Las enfermedades neurodegenerativas son actualmente un real desafío para la neurología por el notable aumento en su frecuencia, y esta se relaciona con la prolongación de vida de la población.
La enfermedad de Parkinson se trata de un desorden neurológico crónico que afecta aproximadamente al 1% de las personas mayores de 60 años; sin respetar etnias, ni género, y también se manifiesta en personas más jóvenes aunque en mucha menor proporción. Así, se constituye en la segunda condición neurodegenerativa más frecuente luego del Alzheimer.
El diagnóstico de enfermedad de Parkinson es clínico y requiere de la presencia de los clásicamente signos cardinales, a saber, lentitud de los movimientos, rigidez muscular y temblor, acoplados éstos a la progresión gradual sintomática y a la sostenida respuesta a la terapia dopaminérgica.
Lejos de ser un trastorno exclusivo motor, la evidencia actual habla de síntomas no motores que impactan negativamente en la calidad de vida del enfermo, tanto o más que el menoscabo motor propio de esta enfermedad”. Por lo que se intenta trabajar en multidisciplina.
Pues en estos síntomas no motores se necesita realizar luego del interrogatorio la prueba del olfato es una herramienta importante en el diagnostico (olfatometria).
Estos síntomas se hacen más evidentes con la progresión de la enfermedad a lo largo del tiempo, pero algunos de ellos pueden estar presentes desde el inicio o incluso precederle por años, conocidos como “marcadores premotores”, tal es el caso de la disminución de la capacidad para percibir olores o hiposmia, la constipación y ciertos trastornos del sueño y trastornos del humor.
Atención a los los síntomas no motores del Parkinson
La alteración cuantitativa del olfato puede preceder hasta incluso 20 años a la aparición de las manifestaciones motoras.
En los últimos años, está aumentando el interés científico en la valoración del olfato como marcador de enfermedades neurodegenerativas. Se trata de un sentido que alerta, vigila y previene ante situaciones de peligro como pérdida de gas o presencia de humo. Para prevenir accidentes, es importante la instalación en el hogar de detectores de gas y de humo.
En cuanto a las alteraciones del sueño, en especial el REM, que es el sueño profundo, etapa onírica, aparecen sueños vívidos. Los enfermos patean, se mueven, sufren de pesadillas, se trata de un descanso tormentoso (pudiendo pegar, patear o caerse de la cama).
Obviamente que en este momento de pandemia, la alteración del olfato, sería un síntoma a tener en cuenta, por lo que se debe tratar de no confundir la hiposmia de los pacientes con Parkinson frente a la anosmia propia del SARS –CoV-2.
A propósito del Día Mundial del Parkinson celebrado hoy, resulta imprescindible poder concientizar sobre esta afección y conocer cómo se ve afectada por el COVID-19. La efemérides se estableció en coincidencia con el aniversario del nacimiento de James Parkinson, neurólogo británico que, en 1817, descubrió lo que en aquel tiempo llamó parálisis agitante. Hoy, 204 años después, sabemos que es un trastorno del movimiento que se presenta cuando se pierde entre el 70 y 80% de las neuronas del tronco cerebral que fabrican dopamina, imprescindible en las funciones motoras.
(*) Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga (MN 81701), experta en olfato. Alergista. Ex- presidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)
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