Las vacunas contra el COVID-19 ya se aplicana nivel global, pero aún no todo el mundo está accediendo a ellas. Para el grupo de expertos del Instituto Tony Blair, el ex primer ministro del Reino Unido, sólo con la vacunación masiva se podrá suprimir el COVID-19. Para alcanzar esa meta, salió a defender el uso de vacunas de bajo costo como la desarrollada por la Universidad de Oxford y la empresa AstraZeneca, aunque tenga un inusual posible riesgo de trombosis como efecto adverso.
Alertó que el sistema de vigilancia sobre los efectos adversos de las vacunación no debería afectar que las vacunas realmente sean administradas, en el contexto de “un mundo de variantes más transmisibles y potencialmente más mortales”. Hizo un llamado para que a nivel mundial, “posiblemente empezando por los países del G7 -aunque China e India también tienen un gran interés en esto-, debería establecerse un grupo mundial de expertos que pueda pronunciarse sobre las evaluaciones de las vacunas y poner un poco de orden en el actual desorden fragmentado, que tendrá graves efectos adversos en nuestra capacidad para vacunar al mundo y volver a algo parecido a la normalidad”.
El temor de Blair y de los expertos que trabajan en su institución es que la cautela extrema que se pone en el monitoreo de las vacunas contra el COVID-19 se convierta en una debilidad para llevar adelante un avance positivo en el control global de la pandemia. También hoy el comité de inmunizaciones de la OMS salió a respaldar la aplicación de la vacuna de AstraZeneca.
Consultada por Infobae, la presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología, Florencia Cahn, comentó: “Siempre hay que hacer una meticulosa evaluación de riesgos y beneficios con respecto a la aplicación de las vacunas. En el caso de las vacunas de AstraZeneca, el riesgo de tener trombosis es muy bajo frente al beneficio de recibirla y evitar los cuadros graves de COVID-19 que pueden producir trombos con más frecuencia. Es decir, los beneficios de esa vacuna superan ampliamente a los riesgos”.
“Un caso de COVID en cualquier lugar puede ser un caso de COVID en todas partes. Esto se aplica tanto a nivel mundial como nacional. Tenemos que garantizar la adopción generalizada de la vacuna en múltiples grupos de la sociedad y en todos los países. Se trata de una cuestión de oferta y confianza, y la medida de ambas varía según los distintos tipos de vacunas”, señaló el informe del Instituto Blair.
Se enfatizó que las vacunas contra el COVID-19 sí están funcionando. “Debemos continuar con su distribución para alcanzar la inmunidad de rebaño. Esto es cierto tanto a nivel mundial como en el Reino Unido, ya que la amenaza de nuevas variantes significa que un virus en cualquier lugar es potencialmente un virus en todas partes. El mundo debe ser ambicioso: la vacunación mundial en 2021 debe ser una misión global”, se subrayó.
Con ese fundamento, el grupo de Blair salió a defender a las vacunas de costos bajos, fácil de almacenar y ampliamente disponibles. En esa dirección, expresó que “se exagera la relación riesgo-beneficio de la vacuna de AstraZeneca o no se reconoce su impacto positivo, se perjudica a la categoría de vacunas contra el adenovirus que constituyen el caballo de batalla adicional en el esfuerzo mundial de vacunación, que incluso representa más del 90% de los suministros de COVAX. En todo el mundo, ya hemos visto la distribución de AstraZeneca restringida por diferentes reguladores por diferentes razones”.
Hoy, el grupo científico que asesora a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en temas de vacunación comunicó que los beneficios del ensayo de AstraZeneca superan ampliamente a los riesgos. Tras analizar los resultados de estudios recientes, consideraron “verosímil” una relación causal entre este producto y raros casos de trombosis. Agregaron que “los mecanismos biológicos” de ese síndrome siguen bajo investigación. Sin embargo, expresaron que “en países con transmisión del coronavirus SARS-CoV-2, el beneficio de la vacunación para proteger contra la COVID-19 sobrepasa con creces los riesgos”.
Las posiciones de Blair, los expertos de la OMS y de la Sociedad Argentina de Vacunología fueron en respuesta a diferentes decisiones de precaución que adoptaron las autoridades sanitarias de distintos países recientemente. En Sudáfrica, se detuvieron los planes de distribución de la vacuna de AstraZeneca en febrero después de que los estudios a pequeña escala sugirieron que sólo proporcionaba una protección mínima contra la enfermedad leve y moderada causada por la variante que circula allí, a pesar de que los mismos datos mostraban una fuerte respuesta de las células T y ningún caso de muerte u hospitalización.
En Alemania, las autoridades sanitarias aprobaron inicialmente la vacuna de AstraZeneca para personas menores de 65 años, con el argumento de que los datos de eficacia entre los grupos de mayor edad eran insuficientes. Desde entonces, el país ha revocado esa decisión y ahora sólo recomienda el uso de la vacuna para los mayores de 65 años, y menciona eventos de coágulos de sangre entre los más jóvenes.
En tanto, en Francia se restringió el uso de la vacuna de AstraZeneca a los mayores de 55 años por los informes sobre coágulos sanguíneos. Además, las personas menores de 55 años que recibieron una vacuna AstraZeneca antes de esta decisión no recibirán una segunda dosis. “En su lugar, más de 530.000 personas recibirán ahora su segunda dosis de Pfizer-BioNTech o Moderna como parte de una estrategia mixta, un enfoque de la vacunación que todavía no recomienda la Organización Mundial de la Salud”, escribieron los expertos del Instituto de Blair.
El 14 de abril, Dinamarca se convirtió en el primer país del mundo en suspender definitivamente el uso de la vacuna de AstraZeneca. Las autoridades sanitarias de ese país afirmaron que dejarían de utilizar la vacuna debido a la posible relación con coágulos de sangre en el cerebro. Y en el Reino Unido se restringió el uso de la vacuna de AstraZeneca para los menores de 30 años porque los datos muestran un sesgo temporal en el cálculo de la relación riesgo-beneficio de la vacuna para los menores de 30 años cuando el número de casos es bajo. “Sin embargo, cuando los casos aumentan, restringir el uso de AstraZeneca a los mayores de 30 años es una respuesta desproporcionada basada en el cálculo ajustado de riesgo-beneficio. Estas decisiones ocultan el hecho de que la vacuna funciona y mejora inconmensurablemente los resultados sanitarios”, escribieron.
Para contrarrestar la excesiva cautela con las vacunas, desde el Instituto Tony Blair se propuso también que se refuerce un esquema de la “tarjeta amarilla”, una herramienta para la auto-notificación de los efectos secundarios después de la vacunación.
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