¿Son los productos químicos cada vez más presentes en nuestra vida cotidiana responsables de una crisis de fertilidad en la especie humana? De acuerdo con la médica ambiental Shanna Swan, la respuesta es un claro sí, y en una reciente entrevista lanzó una alerta para advertir que en pocos años podríamos estar viendo una reducción considerable de los embarazos naturales.
Swan es profesora de medicina ambiental y salud pública de la escuela de medicina Mout Sinai en Nueva York y estudia las tendencias de fertilidad en las personas. Hace unos cuatro años documentó cómo el recuento promedio de los espermatozoides entre los hombres occidentales se ha reducido a menos de la mitad en los últimos años.
En su nuevo libro, Count Down, aborda estas temáticas y pone la lupa sobre los químicos presentes en los plásticos y demás productos de consumo humano, un factor fundamental para entender por qué nuestra especie está bajando considerablemente sus niveles de fertilidad.
“A la gente no le gusta hablar, que es su subfertilidad o problemas reproductivos, y cómo eso está ligado al medio ambiente. Todos reconocen que tenemos una crisis de salud reproductiva, pero dicen que se debe al retraso en la maternidad, la elección o el estilo de vida; no puede ser químico. Quiero que la gente reconozca la verdad. No estoy diciendo que no estén involucrados otros factores. Pero estoy diciendo que los productos químicos juegan un papel causal importante”, dijo Swan en una entrevista con The Guardian.
De acuerdo con la científica, las sustancias químicas más preocupantes para la salud son las que pueden interferir o limitar las hormonas sexuales del cuerpo, como la testosterona y el estrógeno, porque hacen posible la reproducción. Eso puede hacer que el cuerpo piense que tiene suficiente de una hormona en particular y por lo tanto que no necesita producir más, por lo que su producción disminuye naturalmente.
También hay químicos que se utilizan para hacer plásticos blandos y flexibles llamados ftalatos, que se encuentran presentes en todo el mundo y llegan a nosotros principalmente a través de los alimentos, ya que los plásticos blandos son usados para la fabricación, procesamiento y envasado de estos.
“Disminuyen la testosterona y, por lo tanto, tienen la influencia más fuerte en el lado masculino, por ejemplo, disminuyen el recuento de espermatozoides, aunque también son malos para las mujeres porque se ha demostrado que disminuyen la libido y aumentan el riesgo de pubertad precoz, insuficiencia ovárica prematura, aborto espontáneo y parto prematuro”, dice la experta.
Pero también son nocivos el bisfenol A (BPA) que es usado para endurecer el plástico y se encuentra en los recibos de las cajas registradoras, en el revestimiento de algunos envases de alimentos enlatados.
Este químico “imita el estrógeno y, por lo tanto, es un actor particularmente malo en el lado femenino, lo que aumenta los riesgos de problemas de fertilidad, pero también puede afectar a los hombres”, seralta Swan
Los hombres expuestos ocupacionalmente al BPA han mostrado una disminución de la calidad del esperma, una reducción de la libido y mayores tasas de disfunción eréctil. Otros productos químicos de interés son los retardadores de llama y ciertos pesticidas como la atrazina.
El momento más vulnerable para los humanos es cuando estamos en el útero materno, sobre todo en las primeras etapas de formación del feto. Ahí las células que se dividen rápidamente son las más sensibles a la exposición a estas sustancias. Durante la infancia, adolescencia y edad adulta pueden seguirse produciendo estos efectos adversos pues “hay una naturaleza acumulativa”.
“Y podemos transmitir estos efectos. La forma más sencilla es mediante exposición directa. Un feto femenino, en el útero, está cultivando los óvulos que usará para tener sus propios hijos. Estos químicos también pueden llegar a esas células germinales”, dice.
Swan dice que esta constante exposición a químicos en nuestro entorno está causando una verdadera crisis de infertilidad que para 2045 podría llevar a que la mayoría de embarazos tengan que hacerse mediante inseminación asistida.
“Si sigue la curva del metanálisis de disminución de espermatozoides de 2017, predigo que para 2045 tendremos una mediana del recuento de espermatozoides de cero. Es especulativo extrapolar, pero tampoco hay evidencia de que se esté controlando. Esto significa que la mayoría de las parejas pueden tener que utilizar la reproducción asistida”, dijo Swan.
Para la experta, un camino que busque evitar esto debe empezar por un compromiso de los gobiernos y la industria a producir sustancias químicas que se puedan utilizar en productos cotidianos que no sean hormonalmente activos.
Así mismo dice que las personas en edad reproductiva y que planeen quedar embarazadas o están en embarazo, deben estar conscientes de que todo lo que traen a sus hogares tienen el potencial de contener productos químicos con carga hormonal.
Por lo tanto recomienda comer alimentos sin procesar, además de evitar el uso de teflón ni nada recubierto a la hora de cocinar.
“Para el cuidado personal y los productos para el hogar utilice un mínimo de productos sencillos y trate de evitar los perfumados; se agregan ftalatos para mantener el aroma. El Environmental Working Group, una organización sin fines de lucro, tiene guías gratuitas para el consumidor que brindan información sobre productos específicos”, resalta Swan.
Por último la experta dice que este problema, aunque real y complejo, puede ser abordado con voluntad e ingenio, lo importante es reconocerlo y empezar a trabajar por cambiarlo.
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