uno al lado del otro, en cinco segundos.
“La nube de gotas afectará tanto a adultos como a niños de diferentes alturas. Los adultos y los niños más bajos podrían estar en mayor riesgo si se encuentran dentro de la trayectoria de las gotas de saliva que viajan”, explicó el Dimitris Draikakis, profesor de la Facultad de Medicina y de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la Universidad de Nicosia.
“Este trabajo es vital, ya que se refiere a pautas de distancia de salud y seguridad, avanza la comprensión de la propagación y transmisión de enfermedades transmitidas por el aire y ayuda a formar medidas de precaución basadas en resultados científicos”, dijo Drikakis.
Qué pasa si estamos en movimiento
Un estudio de las universidades de Lovaina (Bélgica) y Eindhoven (Holanda) advierte de que la distancia social para reducir efectivamente el contagio del coronavirus debería ser de al menos cuatro metros cuando las personas se encuentran en movimiento.
Investigadores e ingenieros especializados en dinámica de fluidos simularon por computadora cómo actúan las partículas de saliva que se desprenden de las personas en distintas circunstancias motrices: al permanecer quietos, caminando, corriendo o en bicicleta. Y determinaron que la distancia preferible para evitar el contagio es muy superior a la propuesta a nivel global.
“Si alguien exhala, tose o estornuda mientras camina, corre o va en bicicleta, la mayoría de las micropartículas se quedan en una corriente de aire detrás de esa persona. Otra persona que vaya detrás se movería a través de esa nube de micropartículas”, explica en el estudio el profesor de Ingeniería Civil de las universidades involucradas Bert Blocken.
El estudio determina que la distancia de 2 metros es “muy efectiva” para aquellos que permanecen quietos en interiores o en exteriores si hace buen tiempo, pero la consideró insuficiente para las personas que caminan o hacen deporte.
Estas simulaciones efectuadas por los científicos, que habitualmente se usan para mejorar el rendimiento de atletas de élite, señalan que el riesgo es más elevado cuando una persona está detrás de la otra y se reduce si se camina o corre uno al lado del otro o en formación diagonal.
En cualquier caso, sus cálculos apuntan a que se debería mantener una distancia de cuatro o cinco metros al caminar detrás de otra persona, de diez metros al correr o ir lento en bicicleta y de al menos veinte metros al ir rápido en bicicleta.
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