Las vacunas contra el COVID-19 que demostraron eficacia y seguridad en voluntarios adultos fueron autorizadas para uso de emergencia frente al dramático avance de la pandemia. Ahora, se empezó a estudiar si tienen beneficios en la protección de los niños, y ya hay al menos tres ensayos clínicos en curso en Estados Unidos, Canadá y Rusia. Se espera determinar si las dosis deberán ser ajustadas, y cómo debería ser el esquema, entre otros aspectos, teniendo en cuenta que los niños no son adultos.
Las empresas Pfizer y BioNTech, de Estados Unidos y Alemania respectivamente, han iniciado ensayos clínicos con su vacuna de ARN mensajero contra el COVID. Reclutaron más de 2.000 niños de entre 12 y 15 años en un ensayo, y ahora lanzado un segundo estudio en niños de 5 a 11 años. También la empresa biotecnológica Moderna, que desarrolló otra vacuna de ARN mensajero, inició un estudio en fase 2/3 en el que espera enrolar a 6.750 menores de 12 años y sanos.
El 22 de marzo, el Instituto Gamaleya de Rusia informó que está desarrollando modificaciones de Sputnik V de acuerdo con las características de diferentes grupos de la población, en particular para niños de diferentes edades, según contó el director, Alexander Gintsburg.
Con respecto a la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford con la empresa AstraZeneca de Inglaterra -que pertenece al tipo de inmunización con vector viral no replicante-, se había iniciado un ensayo en febrero con chicos de 6 a 17 años, pero fue pausado. La pausa del ensayo se debió a la preocupación generada por los coágulos que se vinculan a la vacuna Oxford-AstraZeneca en adultos.
“Las plataformas que se usaron para las diferentes vacunas COVID-19 de los adultos serán las mismas que se utilizarán para producir las vacunas para los niños. Pero podría haber diferencias en cuanto a la cantidad de microgramos que contiene cada dosis y los esquemas de vacunación. Esto se aclarará después de los ensayos clínicos”, sostuvo la médica infectóloga Angela Gentile, de la Sociedad Argentina de Pediatría y de la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas al ser consultada por Infobae.
“Ya se están haciendo ensayos clínicos a partir de los 6 meses de vida. Aún no sabemos si las dosis u otros aspectos de las vacunas contra el COVID-19 serán similares a las que reciben los adultos”, dijo a Infobae la médica Liliana Vázquez, de la Sociedad Argentina de Infectología. Hay antecedentes de vacunas para otras enfermedades que son diferentes en niños. “En los casos de vacuna antigripal trivalente, la dosis para los chicos es diferente en los primeros años de vida. En cambio, la cuadrivalente no es diferente. Por eso, ahora se necesita esperar los resultados de los ensayos clínicos en curso con la vacuna COVID-19 para tener respuestas concretas sobre el esquema de dosis y los microgramos por dosis”.
¿Es necesario vacunar hoy a los chicos contra el COVID-19? Según respondió a Infobae la doctora Vázquez, “lo más urgente hoy debe ser la protección a los más vulnerables, como son las personas mayores que pueden morir por complicaciones de la infección por el coronavirus. En segundo lugar, se puede tener como objetivo el control de la circulación de virus”. Con respecto al uso de las vacunas en la población infantil, la especialista sugirió diferencias entre los países desarrollados y los países en desarrollo.
“En los países desarrollados, el 20% de los afectados por el coronavirus son menores de 16 años. Son parte de la diseminación del virus. Para el control de la circulación del virus se necesita que la vacuna sea recibida por el mayor número de personas y por eso es tan importante vacunar también a la población pediátrica”, explicó la infectóloga Vázquez, quien es médica infectóloga de la Clínica Maternidad Suizo Argentina y el Sanatorio Finochietto. “En cambio, en países en desarrollo, donde la vacunación va más demorada por la entrega de dosis por los productores de vacunas y porque varios de los países desarrollados compraron gran parte de las dosis, los planes de vacunación tienen hoy como objetivo reducir los contagios en personas mayores que son las que están en mayor riesgo de sufrir complicaciones y morir”, remarcó la doctora Vázquez.
Para beneficio individual, el acceso a vacunas contra el COVID seguras y eficaces estaría justificado, de acuerdo con James Conway, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas e investigador de vacunas en la Universidad de Wisconsin-Madison, en función de las secuelas que padecen algunos chicos. Si bien los niños rara vez desarrollan formas graves de COVID-19, algunos que padecen cuadros leves y pueden desarrollar más tarde el síndrome inflamatorio multisistémico infantil, que puede ser mortal. Para Conway, según informó la revista Nature, las vacunas podría reducir el riesgo de que los niños adquieran la infección y desarrollen tanto secuelas como cuadros graves.
Otra pregunta que deberán contestar los ensayos clínicos en curso si los niños y los adolescentes podrían responder de manera diferente cuando se les apliquen las vacunas. El sistema inmune de los niños está repleto de células que no han visto agentes patógenos, y tienden a producir una fuerte respuesta inmune a las vacunas. Los primeros resultados de los ensayos han demostrado que los niños de 12 a 15 años que recibieron dos dosis estándar de la vacuna de Pfizer-BioNTech desarrollaron niveles sustancialmente más altos de anticuerpos contra el virus que los niños de 16 a 25 años de los ensayos anteriores.
“La potente respuesta inmune de los niños significa que son más propensos que los adultos a desarrollar fiebre después de la vacunación”, dijo Kawsar Talaat, especialista en infectología infantil y vacunas de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg, en Maryland, Estados Unidos. Esa diferencia obligará a los investigadores a encontrar un equilibrio entre provocar una fuerte respuesta inmunitaria y minimizar los efectos secundarios. Sin embargo, esto podría no ser un problema, porque a los niños parece molestarles menos la fiebre que a los adultos.
En los ensayos pediátricos, participan menos voluntarios que en los estudios con adultos. Al tener menos participantes, se buscan observar los marcadores de la respuesta inmune después de la vacunación. Si se observa que las respuestas inmunes pediátricas son iguales o mejores que las que se vieron en los adultos, se puede inferir que la vacuna es eficaz en niños. Tanto el ensayo de Moderna como el de Pfizer-BioNTech incluyen esos marcadores como sus principales medidas para considerar el éxito.
“Al participar en los ensayos clínicos, se necesita el consentimiento informado con la firma de los padres para que los chicos sean voluntarios-subrayó la doctora Gentile-. A partir de los 7 años, los chicos también pueden asentir, pero también se necesita la firma de los padres. Después de la aprobación de los ensayos clínicos y de la autorización por parte de la autoridad regulatoria, no es necesario que los padres den el consentimiento.
SEGUIR LEYENDO: