El sistema de defensas del organismo humano a veces tiene dificultades para combatir el cáncer. Porque no reconoce a las células cancerosas como “extrañas” o porque no es lo suficientemente fuerte como para superar el rápido crecimiento de las células cancerosas. Hace 10 años, se aprobó la primera inmunoterapia que logra bloquear los puntos de control del sistema inmune. Este tipo de tratamiento sirve para hacer que las células del sistema inmune sí puedan contrarrestar a los tumores. Hoy 19 cánceres pueden tratarse con ese tipo de inmunoterapias. Como la investigación sigue sin pausa, creció el uso de tres tests que se usan antes de que los pacientes reciban el tratamiento. Sirven para determinar en qué pacientes las inmunoterapias pueden ser más beneficiosas, y hay más en desarrollo.
Esas inmunoterapias se conocen como inhibidores de punto de control inmunitario, y sirven para mejorar la calidad de vida y aumentar la supervivencia de los pacientes. En realidad, los puntos de control son una parte normal del sistema inmune de cada ser humanos. Tienen su rol positivo: impiden que el sistema inmune sea tan fuerte que destruya las células sanas. Pero cuando se desarrolla un tumor, esos puntos de control juegan a favor del cáncer, y hacen que el sistema inmune no accione.
James Allison es uno de los científicos que investigó para hacer que esos puntos de control del sistema inmune pasaran a trabajar a favor de los seres humanos, y esa carrera dio lugar en 2011 a la aprobación de la inmunoterapia con ipilimumab que se indicó para el cáncer de piel melanoma al principio y hoy se usa también para otros cánceres. El logro de esa inmunoterapia le valió al doctor Allison para ser ganador del Premio Nobel de Medicina en 2018, compartido con el científico japonés Tasuku Honjo.
Allison, que actualmente forma del plantel del MD Anderson Center de los Estados Unidos y que será disertante en un encuentro sobre cáncer en la mujer que organiza la Sociedad Argentina de Cancerología el 30 de abril, había estudiado la proteína CTLA-4 que funciona como uno de los puntos de control del sistema inmune. Por su parte, el doctor Honjo, profesor en la Universidad de Kioto, había descubierto en 1992 otra proteína, llamada PD-1, que también frena a las células inmunitarias.
En la actualidad, la agencia regulatoria de Estados Unidos ya aprobó 6 fármacos inhibidores de los puntos de control para cánceres, según un estudio que se publicó en marzo en la revista de la Asociación Estadounidense de Científicos Farmacéuticos. Se destacó el desarrollo de los tests que acompañan a las inmunoterapias. Se trata de pruebas que se usan para determinar si el fármaco puede servirle a cada paciente.
Ya se utiliza un test a través de una biopsia que mide la cantidad de la proteína PDL1 en las células en cánceres de pulmón, melanoma, linfomas, riñón, vejiga, y mama. Si la cantidad de PDL1 es elevada en un paciente, podría beneficiarse con la inmunoterapia. Hay otros tests en uso y en desarrollo en el mundo.
“Con el rápido crecimiento del bloqueo de PD-1/PD-L1 en el uso clínico, se hace cada vez más necesario un biomarcador eficaz para identificar a los pacientes que probablemente se beneficien o no de estas terapias. Los biomarcadores actualmente disponibles (...) son útiles para la selección de pacientes para la terapia PD-1/PD-L1 en varios tipos de tumores”, escribieron los autores del trabajo Julianne Twomey y Baolin Zhang, quien trabaja en la Oficina de Productos Biotecnológicos de la FDA.
Los tests que ya utilizan son específicamente el de la proteína PDL1, la prueba de inestabilidad de micro satélites y el de carga mutacional tumoral, para la aprobación de inmunoterapia para múltiples modelos tumorales. Permiten tratar tumores históricamente resistentes a las terapias conocidas, según explicó a Infobae el ex presidente de la Asociación Argentina de Oncología Clínica, Matías Chacón., quien es jefe del servicio de oncología de Fleming y es miembro del comité de asuntos internacionales de la Asociación Estadounidense de Oncología Clínica.
“Los oncólogos ya pedimos los tests antes de indicar la inmunoterapia para los pacientes con cánceres. Se empezaron a usar en cánceres de pulmón, luego melanoma, vejiga, rinón, mama, y linfoma de Hodgkin. Cada vez tienen más aplicaciones, como el cáncer de cuello uterino”, detalló Jorge Puyol, presidente de la Sociedad Argentina de Cancerología. Una vez que los médicos indican los tests, se requiere la autorización de las obras sociales y prepagas. Con los resultados de los tests, se indica el tratamiento. En la Argentina, ya están aprobadas las inmunoterapias ipilimumab, nivolumab, pembrolizumab, atezolizumab, avelumab, y durvalumab.
Pero las pruebas para determinar el tratamiento antes de recibirlo aún tienen limitaciones para alcanzar a todos los pacientes. Tworney y Zhang en su trabajo resaltan que la diversidad de los tumores es tan amplia que “todavía hay muchos retos para el uso de ampliado en diferentes productos y tipos de tumores”.
Los científicos expresaron: “Dada la complejidad del sistema inmunitario, un biomarcador de un solo parámetro (por ejemplo, PD-L1) puede no ser suficiente para predecir con exactitud el beneficio terapéutico en pacientes individuales. Los biomarcadores compuestos de múltiples variables pueden ser capaces de predecir mejor los resultados de los pacientes. En cualquier caso, se necesitan ensayos prospectivos aleatorios para establecer las funciones de los biomarcadores predictivos en entornos clínicos específicos”.
Consultado por Infobae, uno de los científicos referentes en América Latina en el campo de la inmunoterapia, el doctor Gabriel Rabinovich, precisó el aporte de los 10 años con las inmunoterapias con bloqueadores de puntos de control. “Gracias a la investigación científica, se contó con la ventaja de que se hayan encontrado puntos comunes claves, que son frenos de la respuesta inmune contra los tumores. Cuando se bloquean esos frenos a través de las inmunoterapias, es posible estimular el desarrollo de una respuesta inmunológica en un gran número de tumores”, afirmó el doctor Rabinovich, quien es investigador superior del Conicet, miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos y profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
Para Rabinovich, hay tres desafíos para que las inmunoterapias puedan aun más contribuir a mejorar la calidad de vida o aumentar la supervivencia de más pacientes en el futuro, que incluye el desarrollo de más tests predictivos de tratamiento. “Uno de los desafíos es encontrar biomarcadores confiables que permitan discriminar quiénes serán los pacientes que responderán y quiénes no a las terapias”, sostuvo Rabinovich.
Además, para el futuro se busca “combinar en forma racional distintos tipos de terapias que involucren el bloqueo simultáneo de distintos puntos de chequeo inmunológico o la inmunoterapia con otros tipos de tratamientos para aumentar la eficiencia clínica”, subrayó Rabinovich. “Otro desafío actual es lograr que los tumores que se consideran “fríos” por no tener un sistema inmune asociado al tumor logren reclutar linfocitos T para responder a los puntos de chequeo inhibitorios”, señaló. La mayoría de los cánceres de mama, ovario, próstata, páncreas y encéfalo (que se conoce como glioblastoma) se consideran tumores fríos.
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