Como una forma más efectiva y rápida de combatir la pandemia por COVID-19 en nuestro país y la región de Latinoamérica, el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) y Laboratorios Richmond de Argentina anunciaron ayer la producción de los primeros lotes de prueba de la vacuna Sputnik V contra el coronavirus SARS-CoV-2, terminados de fabricar en Argentina.
El virus SARS-CoV-2 ya contagió a más de 2,7 millones de personas en nuestro país y hay casi 60.000 muertos (se espera que hoy llegue a esa cifra), mientras que la región de Latinoamérica es una de las más golpeadas por la pandemia en todo el mundo. Solo Brasil suma más de 14 millones de contagios y 378.000 decesos. México (2,3 millones de infecciones y 212.000 muertos) y Perú (1,7 millones de contagios y 58.000 fallecidos) también tienen cifras muy altas.
Es por eso que el acuerdo al que llegó el laboratorio argentino con las autoridades del Instituto Gamaleya, donde se produce la vacuna Sputnik V, resulta clave para enfrentar esta enfermedad. Sputnik V.I.D.A. será el nombre que tendrán las dosis que fabricará en la Argentina el Laboratorio Richmond, en su planta de Pilar, tras el acuerdo firmado con el Instituto Científico Gamaleya. Se trata del acrónimo Vacuna de Inmunización para el Desarrollo Argentino y constituye la primera experiencia en Latinoamérica de la elaboración de la Sputnik, una de las vacunas contra el COVID-19.
La producción local de las vacunas rusas se concretará en la fábrica que la empresa que preside el empresario Marcelo Figueiras ampliará en el norte del Conurbano, tras el exitoso lanzamiento del reciente fideicomiso financiero, con la participación del Banco de Valores como fiduciario por 70 millones de dólares, que serán destinados a financiar el proyecto, que además permitirá producir localmente otro tipo de terapias biotecnológicas a futuro.
“Estamos muy contentos con el trabajo que venimos haciendo. Tenemos compromisos de entrega para el primer millón de vacunas. Para junio estaríamos produciendo, analizando y liberando vacunas aunque sea en la primera etapa. Después, escalaríamos a los cinco millones y luego, una vez que esté la planta y el ciclo completo de producción, vamos a tener vacunas para todo Sudamérica y Europa”, manifestó el empresario argentino en una entrevista con Radio Con Vos por la tarde del miércoles.
Según declaró Figueiras, el proyecto de la producción local de la vacuna será en dos etapas. En la primera, que es la actual y la que ya comenzó hace dos meses, el principio activo de la vacuna es importado desde Moscú. Y en la Argentina se realiza la formulación, el filtrado y el envasado final. Es decir, la parte final del proceso. En una segunda etapa, la Argentina tendrá todo el ciclo de fabricación de la vacuna rusa a partir de la construcción de una nueva planta del laboratorio Richmond. La compañía argentina firmó el 25 de febrero pasado un acuerdo preliminar con el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) para construir una planta y ser la pata local en la fabricación de los componentes.
“Al integrar todo, tratamos de buscar una solución intermedia para todos. Ellos tienen pedidos por más de dos mil millones de vacunas. Les es más fácil exportar el principio activo. Acá no hay competencia, hay complementación. Necesitamos más plantas. Necesitamos tener un jab para todo Sudamérica. En Estados Unidos no te bajás del auto y te vacunan. Mientras tanto, nosotros y todo el resto del mundo peleamos por una vacuna. Si armamos acá con lo que hay -que es un montón-, más todo lo que puede venir, va a ser una de las plantas más modernas de Sudamérica. Toda la industria está alineada para alcanzar el mismo objetivo”, aseguró, y confirmó que el costo de cada dosis terminada asciende a 9 dólares, precio similar al de la producida en Rusia.
El laboratorio argentino Richmond fabricó hasta ahora 21.000 dosis y una parte de ellas ya están en Rusia para ser testadas por los científicos del Instituto Gamaleya, creadores de la fórmula. Los lotes enviados a Rusia incluyen 21.176 dosis que serán testeadas y sometidas a pruebas de calidad en el Instituto Gamaleya como paso previo a su fabricación en escala.
“La Argentina fue la primera en América Latina en aprobar el uso de la vacuna Sputnik V y comenzar a vacunar a la población. Hoy nos complace anunciar que la Argentina también se ha convertido en el primer estado de la región en iniciar la producción de Sputnik V gracias a la asociación entre RDIF y Laboratorios Richmond. Sputnik V está aprobada en más de 10 países de América Latina y Centroamérica, y la producción en Argentina permitirá realizar las entregas a nuestros otros socios”, afirmó Kirill Dmitriev, director ejecutivo (CEO) del Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDIF).
El registro de la inoculación en la Argentina se llevó a cabo a través de una autorización de uso de emergencia (emergency use authorization) por parte del Ministerio de Salud de la Nación y luego reafirmada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y la vacunación comenzó en Argentina el 29 de diciembre de 2020, cuando todavía no estaban los datos finales de los estudios clínicos de Fase III publicados en revistas científicas internacionales para ser revisados por otros investigadores.
“Las garantías son las garantías de las pandemias. Tenés garantizado todo hasta que no tenés más garantizado nada. Y no es mala voluntad. Creo que todo el mundo quiere cumplir pero a veces los inconvenientes e imprevistos son exactamente eso, imprevistos. Por ahora, todo sigue igual. El precio va a ser el mismo. Nosotros no vamos a negociar con el Gobierno, nosotros producimos y las vacunas son del Estado. Seguramente, cuando fabriquemos el principio activo completo acá, van a bajar mucho los precios. Una vez que se empiece a producir más masivamente y todo se regularice, pelearemos para que más gente tenga acceso a la vacuna”, aseveró Figueiras desde Rusia.
Sputnik V no posee ningún elemento del coronavirus en su composición, se presenta en forma liofilizada, es decir, como un polvo que se mezcla con un excipiente para disolverlo y luego administrarlo por vía intramuscular. El fármaco utiliza una tecnología de adenovirus humano de dos vectores diferentes, Ad5 y Ad26, para una primera y una segunda inyección. Sin embargo, Sputnik V no contiene adenovirus humanos vivos, sino vectores adenovirales humanos que no son capaces de multiplicarse y son completamente seguros para la salud.
Los “vectores” son vehículos que pueden introducir material genético de otro virus en una célula. El gen del adenovirus, que es el causante de la infección, se sustrae y en su lugar se inserta un gen con el código de la proteína de otro virus. El elemento insertado es seguro para el organismo y ayuda al sistema inmunológico a reaccionar y producir anticuerpos que nos protegen de la infección. La plataforma tecnológica basada en vectores adenovirales permite la creación de nuevas vacunas de forma rápida y eficaz a través de la modificación del vector original de transmisión con material genético de nuevos virus
“Una buena noticia dentro de la problemática que es la pandemia es que esto tenga un apoyo unánime dentro de todos los sectores del país. Cuando no encontrás obstáculos ajenos al proyecto mismo, el mismo avanza. Nadie tiene asegurada ninguna compra. Si mañana -y ojalá pase- vienen millones de vacunas el Estado no me aseguró que las vaya a comprar. Nosotros estamos haciendo un aporte. La gente trabaja, se arriesga y no hay ningún tipo de seguro de paracaídas. Hacemos lo que podemos para tener lo antes posible el mayor número de vacunas. Después veremos sobre contratos”, concluyó.
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